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Brenda Mato: “Tu vida es lo que dejás pasar mientras contás calorías”

por Nelson Santacruz
22 de julio de 2025

La modelo y activista de la diversidad corporal reflexiona sobre la gordofobia instalada en la sociedad argentina, cuenta su experiencia en la obra de teatro Sex y cómo intenta romper con los mandatos de la belleza hegemónica. Esta entrevista fue realizada en No Es Por Ahí, el streaming semanal de Revista Cítrica en el Canal de Posdata.

Brenda Mato es una joven multifacética: modelo que desafía los mandatos de belleza hegemónica, activista y referenta de la diversidad corporal e integrante de la agrupación Gordes Activando. Fue, además, una de las impulsoras de la Ley de Talles, aprobada en 2019 pero que a duras penas se cumple, y una de las organizadoras de Feria Diversa, un espacio donde podes encontrar ropa para todas las corporalidades. 

De chica estudió danza y comedia musical, luego entró al mundo del modelaje para romper con la norma de la delgadez y la gordofobia. “Mi activismo es un poco una respuesta a mi propia historia, a vivir con un cuerpo que no se supone que es el que debería tener. Por muchos años sentí que todo lo que hacía y tenía estaba mal y cargaba con un peso que no tenía que ver con mi peso corporal, sino con el peso que me pone la sociedad simplemente por existir en un cuerpo gordo”, escribe en sus redes sociales. Hace un tiempo volvió a actuar cuando se sumó al elenco de Sex, el espectáculo que dirige José María Muscari

¿Algunos de tus seguidores te funaron cuando arrancaste Sex?
Sí, los comentarios tenían que ver un poco con el hecho de que yo tenga pareja y esté en una obra como es Sex. Me escribían muchas personas, sobre todo mujeres, para decirme ‘como haces eso si tenes marido’ o ‘tenés una relación abierta ahora’. Hay gente que no sabe diferenciar la ficción de la realidad. Por supuesto que hay un componente real que como seres humanos te podes calentar, pero en Sex hay algo muy hermoso donde la premisa es el consentimiento y el compañerismo. Nosotros, por ejemplo, tenemos un cuadro (alerta spoiler) donde estamos absolutamente todos en pelotas simulando una orgía y después, cuando nos vamos a nuestro camarín hay compañeros que antes de pasar dicen ‘permiso’. Una cosa es lo que sucede en escena y otra cosa muy distinta es lo que sucede fuera de escena. Por Sex ha pasado gente que rompía ese código y se expulsa solo porque no se puede sostener si no entendes ese código y no te manejás con ese respeto. Y lo mismo que sucede entre nosotros sucede también con el público. Hay un montón de casos de compañeros solteros que se han ido con gente del público porque pintó y hubo buena onda. Y hay otros momentos en los cuales tuvieron que poner límites. Sex a mí me cambió la vida en un montón de cosas.

 

¿Venías del teatro?
Desde muy chica estudié danza y después hice comedia musical. No se me dio por ese camino y se me dio por las redes. Antes de formar parte de Sex dije voy a ir a verla. Me acuerdo que llegué, me senté dura en la punta de una silla, en estado de alerta. Antes me moría si se me acercaba alguien en bolas y ahora salgo yo en pelotas, no me importa nada. Fue muy difícil para mí hasta que lo acepté, al principio salía más tapada y ahora resulta que tengo un desnudo y un topless, hago otras cosas. Eso me ayudó a redescubrirme en un montón de lugares, más allá de que es una actuación. Hay muchas cosas que digo y hago en ese lugar que tienen que ver con la creencia de ese espacio y con afirmar lo que decimos.

Es muy gracioso porque en Sex hay gente que va a ver gente en bolas y punto. Y en realidad, el gollete de la obra es lo que falta en el mundo que es conectar con el placer, experimentar ¿no es cierto?
Creo que en Sex cada persona que va vive realmente su experiencia. Cuando se habla de que Sex es muy difícil de explicar, es porque de verdad es una experiencia muy propia porque es tu propio vínculo con el sexo y cómo disfrutas o cómo atravesas la obra. Hubo gente que apenas arrancó, se levantó y se fue ofendida. Hay gente que te dice: “Fui con mi pareja, después con mis amigas”. Otros cuentan: “Fui solo y la pasé bien”. Creemos que ya se habla un montón de sexo pero sigue siendo un tabú. En Sex soy un personaje, pero a la vez soy un poco yo. El otro día me llegó un mensaje que realmente me quedó grabado, era una mujer que me contaba que estaba en pareja hace mucho tiempo y nunca hasta después de ver Sex le pudo creer a su esposo cuando le decía que la amaba y que la deseaba. Siempre tenía esa discusión interna de cómo con ese cuerpo la va a desear y querer. Después de ver y escuchar a mi y a otra de las bailarinas que tiene un cuerpo similar al mío, ahí recién ella pudo trasladar esa experiencia y sentirse deseada. Y para mí eso es fascinante.

