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Apuntes sobre un editorial venenoso

por Laura Litvinoff
02 de febrero de 2019

Después de que La Nación publicara la columna "Niñas madres con mayúsculas", en la que romantizaba las violaciones y las maternidades forzadas, la redacción armó una suerte de rebelión. Especialistas y trabajadoras del diario analizan el por qué del texto: la apología de la violencia, la ideología de la propiedad y un contexto de despidos como fondo y como frente.

Una vez más, el diario La Nación volvió a sorprender con un editorial tan polémico como nefasto, en el cual, refiriéndose a niñas pre-adolescentes embarazadas, dice enorgullecerse por aquellas que finalmente "deciden" concebir a sus hijxs. Como es habitual con estas columnas, el texto no tiene firma y bajo el hashtag #NiñasNoMadres ya despertó un sinfín de críticas, además del repudio absoluto de un gran sector de la sociedad, de organismos de Derechos Humanos, y de muchxs de lxs trabajadorxs de ese mismo diario ¿Quién es capaz de escribir un texto así? ¿Cuáles son las intenciones que se esconden detrás de esta moralina que, con un tono propio del discurso evangélico y el uso de palabras aleccionadoras, basa su discurso en un planteo ultra retrógrado-conservador? ¿En qué contexto interno del diario surge una propuesta semejante? Para analizar estos y otros interrogantes, referentes del feminismo actual por un lado, y algunas trabajadoras de ese mismo diario por el otro, nos compartieron sus reflexiones.
 
Haciendo apología de la violación
Es sabido que los medios masivos de comunicación son grandes formadores de opinión pública y esto es algo que La Nación, nacido como una “tribuna de doctrina” del mitrismo y de los vencedores de la Batalla de Pavón, nunca va a desaprovechar. La nota publicada ayer bajo el titular “Niñas madres con mayúsculas” considera que una niña violada debe continuar con su embarazo sin importar la tortura que implique el antes, el durante y el después de ese proceso de gestación.

"Es tan miserable cada palabra que, más que repudiarla, habría que pedir alguna sanción de la Justicia", pide la escritora Selva Almada

Para la escritora y militante feminista Selva Almada, esto es “lisa y llanamente una apología de la violación de las niñas" y considera también que la Justicia debería intervenir para evitar que este tipo de notas sigan apareciendo: "Hay tanto desprecio por el cuerpo de las niñas, por su derecho justamente a ser niñas, y por las mujeres y las personas con capacidad de gestar, que son capaces hasta de hablar de un supuesto “instinto maternal” para justificar las aberraciones que dicen. Es tan miserable cada palabra de esa nota que, más que repudiarla, habría que pedir alguna sanción por parte de la Justicia". 

La ideología de la propiedad
Como mencionamos anteriormente, no se sabe quién escribió el artículo, pero lo que sí es de público conocimiento es que Bartolomé Mitre --actual director de La Nación y tataranieto del Mitre fundador de ese diario-- es una de las personas más ricas y poderosas del país. ¿Es posible entonces que el exceso de poder pueda generar tal grado de megalomanía en una persona, hasta el punto de creer que no solo puede ser patrón de propiedades y tierras, sino también dueño de personas, cuerpos y niñas?

"No es la primera vez que pasa. Son notas que siempre están alimentando un modo no democrático de la vida pública en general", analiza la socióloga María Pía López

Según la socióloga y ensayista María Pía López, ésto es así, porque "lo que hizo La Nación ayer expresa muy bien el modo más reaccionario y más de derecha de la ideología propietaria, que va desde la idea de que el país es de los dueños de la tierra, y que también éstos son los patrones de los derechos, los cuerpos y las personas. Por este motivo ellos pueden llegar al extremo de considerar que el cuerpo de una niña es apto para la maternidad, y festejar que incluso una niña violada desea seguir adelante con un embarazo. Bajo el argumento de que parecen darle autonomía a las personas, de reconocerle autonomía a esas niñas, en realidad, lo que están es cerciorando un estatuto de "cosas", de "cosas" que fueron tomadas, violadas, sometidas, y que además ahora son sometidas a parir. Es evidente que el fondo de esa inflexión hay una ideología de la propiedad. Me parece que eso es lo que está puesto en juego en esa nota tan agraviante. Y no es la primera vez que pasa, sino que son notas que siempre están alimentando un modo no democrático de la vida pública en general y muy anti derechos en lo que que tiene que ver con el cuerpo, la sexualidad y el deseo de las personas."       
 
Una respuesta desde adentro 
Sin dudas, lo más interesante que sucedió a partir de la publicación de ese editoral fue la respuesta audaz de sus trabajadoras y trabajadores, quienes mediante una asamblea organizativa y a través de las redes sociales expresaron durante todo el día sus palabras de repudio a la decisión editorial y lograron, sobre el final de la tarde, que Fernán Saguier --subdirector de La Nación-- haga llegar un pedido de disculpas. De ese modo dejó en evidencia también que este tipo de notas siempre suelen venir desde un lugar oficialista y de muchísimo poder.

Sin embargo, este no fue el único caso de disgusto para los y las trabajadoras de La Nación. El comienzo de la semana estuvo marcado por el sorpresivo cierre de la planta impresora de este diario, seguido por el despido de todxs los trabajadores y trabajadoras de ese sector. Irene Haimovici, delegada de la Comisión Interna del diario, cuenta que, sin embargo, la respuesta de sus compañeras y compañeros frente a este hecho fue sumamente alentadora: “Hicimos una asamblea y después una protesta en la que participamos casi todos, así que quedó demostrado en la empresa que los trabajadores de prensa de la redacción acompañamos a los gráficos y repudiamos absolutamente el cierre de la planta impresora".

"Es una marca más de la maldad que está teniendo esta empresa, que empezó la semana con el cierre de la planta impresora y los despidos, y ahora decide cerrarla con este editorial", dice la delegada Irene Haimovici

Haimovici también opinó sobre la ya conocida noticia publicada ayer por el diario: "Siento un total repudio por esa nota, me parece una especie de guasada, más allá de alguna postura que pueda tener algún sector de los propietarios del diario a favor o en contra de la ley que legaliza la posibilidad de hacer un aborto, esto ya me parece una burrada máxima, una cosa cavernícola de querer justificar lo injustificable, una marca más de la maldad que está teniendo esta empresa, que empezó la semana con el cierre de la planta y los despidos, y que ahora decide cerrarla con este editorial. Es un momento muy riesgoso para los trabajadores, también porque ellos mismos están poniendo en riesgo la empresa y la continuidad de laburo para los otros."

Y como para dar cuenta un poco más sobre cuál es el contexto interno del diario al momento en que suceden este tipo de cosas, Haimovici agrega que cree que todo esto se debe a un problema con la impresión del diario, que se está haciendo en el interior del país y que eso hace que la redacción esté muy descontrolada: “Es probable que este editorial no lo haya visto nadie, porque estas editoriales suelen bajar directamente desde el directorio, y por ahí no pasa más que por alguna persona responsable de la sección editoriales, pero el resto de la redacción no llega a verlas”, afirma. 
 
Hay muchas preguntas que aún continúan sin respuestas, y entonces nos volvemos a preguntar: ¿quién ayuda a estas niñas a superar todo el horror que viven y el daño físico y psicológico que les ocasiona una violación y un parto en la infancia? El editorial de La Nación seguro que no, porque con notas como éstas, lo que hace es desplegar toda su misoginia y su machismo, amparándose en una moral sumamente dudosa, con la clara intención de disciplinar y aleccionar a las mujeres para terminar sometiéndolas a su voluntad.