Aceiteros: el gremio que se plantó ante las patronales y ganó
por Revista Cítrica01 de junio de 2020
En el porteño barrio de Monserrat tiene su sede la Federación Aceitera y Desmotadora, conducida por Daniel Yofra, secretario general de un gremio combativo que logró que un peón -la categoría más baja en la escala del sindicato aceitero- cobre 68.700 pesos. “Los dirigentes de la CGT se sientan a una mesa, y no se distingue quiénes son empresarios y quiénes son sindicalistas”, aseguró.
Las empresas aceiteras son enormes. No solamente por ser multinacionales, en su mayoría, sino por el espacio que ocupan. Las más grandes parecen miniciudades. Estas plantas del complejo cerealero oleaginoso, núcleo central del sector agroexportador, procesan fundamentalmente aceites y derivados de la soja (como los pellets de cáscara), girasol, otras semillas en mucho menor medida, y biocombustibles.
Así es en plantas como la de Dreyfus General Lagos, que cuenta con monumentalidades como una playa de estacionamiento principal para mil doscientos camiones y una secundaria para cuatrocientos más, o unos volquetes que los levantan y los inclinan para que descarguen rápido y el grano cae a un suelo donde hay una grilla para que vaya directo a la tubería. Como si el camión fuera de juguete. Allí la soja pasa por un largo proceso industrial y se exporta en el puerto con que cuenta, al Río Paraná, para embarcar en la propia planta.
Realidades similares se cuentan en establecimientos de empresas como Cargill (Villa Gobernador Gálvez-Punta Alvear, porque tiene una parte en una localidad y continúa hasta la siguiente, y Bahía Blanca), Oleaginosa Moreno de la multinacional Glencore en Bahía Blanca -con puerto de aguas profundas- y en Daireaux, AGD en General Deheza y en Villa Mercedes, la "Patito" de Molinos Río de la Plata en Rosario, entre algunas de las más grandes.
De la planta de Dreyfus General Lagos es trabajador Daniel Yofra, el Secretario General de la Federación Aceitera y Desmotadora F.T.C.I.O.D Y A.R.A, que cuenta con su sede en la Ciudad de Buenos Aires sobre la calle México al 1500, en el porteño barrio de Monserrat. Entre muchos temas, conversó con Revista Cítrica sobre la actualidad paritaria de los trabajadores del sector, su historia en el gremio, sus referentes, las diferencias con la CGT y el escándalo de la empresa Vicentín.
-¿Cómo analizás la reciente paritaria aceitera y el fundamento detrás de los pedidos? En particular ¿qué significa el concepto del Salario Mínimo Vital y Móvil según su definición legal y constitucional -que es reivindicada por Aceiteros-, y por qué es tan distinto ese monto del que calcula el Consejo del Salario?
-Nuestro formato de trabajo es que luchamos por el Salario Mínimo Vital y Móvil, según la definición de la Ley de Contrato de Trabajo, en el artículo 116 y el 14 bis de la Constitución. Esto lo hacemos desde hace 11 años, en la Federación -a nivel Nacional-, y en Rosario, hace 16 años que venimos peleando con esta política salarial. Estamos convencidos de esto. Primero porque nos dio resultado en la conciencia de los trabajadores, y segundo porque está dentro del derecho mismo, no estamos inventando nada nuevo. Los números los sacamos del estudio que hace el Indec de acuerdo a una encuesta de hogares, que en algún momento lo hicieron en 9 provincias -luego lo dejaron de hacer- y ahora solo lo hace Capital Federal, pero nosotros lo tomamos para todo el país.
En este sentido, el salario le debe garantizar un vida digna al trabajador; una alimentación adecuada, la educación, el vestuario, la vivienda digna, el transporte, el esparcimiento, la asistencia sanitaria, las vacaciones y la previsión. Todo lo que dice la ley. El 30 de abril llegamos a un acuerdo con las patronales de la cámara aceitera y del biocombustible, donde llevamos el salario más bajo -el de peón- a 68.700 pesos. Que si lo querés trasladar a porcentaje, sería un 25 %. Con una cifra no remunerativa por los meses de enero hasta abril, producto de que el convenio se había vencido el 31 de diciembre. Esa cifra ronda en los 55 mil para la categoría más baja, y 70 mil para la categoría más alta. Hay cuatro categorías entre los aceiteros.
