Pablo Gentili, secretario ejecutivo de CLACSO y profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, analiza lo que se viene después del golpe en Brasil. Una Latinoamérica desunida y compitiendo para hacer negocios con Estados Unidos.
¿Por qué se destituye a Dilma?
La destitución es el resultado de un proceso que se empezó a vivir después de la victoria de Dilma en 2014, en ese momento la oposición pensó que podía ganar las elecciones pero perdió por un margen muy estrecho de votos y ahí decidió que no le iba dejar a la presidenta terminar su mandato. Y definió ahí dos estrategias: una que ya resultó exitosa, que era bloquear cualquier posibilidad de que lo terminara y la segunda, que es la que se viene ahora, es impedir por cualquier medio que Lula vuelva a ser presidente de Brasil. Ésta es la jugada que empieza hoy y vamos a ver en las próximas semanas. La idea es impedir que la izquierda gobierne e imponer un plan de ajuste y privatizaciones que fue interrumpido con la llegada del Partido de los Trabajadores(PT) al poder y que ahora restablecen sin la soberanía de los votos.
Parece que ahora con ganar las elecciones no alcanza para gobernar. Que los votos de 61 senadores valen más que los votos de millones…
Eso es lo que ocurre en esta desestabilización democrática que se hace en democracia, que comenzó en Honduras, siguió en Paraguay y ahora se da en el principal país de la región, lo que es una señal de alerta muy importante. Pone como antecedente que gane una coalición y gobierne otra. Lo que hay que entender es que las políticas de Temer no ganan una elección en Brasil, nadie vota eso. Ni siquiera la propuesta de Aécio Neves era esta. Ahora vemos que en América Latina se está dando una fuerte acción represiva ante cualquier forma de protesta o de movilización popular. Y esa represión se impone en la región por la vía de los votos, como en Argentina; y cuando no se puede, por vía de los golpes de estado, como es el caso de Brasil.
¿Las democracias están frágiles?
Esto no es nuevo. Los poderes fácticos operan y tienen un poder de intervención muy grande. Lo que no había ocurrido hasta ahora en un país grande de América Latina es la utilización, por una banda de corruptos y ladrones y en contra de una presidente legítimamente elegida por el voto popular, de los recursos que fueron creados en la democracia para defender a la democracia de los abusos de poder. Los medios de comunicación quisieron hacer creer que éste era un proceso de transparencia para eliminar la corrupción del estado pero está claro que se pretende acabar con la posibilidad de que el estado brasileño sea democrático. Estos sectores no ganan elecciones pero llegan al poder e implementan políticas de ajuste y reestructuración. El resultado es un país menos democrático, más corrupto, más represivo, con menos derechos, más privatizaciones, más concentración del ingreso, más injusticia social y es un país donde las organizaciones y los movimientos que luchen contra este modelo van a recibir una violenta represión sin la presencia de los militares sino bajo el gobierno de una banda de ladrones como los definió Noham Chomsky, y que cuentan con la complicidad de los grandes medios de comunicación. Esto es una derrota muy grande.
¿Qué repercusiones puede haber en Latinoamérica?
Se crea un antecedente muy negativo. Porque en un país pequeño como Paraguay u Honduras había un tipo de institucionalidad muy frágil pero cuando esto ocurre en Brasil es una lección, un mensaje para la región. Si le pasó a Dilma le puede pasar a cualquiera. Es un mensaje para los que vendrán. Se pensaba que para cambiar las cosas en un país había que ganar las elecciones y tener un buen gobierno. Ahora haces un buen gobierno y te echan los que tienen mayoría en el senado, y los medios de comunicación y la justicia de su lado.
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Creo que se trata de un gesto de solidaridad. Evo ya lo había anunciado en su momento, y son gestos bastante aislados. Porque en definitiva son muestras de dignidad que no van a tener los otros países de América Latina.
¿Cómo repercutirá esto en la relación entre Argentina y Brasil?