¿Cómo lees nuestro tiempo en esa combinación de pibes, sobre todo varones, que están en esa de avanzar y progresar yendo al gym?
Siento que un poco es el único lugar que les quedó y donde se sienten seguros de alguna forma. Porque con todo el avance de los feminismos en los últimos años siento que, sobre todo las masculinidades, quedaron relegadas y sintieron que se les movió el piso en un montón de lugares. Muchos de los lugares seguros que tenían se les tambalearon y no saben qué hacer y empiezan a enfocarse en sí mismos, como si eso les devolviera un poco el poder en algo, algo así como ‘por lo menos puedo tener poder en mi propio cuerpo y si quiero que se me marquen más los pectorales lo puedo hacer’. Pero yo creo que es peligroso, en el sentido de que muchos, incluso, creen que esos espacios reemplazan otros como, por ejemplo, la terapia. Escucho mucho ese discurso que dice ‘yo no necesito terapia porque voy tres horas al gimnasio todos los días’. Tal vez te apagan los pensamientos diez minutos, pero no te está solucionando ningún problema. Y lo digo para cualquier género, porque es preocupante. Está buenísimo hacer actividad física, ayuda un montón, banco a muerte, pero hay un problema ahí que para mí tiene que ver con cómo es que esta gente empezó a recuperar su corporalidad porque es el único territorio en el que sienten que todavía pueden dominar pero no se están cuestionando la masculinidad y sobre todo, algo para mí que todavía sigue muy vigente es la cuestión de la disciplina violenta. Creen que la disciplina es violentar, gritar y se pierden la parte de que existen un montón de posibilidades de tener una disciplina amorosa, tratando bien al otro, apoyándolo y entendiendo que somos seres humanos que nos podemos equivocar. Esta cuestión del “día perdido o día ganado” y esas ideas que maneja la lógica fit me parece que habla todo el tiempo de binarismos, sobre si hay feminidades que levantan mucho peso o esos ejercicios son de varón y esos de mujer. Todo eso refuerza mucho esta lógica binaria absurda que ya habíamos roto bastante. 

Hablando de binarismos sacaste un reel en el que decía si queres descender de peso porque tenés ganas, hacelo desde el lado del amor y no como un castigo. ¿Qué nos podes decir sobre esa reflexión?
Algunos piensan que las personas que hacemos activismo gordo queremos que todos sean gordos y mueran pero, en realidad, lo que hacemos es reclamar una autonomía corporal mezclándolo con otras luchas, como el activismo trans y el activismo intersex. Es similar a la idea que subsistió durante muchos años cuando se pensaba que las personas trans nacieron en un cuerpo equivocado. El activismo gordo viene de los 70 en Estados Unidos, cuando se publica el primer manifiesto gordo y a partir de ahí empieza a expandirse. Mi cuerpo no es un cuerpo en transición. Yo no vivo de prestado en este cuerpo. Yo tengo el derecho a habitarlo en el estado en el que está y si quiero tomar decisiones porque no me siento cómoda, por el motivo que sea, no tiene que ser desde un castigo, no tiene que ser desde la idea de cuando me ponga el pantalón talle tal voy a empezar a disfrutar o cuando baje 50 kilos arranca mi vida. ¡No! Tu vida ya empezó y es lo que estás dejando pasar mientras contás calorías. Si te duele la cabeza y te sentís mal, hay algo que está fallando, no estás nutriendo tu cuerpo lo suficiente. Lo mismo que se le recomienda a una persona gorda, se le recomendaron a una persona delgada, pero si una persona es gorda que deje de comer está bien. A mí me lo han repetido toda la vida, ‘dejá de comer’, y tuve casi cuatro años con una depresión absolutamente atroz y una anorexia nerviosa, pero no en el sentido de que me veo gorda y tengo que adelgazar. A mí no me gustaba la comida. Me ponías un plato de comida delante y me daba asco. No comía porque todo me parecía feo. Comía una vez por día porque me empecé a sentir mal. Y eso hizo que se me rompiera la tiroides y engordé dejando de comer. Cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, dije lo tengo que arreglar. Fui a un nutricionista. El nutricionista me hizo un montón de estudios. Me dijo “es tu tiroides”. Fui a una endocrinóloga y lo primero que me dijo fue “¿si no comes por qué estás tan gorda?”.