Creo que la diferencia con lo que presenta el Consejo de Salario, es -en primer lugar- que nosotros damos la definición. Los resultados de ese valor de la fuerza de trabajo los da el Indec. En realidad tampoco sabemos cuáles son los motivos por el cual el Consejo del Salario discute ese monto. A mí entender, es un monto que el Gobierno 'ofrece', y las partes dicen que 'sí'. Y el Gobierno, desde que empezó el Consejo del Salario -allá por los primeros años del 2000, con el Kirchnerismo- se fijó en un monto bajo. Y después le fueron agregando las 'supuestas inflaciones' que iba a haber en el año, y que -obviamente- todos los años se han equivocado, perjudicando el salario de todos los trabajadores que lo cobran. Esto ni siquiera es una negociación, porque no hay una contrapropuesta de parte de los que nos deberían defender a nosotros, que en este caso es la CGT.
El 30 de abril llegamos a un acuerdo con las patronales de la cámara aceitera y del biocombustible, donde llevamos el salario más bajo -el de peón- a 68.700 pesos.
Esa discusión que nosotros planteamos del salario Mínimo Vital y Móvil, es lo que nosotros creemos que debería ser el punto de partida para todos los trabajadores. Y esa es la discusión que hay que dar. Nosotros consideramos que el salario no lo fija el mercado ni tampoco lo fijan las posibilidades que tengan las empresas, sino que lo fijan las necesidades de los trabajadores. Entonces, cuando determinemos cuánto tiene que ser el salario para que los trabajadores vivan dignamente, después tendremos que discutir quiénes lo pueden pagar; y si no lo pueden pagar, tendremos que ver por qué no lo pueden pagar, y las patronales tendrán que poner sobre la mesa los balances -como corresponde-, como lo establece la ley de negociaciones colectivas. Es una exigencia que nosotros tenemos que dar. No puede ser que los trabajadores siempre tengamos que presentar un 'certificado de pobreza' a la hora de pedir un aumento salarial, y los empresarios no quieran justificar absolutamente nada. Es 'la teoría de la tristeza', donde dicen que 'no pueden pagar', y se terminó la discusión.
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Cabe destacar también que los trabajadores de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina firmaron su acuerdo correspondiente a obreros y empleados desmotadores de algodón. En este sentido, el salario inicial de un trabajador de una jornada normal (200 horas mensuales) de la categoría inferior -peón- entre salario básico y adicionales llegará a $ 49.965 a partir del 1° de abril de 2020, lo que en términos porcentuales implica un aumento del 30%. También acordaron el pago de una asignación extraordinaria no remunerativa de $ 11.700 que se abonará en cuatro cuotas. Gran acuerdo que se logra en una situación extraordinariamente difícil.
-La dirigencia de años anteriores tenía características más 'pro patronales' en varios sentidos, y la actual dirigencia del sindicato armó un esquema de conciencia laboral de una gran fortaleza. ¿Cómo lograron construir un sindicato tan firme en sus reclamos, desde las autoridades hasta los mismos trabajadores?
-Nosotros construimos la Federación desde 2009, y tomamos mayor fuerza en 2013, a través de una conciencia de lucha y de clase, desde los dirigentes de la Federación hasta los trabajadores, quienes acompañan mucho nuestra lucha. Creo que la concientización se funda a la hora de empezar a discutir y saber qué es lo que uno necesita, y cuáles son nuestros derechos: cuando uno crea esa conciencia, resurge la fuerza. A nosotros se nos solidificó esta conciencia a través de triunfos y logros. El hecho de decir que a nosotros nos corresponde a una determinada cantidad de dinero para satisfacer nuestras necesidades, y después lograr plasmar esa idea, hizo que los compañeros creyeran aún más en la lucha por los salarios dignos. Es muy difícil crear conciencia cuando no obtenés los resultados que te propusiste. Esto nos dio la posibilidad de generar una conciencia que se mantuvo a lo largo de los años.
