“Los pibes siguen yendo presos por un porro”
por Estefanía SantoroFotos: Agustina Salinas
06 de septiembre de 2023
Hablemos de cannabis. La posibilidad de registrar nuevas semillas y el autocultivo como ámbito de resistencia contra la industria. Entrevistamos en Lugano al activista cannábico y miembro de la Asociación Argentina para la Producción, Crianza e Investigación de la Semilla de Cannabis (CRIACANN), Nicolás Geniso, uno de los fundadores de la cooperativa 1439,
A diferencia de otras partes del mundo, donde solo los laboratorios o farmacéuticas pueden registrar semillas, en Argentina cualquier ciudadanx puede registrar su propia variedad de semilla de cannabis en el Registro Nacional de Cultivares (RNC). En julio del año pasado el Instituto Nacional de Semillas (INASE) emitió la resolución N°260, que habilita la compra y venta legal de semillas y esquejes en Argentina en el marco de la Ley de Cannabis Medicinal. Esto significa que los comercios, grows y entidades que estén inscriptos en el Registro Nacional de Comercio y Fiscalización de Semillas del INASE pueden vender semillas, esquejes y plantines registrados.
“Durante mucho tiempo la única arma con la que contábamos era la convicción de que cultivar era un derecho que debíamos defender porque la sociedad estaba juzgando mal, al cannabis y a las drogas en general. Esa fue la batalla que dimos todos estos años y estamos muy lejos de haberla ganado, pero de a poquito se empiezan a ver resultados como leyes nuevas que acompañan”, cuenta Nicolás Geniso, uno de los fundadores de la cooperativa 1439, activista cannábico y miembro de la Asociación Argentina para la Producción, Crianza e Investigación de la Semilla de Cannabis (CRIACANN).
En noviembre de 2020 el Poder Ejecutivo Nacional emitió un decreto que amplió los derechos de las personas usuarias de cannabis, permitiendo el cultivo personal y solidario. La creación del Registro nacional de personas autorizadas al cultivo controlado con fines medicinales y/o terapéuticos (REPROCANN) permite la inscripción de personas para plantar, trasladar su cosecha y preparados medicinales por todo el territorio nacional. El registro, única herramienta para evitar la penalización por cultivo y tenencia de cannabis en Argentina, permite tener hasta nueve plantas en floración, sin límite de plantines, y trasladar 40 gramos de flores secas y hasta seis recipientes de 30 mililitros de aceite medicinal.
¿Pero qué pasa más allá de la ley y de los derechos conseguidos? ¿Qué pasa en los barrios con los pibes y las pibas que llevan un porro en la mochila? El Reprocan está pensado exclusivamente para personas que utilizan el cannabis con fines medicinales. Sin obra social, prepaga o médicx que recete su uso es imposible acceder. Aquellas personas que no pueden costear una consulta médica quedan exentas. Ese sector social que queda afuera es el que carece de suficientes recursos económicos y continúa siendo estigmatizado si tiene un porro en el bolsillo.
"Los primeros años como cultivadores fueron duros por la persecución y la violencia policial. Cultivar te exponía frente a la ley, y a que te roben porque es una mercancía muy cara y no podés hacer la denuncia. Los peores ladrones eran los policías. En los allanamientos te robaban hasta las pantuflas. Hoy por suerte eso casi no sucede, pero la ley de drogas no cambió y sigue cayendo gente presa por un porro; tal vez no en las grandes ciudades, ni en la clase media, pero los pibes pobres de los barrios siguen cayendo porque la cana los sigue jodiendo. El porro sigue siendo un pretexto más para que la cana los detenga", explica Nicolás.
Soberanía cannabica
Lo que comenzó hace dos décadas como un espacio de activismo cannábico en defensa de los pequeñxs cultivadores, se transformó en militancia y trabajo, y hoy es Catorce Treinta y Nueve, el colectivo de criadores de semillas de cannabis y la cooperativa agraria para la producción de variedades de marihuana locales. En 2013 surgió la pata comercial: nació Lugannabis, un grow shop en Lugano que de a poco fue sumando integrantes. Hoy son 13 amigxs en una estructura verticalista, no jerárquica y esa característica es la que lxs enorgullece.
–Ustedes en el colectivo de criadores de marihuana Catorce Treinta y Nueve registraron una nueva variedad de semilla de cannabis y apuestan a defender el lugar de lxs pequeñxs cultivadores para que la industria del cannabis no se monopolice. ¿Cuándo se dieron cuenta que esta militancia se estaba transformando en una profesión y un laburo? ¿Cómo empezó 14/39?
–Desde el origen defendemos el lugar de lxs pequeñxs cultivadores dentro de una industria que en nuestro país recién está emergiendo. Hacer semillas es algo de lo que nos venimos ocupando hace mucho para nuestros amigos. La semilla también es un símbolo de la resistencia del cannabis. Lo primero que hice fue plantar y ahí pensé ¿cómo planto el año siguiente? ¿cómo me aseguro la semilla? ¿cómo la hago?. Yo empecé a investigar, por necesidad en su momento y ahora lo podemos hacer legalmente.
– Contanos de Choco OG, la nueva semilla que generaron en 34/19
Es una variedad de floración rápida que oscila entre los 54 a 56 días, de sabor afrutado con destellos de chocolate y gusto a chicle. Es además una planta con resina abundante, de producción generosa, que da cogollos carnosos y equilibrada en proporciones de genética entre índica y sativa, con un efecto relajante, duradero y placentero.
–¿Cuál es la importancia de fomentar el autocultivo?