La cuestión de clase atraviesa mucho eso: parece que los gordos pobres no pueden hablar del hambre.
Yo estudio sociología y la otra vez una piba socióloga me discutía esto mismo que decis, que la gordura es un tema de las clases bajas porque están mal alimentadas. Que sí, te doy la derecha, porque es verdad que alguien de clase baja no está pensando en comprarse un cuartito de almendras, pero a la vez, hay otra realidad y es que las clases altas tienen todo el dinero y las posibilidades para evitar la gordura. Tienen acceso a una nutrición adecuada, a un gimnasio, a poder hacerse operaciones o consumir Ozempic. No se ven gordos en las clases sociales altas porque está absolutamente mal visto y tienen las posibilidades para dejar de serlo quirúrgicamente o con fármacos. No es que no existan gordos en ese lugar. Es que la gordofobia impacta de otra forma. Tenés otros recursos para evitar eso. La gordofobia te afecta en el sentido de que los recursos que vos tenés los utilizás al 100 por ciento para dejar de serlo. Entonces, impacta absolutamente distinto. No es que no existen gordos de clases altas, es que a las tres o cuatro personas gordas de clases altas que hay, las eliminan completamente, pero porque tienen los recursos para poder hacerlo.

En Estados Unidos muchas mujeres usan Ozempic, que en realidad es un inyectable para la gente con diabetes.
Claro, es una medicación, la droga se llama semaglútida. Es como la metformina, que es lo más accesible para las personas con diabetes. Pero a veces cuando la metformina no funciona, este es otro tratamiento entre todas las cosas que suceden, en realidad vos terminás adelgazando porque esta droga te quita el hambre. Es un inyectable que tenés que hacer todos los días, dejas de comer y, técnicamente, empezas a bajar de peso. No le funciona igual a todo el mundo. La problemática empieza cuando la gente lo compra como si fuera una aspirina. En Estados Unidos hubo una alerta porque había faltantes y la gente que tiene diabetes no puede comprarse su Ozempic porque las Kardashian tienen la heladera llena de eso. Literal. Hay una foto de las Kardashian abriendo la heladera y tienen todas las cajitas de Ozempic.

¿Cómo es el mundo de las pasarelas o el modelaje en general de las tallas grandes? 
Para que tengas una referencia en general, todo lo que hables en Argentina, siempre tenés que tener en cuenta que somos el país número dos a nivel mundial de trastornos de la conducta alimentaria. Viene Japón y después Argentina. Eso se refleja en absolutamente todo, en la ropa, en el espectáculo, en los trabajos. Hay una cuestión muy argentina de la delgadez extrema. En el modelaje es muy triste porque si bien se agrandó la industria de modelaje de talles grandes, incluso las marcas que venden talles grandes eligen la modelo de talles grandes más flaca para mostrar sus productos. En la moda mainstream, por ejemplo, hablando del Bafweek recién este año, por primera vez en la historia de ese evento, hubo modelos de talle 60 de pantalón. Y dudo mucho que ahora que se viene la temporada de verano lo repliquen. Esa fue la única vez. En todas las semanas de la moda del mundo hubo un auge enorme donde había un montón de modelos de talles grandes y ahora son contadas con los dedos de la mano. En Argentina eso ni siquiera llegó. En el Bafweek a las modelos de tallas grandes le hicieron diferenciación en cuanto al estilismo, a las modelos trans también y las trataban en masculino, al final tenés que estar batallando todo el tiempo en estas cositas donde se supone que es un espacio seguro 

Un lugar donde sí se puede disfrutar y romper con eso es en la Feria Diversa que organizas. Contanos un poco de eso.
Feria Diversa es un espacio que tenemos hace seis años, donde juntamos más de aproximadamente 40 marcas que tienen diversidad de indumentaria en muchísimos talles. Es un espacio que está pensado para gente que no ha conseguido ropa en ningún lado y que puede encontrar por primera vez a muchas marcas con muchas tallas. En su mayoría, hablando binariamente, es ropa femenina. Pero tratamos de que exista ropa sin género y también marcas de varón. La realidad es que también hay muy pocas marcas de varón de talles grandes, entonces es un poco más complejo pero tratamos de que estén y eso es muy importante para nosotros. También hay calzado para quienes calzan tallas muy chicas o muy grandes y accesorios. Pasa mucho sobre todo, por ejemplo, con las riñoneras, no te la podes poner en la cintura porque no te cierran, entonces también tenemos marcas de accesorios que se encargan de tener accesorios que son acordes a otras corporalidades. Es un espacio completamente seguro que lo hacemos en una cooperativa que se llama Quetren Quetren, que queda en el barrio chino. Está hecho en una sola planta para que pueda ser accesible para todas las personas que tengan problemáticas con su movilidad y puedan venir y disfrutarlo. La entrada es gratuita, no necesitan venir a comprar. Pueden venir a pasar un lindo momento y conocer marcas. Y tenemos unos probadores enormes para que quien necesite tener su espacio y su lugar lo pueda hacer sin estar golpeándose por todos lados. Los esperamos el 5 de octubre en Quetren Quetren. Nos pueden encontrar como Feria Diversa en Instagram para que conozcan todo lo que hacemos ahí.