La primera paritaria de Aceiteros fue en Rosario, en la empresa Dreyfus, en 2004. Y desde ahí seguimos con la misma política salarial. Cabe destacar que los anteriores dirigentes, si bien no eran 'Pro Patronales', eran meramente administrativos. Ellos tenían una injerencia sobre nuestros trabajadores similar a la que hoy tiene la CGT a nivel nacional: es decir que aceptaban todo lo que las patronales les decían. Alguna vez, un compañero dirigente, que era burócrata, nos acompañó a discutir una de las paritarias. Vino una sola vez. Nuestra manera de pelear por nuestros sueldo es discutirlo con fuerza ante los patrones. Y él nos decía que nunca había vivido una situación de esas características; que estaba acostumbrado a pedir 20 -por ejemplo-, les daban 10, y el debate por la paritaria se terminaba ahí. Es decir que no consideraban que nuestros derechos fuesen un buen motivo para luchar por mejoras salariales.
El hecho de decir que a nosotros nos corresponde a una determinada cantidad de dinero para satisfacer nuestras necesidades, y después lograr plasmar esa idea, hizo que los compañeros creyeran aún más en la lucha por los salarios dignos.
En mayo de 2015 hicimos una huelga de 25 días. Fue histórica en la Federación. Pudimos quebrar a la patronal y al gobierno que -en ese momento- no quería que cerremos en un porcentaje paritario superior al techo que ellos habían implementado. Después de esta huelga, la organización gremial de Aceiteros se dio a conocer un poco más a nivel nacional, y tanto las patronales como los gobiernos nos reconocieron como un gremio capaz de llevar adelante una huelga extensa, y de utilizar -precisamente- esta herramienta como medida de fuerza. Creo que hay otros sindicatos que no la utilizan como debieran, quizá por vergüenza o por miedo. Pero esta lucha, a la que hago referencia, nos consolidó como organización.
-¿Cuáles fueron tus referentes sindicales en los años de formación?
-Creo que, desgraciadamente, a los mejores referentes los asesinaron en los años '70. Con los militares, y antes de los militares también. En particular, tengo a mi padre y a mi tío, que fueron dirigentes de la Unión Obrera Metalúrgica de Villa Constitución, en Santa Fe. Fue el primer caso testigo de lo que iban a hacer los militares con los dirigentes sindicales y los activistas de todo el país. Ellos estuvieron presos en los años '70, y fueron mis referentes familiares en este sentido.
Después tuve referentes en la zona de Rosario, que es donde fueron mis primeros pasos como dirigente sindical. Hay muchos dirigentes en Rosario que son un ejemplo de lucha para todo los jóvenes que hoy militan. En la Federación, nuestro referente no fue un sindicalista, sino que fue un asesor legal, un abogado, que se llamaba Horacio Zamboni, que falleció en 2012. Él fue nuestro motor desde la mitad de todo el proceso 'revolucionario' que llevó adelante la Federación. Fue quien nos brindó todo su conocimiento, toda la conciencia que hemos adquirido. Fue el referente principal de la Federación. Nosotros no tenemos -dentro de la Federación- ningún cuadro que sea de un 'referente sindical' de otra época. Tenemos fotos de compañeros en la lucha, en asambleas, en movidas grandes que hemos hecho para recuperar la libertad y democracia sindical.
A Zamboni lo conocí en 2003, y ahí empezó toda una carrera -primero- en el sindicato Rosario, y luego en la Federación, a partir de 2009. A nosotros nos ayudó muchísimo, nos instó a poder seguir con esta línea de lucha.
-¿Cuáles considerás que son los sindicatos compañeros en un contexto donde la CGT -en general- relega conquistas laborales?