–Creo que el autocultivo en sí está bastante fomentado en el país, de hecho el REPOCANN de alguna manera lo avala y vamos a hacer lo imposible para que no se monopolice la industria con el hijo del gobernador tal o la sobrina del gobernador tal, que es algo que viene sucediendo. De hecho, (Gerardo) Morales tiene hectáreas de cannabis sin ningún control pero los pibes siguen yendo presos por un porro. En todos los ámbitos es así, si tenés plata, tenés derecho a la justicia. Tal vez la lucha de estos años sea cómo hacemos para que esta industria que está naciendo sea distinta a todo el resto donde todo está monopolizado. Es un gran desafío porque justamente la comida, los medicamentos, la salud están monopolizados. Va a ser difícil, pero el mundo está hecho para soñar y vamos a seguir soñando y luchando para que el cannabis sea accesible a todos. Y que los que quieran y puedan trabajar en esta industria generen puestos de trabajo genuino y no trabajo esclavo, como está pasando en el norte, donde el gobernador Morales le quita hectáreas a las comunidades originarias.
–Parece haber una aceptación social a la hora de hablar de cannabis medicinal pero aún se estigmatiza el uso de cannabis recreativo ¿Qué pensas al respecto?
–Ese es un debate que en estos últimos años venimos dando, incluso internamente en el movimiento. Lo medicinal si bien avanzó un montón, sólo es accesible para el que puede económicamente, ya sea porque en su casa puede plantar o puede comprar un aceite. Estos últimos años -con respecto a la parte recreativa- empezamos a hablar del uso adulto responsable. Si yo lo uso para recrearme, concentrarme, relajarme, crear o para lo que yo quiera, es un tema mío, es mi derecho como adulto y es la jurisdicción sobre mi cuerpo que me dio la naturaleza decidir para qué lo uso, por eso englobamos todos los usos en el uso adulto responsable que lo elegimos, más allá del caso medicinal donde se genera una necesidad física. De todas maneras la barrera entre esas necesidades emocionales y físicas es muy fina, por ejemplo, yo consumo medicinalmente pero nunca un médico me recetó cannabis, quién puede discutirmelo si le hace bien a mi cuerpo y a mi mente, son paradigmas que se van derribando poco a poco.
"Vamos a seguir soñando y luchando para que el cannabis sea accesible a todos"
–¿Que significa para ustedes la soberanía cannábica?
–Es una frase que hace varios años empezamos a repetir como un objetivo. Nos preguntamos qué buscamos cuando estamos en esta industria que ya no solo es plantar en mi casa para mí, sino laburar de esto. Lo primero que buscamos es ser soberanos, dejar de tener que depender del exterior, ya sea en cuanto a genética o técnicas de cultivo. Creemos que el trabajo que se viene haciendo acá en la clandestinidad hace tantos años, por alguna extraña receta mágica, te da un extra porque tuviste que hacer las cosas de manera que nadie te viera. No sé si pasión es la palabra, compromiso o dedicación, no sé cómo llamarle, pero te dedicás más porque sos perseguido por hacerlo, entonces se necesita un compromiso extra. Eso le dio un toque a todas las genéticas argentinas de estos años que no tienen nada que envidiarle a la genética de afuera. Por eso hablamos de dejar de mirar hacia afuera. La cultura cannábica mira mucho a Estados Unidos y a las modas. Nosotros con la soberanía lo que pretendemos es que podamos ser independientes, poder generar nuestros propios recursos cannábicos. Tanto la medicina que necesitamos para consumir, como la semilla que necesitamos para plantar y todo lo que se pueda producir en el país porque estamos convencidos que hay igual o mejor calidad que en el extranjero.
–¿La recientemente reglamentada Ley del Marco Regulatorio para el Desarrollo de la Industria del Cannabis Medicinal y el Cáñamo Industrial tiene algún alcance para ustedes?
–Es muy reciente, hay que esperar a ver cómo se implementa pero en teoría sí. Esta ley da licencias para los criadores y productores de semillas como nuestro caso y abre todo un una industria que estaba frenada porque al no estar reglamentada no se sabía cómo se iba a llevar a cabo. Ahora se bajó esa reglamentación en un momento medio raro, a días de las elecciones y todo va a depender de cómo siga, porque lo pueden frenar de un día para otro si al que viene no le gusta. En la práctica todavía seguimos igual. Estamos en el 2023, la ley de cannabis medicinal se promulgó en 2016, está el REPROCANN y uno puede tener plantas en su casa, pero no se activó ninguna industria. El que no puede tener una planta, no puede comprar, ni acceder a la medicina de ninguna manera y pasaron nueve años de la reglamentación. Hasta ahora seguimos igual, pero tengo esperanzas de que esto ayude a que la industria se desarrolle.
Cannabis: historia de cómo se creó una inútil discordia
Desde tiempos milenarios, a la planta se la utilizó para fabricar textiles, papel y aceites y ungüentos que calmaban dolores y enfermedades. En Argentina se llegó a producir zapatillas de cáñamo. Sin embargo, hace casi 100 años, el poder económico de Estados Unidos diseñó una campaña para prohibirlo en todo el mundo. La necesidad social y económica de romper esa barrera.
Cannabis medicinal: una ley solo para hacer negocios
Las asociaciones de pacientes como Mamá Cultiva insisten en que los tratamientos a base de cannabis casi no se realizan por trabas que pone el mismo Estado. El Gobierno frena las iniciativas públicas, pero habilita las privadas: en Jujuy, el proyecto del hijo del gobernador Morales fue aprobado en tiempo récord. La “doctrina Bullrich” de persecución a los cultivadores empeora el panorama.
“Autocultivo legal, regulado y para todos los usuarios”
Por décimo año consecutivo, la Marcha Nacional por la legalización de la marihuana volvió a exigir que el Congreso trate una ley que deje de criminizalizar el cultivo doméstico. Las madres que gritan por sus hijes, el grito de libertad por los presos por cultivar y el uso cultural y terapeútico.