En principio parecería que la relación entre Macri y Temer sería buena. Pero hay que tener cuidado porque esto es como la historia de Macri y sus primeros seis meses. Es decir, la promesa puede ser enorme. De hecho Macri prometió que sacándose de encima al kirchnerismo iban a llover inversiones, que iban a venir sus amigos del exterior, a tener un apoyo de toda la comunidad internacional, que iban a transformar a Argentina en un leading case de buenas políticas públicas, y no pasó nada de eso. Macri tenía claro, al igual que la derecha en Brasil, que había que sacar al gobierno anterior, como acá se quería destituir a Dilma. Lo que no tienen muy claro es lo que viene después. Porque ahora los brasileños también van a querer hacer negocios con la Alianza del Pacífico. Macri debe pensar que es el único al que se le ocurrió hacer negocios junto con los Estados Unidos para derrotar a los chinos y sacar alguna tajada de ese gigantesco mercado mundial que está bajo una enorme disputa. También lo quieren hacer los brasileños. Por lo tanto, ahora que se sacaron a Dilma de encima, se van a tener que poner de acuerdo de cómo dar continuidad al Mercosur, que genera algunas alianzas importantes para algunos empresarios de los que los apoyan tanto en Argentina como Brasil. Pero en la lógica liberal del "sálvese quien pueda" no les va a servir demasiado. Porque el Mercosur precisa de acuerdos, de negociaciones, de un consenso que ellos no pueden crear porque tienen una visión liberal del mundo, y profundamente colonial. Por lo tanto vamos a volver a la lógica que históricamente hubo entre Argentina y Brasil: una relación comercial en permanente disputa y nada en la agenda política, mas que fotos cada seis meses.
¿Cómo será la realidad cotidiana brasileña de los próximos meses?
Va a ser una situación muy compleja porque Temer va a tener que negociar con sus aliados. Va a tener que devolver los favores que le permitieron llegar a la presidencia ilegítimamente. Va a haber también muchísima resistencia y creo que va a haber una gran tensión social en un contexto de una profunda pérdida de capacidad de gobernar por parte de Temer. Entiendo que será una situación muy convulsionada y difícilmente Temer tenga un escenario tranquilo para hacer lo que pretende. Además, porque tendrá que responder y atender a muchos pedidos.
¿Qué lectura haces de las diferencias de votos en las dos partes en que se dividió la destitución?
El PT buscó dividir la votación. Entiendo que los resultados diferentes de ambas votaciones reflejan un poco que esto fue una farsa. Porque acá lo que estaba claro era que querían sacarse de encima a Dilma a cualquier precio. Entonces jugó un "efecto culpa" en muchos senadores. Algunos fueron ministros de Dilma, otros fueron aliados del gobierno hasta hace muy poco. La presión que el gobierno hizo sobre sus senadores también fue enorme. Entonces, el gran tema acá era "cómo salvar el alma", como dicen los brasileños. Cómo mostrar algo así como un espíritu de ecuanimidad, de grandeza, o de generosidad. Pero no antes, sino después, cuando el mal mayor ya estaba hecho. En realidad, le devuelven a Dilma sus derechos políticos como si fuese un premio consuelo, a lo que es claramente una operación política totalmente injustificada en términos jurídicos, para destituirla.
¿Cómo ves el futuro del PT a partir de esto?
Creo que al PT le cabe una reflexión muy profunda sobre qué fue lo que contribuyó a que esto sucediera, qué es lo que se ha hecho mal. Porque existirá una autocrítica que habrá de darse. Y de ahí el partido se pensará en perspectiva. Creo que Dilma cometió muchos errores, eso es verdad, desde el punto de vista de la política progresista. Porque, en un contexto de ataque, trató de calmar estos intereses haciendo concesiones. No sé si va a surgir de esto una radicalización del PT, sino más bien a una vuelta a los orígenes, a lo que siempre fue: un gobierno de izquierda con base en los movimientos sociales y populares, y con mucho diálogo entre la base y la dirigencia. Eso es lo que siempre fue el PT, y lo que nunca debió haberse perdido. Y eso fue precisamente lo que lo transformó en el mayor partido de izquierda de América Latina, y uno de los más grandes del mundo.

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