-El Frente Sindical por un Modelo Nacional es nuestro espacio, al cual pertenecemos y nos identificamos. Allí conviven muchos integrantes que defienden a los trabajadores, pelean por salarios, y otras diferentes reivindicaciones. Nosotros somos parte de este Frente, más allá de que pertenezcamos administrativamente a la CGT. Nombrar algunos de esos compañeros sería una injusticia porque muchos otros quedarían afuera. Por suerte son muchos los dirigentes y compañeros que pelean. Lamentablemente, los medios de comunicación hegemónicos siempre hacen referencia a los malos dirigentes, y no para mejorar al sindicalismo actual de nuestro país, sino para que los compañeros se desanimen y descrean de los dirigentes. Pero hay muchísimos que valen la pena. Con ellos caminamos la calle juntos, peleamos, y discutimos por un sindicalismo mejor, y que represente los intereses de los trabajadores.
-¿Qué rol puede jugar la UTEP a todo esto, que reúne a miles de trabajadores informales?
-Entiendo que si bien son trabajadores que -desde hace muchos años- desgraciadamente han sido marginados por los distintos gobiernos de turno, y se han podido reagrupar a través de esta Unión, me parece que está bueno que se sientan representados. Evidentemente, si se han formado en una unión de trabajadores que no están registrados, o trabajadores temporarios, o desocupados, evidentemente es porque es un reflejo de la CGT que hemos tenido durante todos estos años, que no se han visto representados, ni ven que tengan el paraguas de la CGT.
En otro contexto esto es darle un marco de legitimidad a los trabajadores precarizados. Y en este sentido, pienso que esto que ocurre deberíamos evaluarlo como sociedad. Es decir, crear un sindicato de desocupados o de trabajadores que no están registrados es 'institucionalizarlos'. Pero me pregunto ¿cómo sería si empiezan a trabajar en fábricas? ¿Seguirían perteneciendo a la UTEP? ¿O pertenecerían al gremio al que van?
Cuando se crea una Unión es para no perder afiliados, pero lo lógico sería que esos trabajadores informales sean trabajadores formales, que tengan su derechos, que los cubra la ley de contrato de trabajo, y que tengan su sindicato. Creo que tuvieron la necesidad de organizarse, y que, en lugar de ser varias organizaciones, ser una sola, y que esté unida. Eso me parece fundamental, para tener más fuerza.
-¿Qué opinás del caso de la empresa Vicentín? ¿El sindicato tiene una posición tomada al respecto? ¿Hay una parte de Vicentín que tiene trabajadores del convenio Aceitero?
-Este es un caso bastante complejo de analizar. Creo que tenemos muchas informaciones al respecto, pero poco por parte de la empresa. No sabemos bien qué es lo que pasó. Creo que el caso de Vicentín va a pasar a la historia como esos casos que nunca terminan por aclararse. Espero que no, pero percibo que va a ser así. Estuvimos 4 años escuchando al gobierno macrista hablar sobre que 'Cristina se había robado todo', y ahora es vicepresidenta de la Nación y Presidenta del Senado. Al final, nunca nos terminamos de enterar si el macrismo mentía, o si Cristina era realmente lo que decía el macrismo. Espero que Vicentín no sea un caso más del cual no nos vamos a poder enterar la verdad. Pero, para nosotros, lo más importante es que dentro de esta historia están los trabajadores.
Nosotros representamos una pequeña parte de ellos, que están en la zona de Avellaneda, en el norte de Santa Fe. Son aproximadamente 130 trabajadores. Ellos son nuestra prioridad. Cómo se resuelva el caso será una responsabilidad del Estado y de la empresa. Lo único claro que hay en esta problemática es que los dueños de Vicentín sacaron un préstamo millonario que el Gobierno de Mauricio Macri les entregó, y ahora -supuestamente- están fundidos, y no tienen plata. Creo que tendrán que rendir cuentas sobre esto. Y entiendo que deberían rendir cuentas hasta con su libertad. Muchísimos presos en Argentina han cometido delitos muy menores en comparación con lo grave que ha hecho esta gente. Alguien tendrá que hacerse responsable de esto. Espero que -para el bien de la sociedad- esto ocurra, y que -de una vez por todas, como sociedad- no pensemos que 'se puede hacer cualquier cosa y no pasa absolutamente nada'.
El caso de Vicentín va a pasar a la historia como esos casos que nunca terminan por aclararse. Espero que no, pero percibo que va a ser así.
Con respecto a la expropiación, pienso lo siguiente: uno, cuando saca un crédito en un banco, por ejemplo un crédito hipotecario para comprar una casa, y no lo pagás, te sacan la casa. Al mismo tiempo pienso que no estoy tan de acuerdo con que se estatice la planta porque -me pregunto- ¿quién la manejaría? ¿Los mismos que les dan los créditos? ¿Los mismos que han llevado al casi default al país? Alguien le dio un crédito a una empresa que no estaba en condiciones de recibirlo. ¿Van a ser ellos los que van a manejar esa empresa? Entiendo que lo que hay que hacer es lo que exige la ley, como ocurre con cualquier ciudadano común que pide un crédito y no lo paga. Y a partir de ahí se lo tienen que dar a otro que lo haga funcionar como corresponde, priorizando a los trabajadores. El Gobierno debería ir en esa dirección, para que los trabajadores no se queden en la calle.
-¿Cómo considerás lo del tema del impuesto a la riqueza? ¿Es viable? Parte de la estrategia de Aceiteros es revisar los balances de las empresas antes de negociar paritarias. ¿Creés que todos los sindicatos deberían hacer lo mismo?
-Creo que si bien son dos temas distintos, se terminan entrelazando en algún punto, en el sentido de la disputa de clases. Con respecto al tema del impuesto a la riqueza considero que no tenemos una sociedad concientizada para luchar por un impuesto que es lógico. Hay empresas y empresarios que se han beneficiado durante los últimos 30 o 40 años, que son multimillonarios, y que están convencidos de que no le debe nada a nadie. Creen que esa fortuna que tienen la hicieron trabajando.
Pero resulta que, con la misma cantidad de años vividos, la gente se jubila con tres pesos con cincuenta. Me parece que esto es muy injusto. Si queremos una sociedad equitativa, con menos delincuencia y con menos ignorancia, tenemos que entender que uno no puede ganar muchísima plata y otros prácticamente nada.
Para llevar adelante esta lucha, la clase trabajadora tiene que estar consciente de este tema, porque durante todo este tiempo el sistema nos ha llevado a pensar que tenemos que defender más a la gente que está llena de plata, que a los trabajadores mismos, o a los pobres. Y siempre la crítica va direccionada hacia el más débil. Es decir que nos terminamos quejando de que pagamos impuestos 'para mantener a los pobres' o a los supuestamente 'vagos', pero nunca nos quejamos de la plata, que también sale de nuestros impuestos, y que sirve para mantener a ciertas empresas. Con este tema no pasa absolutamente nada.
Hay empresas y empresarios que se han beneficiado durante los últimos 30 o 40 años, que son multimillonarios, y que están convencidos de que no le debe nada a nadie.
Esto se vio bien claro cuando Macri se auto condonó la deuda del Correo Argentino, siendo Presidente de la Nación. Prácticamente nadie salió a decir absolutamente nada. Otro ejemplo fue cómo nos manipularon en la época del conflicto con el campo, el sector con más dinero acumulado, donde se encuentra la Sociedad Rural Argentina, la Federación Agraria. Supuestamente 'luchaban en favor del pobre campesino'. Y cada vez que se hacía una convocatoria, salían todos con la bandera como si fuese una patriada la que había que hacer para defenderlos. Y después, cuando se normalizó todo, que el campo terminó ganando esa pelea, y vino después el gobierno de Macri, no solamente el campo no ayudó prácticamente a nadie, sino que encima le dejaron de cobrar impuestos. Ellos decían: 'Que nos den el impuesto a nosotros, que nosotros vamos a colaborar con las escuelas'. Y eso fue una mentira total. Jamás colaboraron con nadie. Eso lo puedo corroborar yo mismo, porque vivo en una zona de producción rural en el sur de Santa Fe. En definitiva el problema no es que el rico no quiera ayudar. El problema es que el pobre crea que lo tiene que defender.
En este sentido, yo estoy completamente de acuerdo con el impuesto a la riqueza. Porque -además- sería como una suerte de 'negociado'. Los empresarios ponen fortunas para las campañas electorales para que después obtengan las correspondientes prebendas. El retorno les llega. No conozco ningún rico que haya puesto dinero para los gobiernos de turno y que se haya empobrecido. Sino todo lo contrario. Han incrementado exponencialmente sus riquezas. Entonces, entiendo que ahora también lo podrían hacer; como una especie de 'negocio'. Es decir: hoy ponen un porcentaje que ayude al gobierno y mañana -seguramente- van a tener muchos 'beneficios' que van a multiplicar sus fortunas, mediante futuros negocios que siempre le dan los gobiernos.
El problema no es que el rico no quiera ayudar. El problema es que el pobre crea que lo tiene que defender.
Creo que nosotros -como sociedad- no nos deberíamos poner del lado de los más ricos. Cuando se dan las negociaciones paritarias -por ejemplo, como la nuestra, que es una demostración de la lucha de clases- basándonos en la ley de negociaciones colectivas, la cual obliga a ambas partes a negociar de buena fe (esto implica que los dos lados están obligados a intercambiar información necesaria para llevar adelante la negociación) nosotros les pedimos los balances. Y si las empresas no quieren dar el aumento porque no están en condiciones, les pedimos que nos lo demuestren. Para eso está la ley. Y los gobiernos se lo tienen que exigir a las empresas, porque es un derecho de los trabajadores. Es el derecho a la información y a negociar de buena fe. Por eso, muchas veces, cuando las empresas arrancan un proceso administrativo preventivo de crisis, están obligadas a presentar los balances. Y no lo presentan porque no pueden mentir con los balances en mano. Quieren presentar dos o tres papeles justificándose con 'el cuento de la lástima'.
Todos los trabajadores les deberían exigir a las empresas que les paguen un buen salario, y que si no los pueden pagar, que demuestren por qué. Porque nosotros demostramos lo que buscamos con la negociación del Salario Mínimo Vital y Móvil, y ponemos nuestros argumentos arriba de la mesa. Cada trabajador debería saber cuánto tiene que cobrar. Ese es un problema de muchos sindicatos, que no saben cuánto es el verdadero valor de la fuerza de trabajo. Entonces piden cualquier cosa. Piden lo que les dice el sistema. Por eso, en primera instancia se debe saber cuál es el verdadero valor de la fuerza de trabajo. Y segundo, reclamar ese valor. Y si la empresa dice que no lo puede pagar, que lo demuestre mostrando los balances.
-¿Qué reflexión te merece la situación de la clase trabajadora en la crisis actual, y la postura de Aceiteros sobre lo que firmaron CGT y UIA sobre suspensiones?
-La clase trabajadora ya venía en crisis antes de la pandemia, desde hace muchos años. La promesa del macrismo, en 2015, fue la de cambiarle la realidad a los trabajadores, que supuestamente estaban mal, y terminamos peor. Y esta pandemia lo que hace es profundizar esa crisis. Si uno piensa en que antes de la pandemia el 50 % de los asalariados registrados eran pobres, tenían sueldos de pobres, imaginate lo que hoy implica esa situación, con los aumentos de la canasta básica, que es lo que más consumen la mayoría los trabajadores.
Los trabajadores no tienen la posibilidad de ir en avión, ni en barco, ni de utilizar los elementos que llevan a que la inflación tenga unos números por debajo de lo que realmente se siente en los bolsillos del trabajador común. Y a todo esto se le suma aquellos trabajadores monotributistas, o los que no están registrados, o los que hacen changas, que no cobran un peso hace más de dos meses.
Imaginate lo que va a ser esto cuando termine la crisis, ¡si es que llegamos a que se termine! Nosotros estamos viendo todo lo referido a la pandemia, los controles, los barbijos, los cuidados que tenemos que tener para salir a la calle, para contactarnos con otras personas, pero nadie ve que la gente se va a morir de hambre.
Un gran porcentaje de las necesidades básicas que establece la ley no van a estar satisfechas con el dinero que puedan adquirir.
A mí me parece que la crisis se va a profundizar, y desgraciadamente -no es una sorpresa- hoy los dirigentes de la CGT se sientan a una mesa, y no se distingue quiénes son empresarios y quiénes son sindicalistas. En donde no se hace otra cosa que aceptar las propuestas de los empresarios y del Gobierno. No hay ninguna negociación, sólo salen en la foto. A nosotros no nos informan absolutamente nada. Nos enteramos por los medios. Y yo hablo como Secretario General de una Federación. Ni siquiera nos consultan. Uno no está esperando que tengan democracia sindical, pero no hay ningún tipo de consulta hacia el secretariado general.
Entonces, me parece que esa decisión inconsulta lleva a cometer errores. Yo entiendo -porque conozco lo que son las negociaciones- que la CGT sólo está para hacer un convenio marco. La CGT no puede velar por los problemas particulares de cada organización o de cada sector. Entonces uno, tratándolo de ver con buenas intenciones, entiende que hay trabajadores que ya se venían suspendiendo y no cobraban un solo peso, en los sectores que no están representados o registrados. Después hay otros gremios que ya venían negociando la rebaja o el porcentaje para la gente suspendida.
Si uno piensa en que antes de la pandemia el 50 % de los asalariados registrados tenían sueldos de pobres, imaginate lo que hoy implica esa situación, con los aumentos de la canasta básica.
La finalidad de esta supuesta negociación es que los empresarios necesitaban tener el aval del Gobierno y la CGT para poder hacerlo. Las empresas que no tenían pensado suspender, lo van a hacer porque obviamente que les ha mermado el trabajo, y más aquellas empresas que dependen del mercado externo. La crisis es mundial. Y cuando uno se enferma no sale a comprar. Entonces habilita a que si tenés la posibilidad de bancar a los trabajadores con el 50% de la capacidad ociosa, no lo hagas, porque ya la CGT lo habilitó a que suspendan a los trabajadores, y que se ahorren el 25% del salario. Es un ahorro para las empresas.
Repito, son decisiones inconsultas, y esos errores se cometen. A propósito, o no. No creo que sean por ignorancia, porque no son ignorantes. Pero sí demuestran una incapacidad para ser dirigentes del organismo más importante que tenemos la clase trabajadora, que es la CGT.
-¿Cuán fundamental resultó -y resulta- el trabajo de Salud y Seguridad Laboral que viene haciendo la Federación desde antes de la pandemia con los Comités Mixtos, y cómo se aplicó esto en la pandemia?
-Nosotros venimos trabajando en este tema desde hace mucho tiempo. La prueba piloto de la habíamos hecho en Molinos Río de la Plata, donde participaban los delegados, conjuntamente con la empresa. Después se hizo ley la exigencia de tener los Comités Mixtos de Higiene y Seguridad en la Provincia de Santa Fe. Con esta herramienta nosotros empezamos a tener buenos resultados, no solamente como trabajadores, minimizando los riesgos, sino también en beneficio de las empresas. Porque cuando se accidenta un compañero, la planta se detiene.
A las empresas les molesta que los trabajadores les organicemos el trabajo. Cuando vos tenés la organización plena del trabajo y determinás si se puede realizar una cierta tarea, significa que la empresa empieza a compartir las decisiones con los trabajadores, que son quienes -en definitiva- terminan resolviendo las cuestiones, porque -sencillamente- son los que saben cómo hacer las cosas dentro de la empresa.
'Si uno hace algo que sabe que se puede accidentar, y ese accidente lo lleva a la muerte, yo no lo voy a poder defender. A un trabajador despedido, yo puedo defenderlo. Pero a un trabajador muerto, no lo puedo defender más'.
Para 2016 logramos imponer -dentro de las paritarias- la creación de Sistemas de Comités Mixtos de Higiene y Seguridad Industrial, a través del convenio, en todo el país. Con la particularidad de que no necesariamente el trabajador tenía que ser delegado o parte de la comisión directiva de cada lugar, para decidir sobre una situación de inseguridad laboral. Con la ventaja de que iba a tener los fueros sindicales. Porque vos imaginate que un compañero, cuando va a una reunión, y hay un problema de seguridad, tienen que parar la planta. Esa decisión hay que tomarla. Y si no tiene los fueros sindicales es muy probable que lo terminen despidiendo. Nosotros logramos que tengan los fueros sindicales como cualquier delegado -no siéndolo- para que tenga esa protección.
Esto nos ha dado muy buenos resultados, aunque en algunos lugares todavía no lo podemos aplicar. Hay empresas que se niegan a hacerlo. Se resisten porque no les conviene que los trabajadores tomen la decisión de trabajar o no de acuerdo a la seguridad. Pero para nosotros todo esto fue muy importante, y se vio reflejado en esta pandemia, donde generalmente surgen todas las miserias y las demás cuestiones donde las organizaciones funcionan mal cuando hay una situación de estas características, que nunca se ha vivido.
Pero sí teníamos que estar preparados de alguna manera determinada. Las empresas, en su gran mayoría, no tenían protocolos de seguridad para que los trabajadores no se contagien. Cuando el Gobierno Nacional tomó la determinación de aplicar el decreto de necesidad y urgencia, de que los Aceiteros seamos una de las excepciones y teníamos que ir a trabajar, teníamos dos caminos: uno era el de resistir, negarnos a trabajar y enfrentarnos al gobierno. Y el otro era ir a trabajar y acondicionar todos los sectores plausibles de ser espacios de contagio, como los de logística, a donde entran camiones, y se producen entradas y salidas de barcos. Es decir, con personal que no se encuentra dentro de las fábricas.
A las empresas les molesta que los trabajadores les organicemos el trabajo. Cuando vos tenés la organización plena del trabajo y determinás si se puede realizar una cierta tarea, significa que la empresa empieza a compartir las decisiones con los trabajadores.
Este último fue el camino que tomamos. Con esto minimizamos en un porcentaje muy elevado el riesgo del contagio. De hecho, por suerte, los aceiteros no hemos tenido todavía ningún caso positivo de coronavirus. Yo fui a una de las fábricas, a la cual pertenezco, que es Dreyfus, a hacerme cargo de esa situación, para charlar conjuntamente con los trabajadores, el cuerpo de delegados y el Comité Mixto de Seguridad Industrial, y pudimos implementar nuestro propio protocolo, a partir del protocolo que tenía la empresa, de no realizar ciertas tareas que podían llevar al riesgo del contagio.
En general, donde funciona bien el Comité Mixto de Seguridad e Higiene Laboral, y se resuelven los problemas, se achica mucho la tendencia de los accidentes. Por supuesto que accidentes siguen habiendo, pero tenemos que minimizarlos lo más posible. Esto va a depender de la conciencia que tengan los trabajadores, de no realizar ciertas tareas. Esto es muy importante, porque además tienen el apoyo de Sindicato. En todas las asambleas que participo siempre les digo esta frase a los trabajadores, con respecto a la seguridad industrial: 'Si uno hace algo que sabe que se puede accidentar, y ese accidente lo lleva a la muerte, yo no lo voy a poder defender. A un trabajador despedido, yo puedo defenderlo. Pero a un trabajador muerto, no lo puedo defender más'.
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