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80 milongas para recordarte

por Agustín Colombo
08 de marzo de 2016

Con la excusa de un nuevo aniversario de su nacimiento, este jueves, en el mítico estadio Centenario de Montevideo, un grupo de reconocidos músicos de Uruguay, Argentina, España y México homenajeará a Alfredo Zitarrosa, el cantor oriental que, como dijo Eduardo Galeano, hizo vibrar la tierra y desde un largo tiempo hace vibrar los cielos.

La gráfica de difusión está predominada por el negro, porque no podía ser de otra manera: el color con el que Alfredo Zitarrosa cantó y vivió siempre fue ese. Sus trajes impolutos, su pelo engominado y hasta su voz podrían identificarse con esa oscura luminosidad que lo envolvía. Fue por eso que para celebrarlo y recordarlo en este marzo, el mes en el que cumpliría 80 años, la intendencia de Montevideo y el Ministerio de Cultura de Uruguay organizaron un concierto homenaje en el mítico estadio Centenario, donde llegarán músicos de diferentes países para rendirle un merecido tributo. Los carteles, afiches y propagandas de este homenaje, por supuesto, tienen siempre el mismo color de fondo.

 

Fue tan prolífica la obra de Zitarrosa, que sigue vigente y latente a pesar de que ya pasaron 26 años de su partida. El cantor del pueblo oriental, como varios de los mitos que nacieron y se consolidaron en esta parte del mundo, crece a pesar de su muerte. Crece desde el pie, como él mismo deseó y cantó: desde aquellos que aún recuerdan sus convicciones, su entereza humana, su compromiso político, y desde los que lo definen como un hombre que anticipó al tiempo latinoamericano, que padeció como nadie los horrores y la censura en su país, y que fue devorado, día a día, por un exilio obligado y angustioso. 

 

Zitarrosa partió cuando tenía apenas 52 años. No fueron los malditos 27 de otros músicos legendarios como Jim Morrison, Jimi Hendrix o Kurt Kobain. Él vivió más, pero no por eso vivió lo suficiente. Muchísimas personas a las que el cantor uruguayo encandila, aquí y allá, se quedaron sin escuchar su voz de cerca, arriba de un escenario, a un par de metros de distancia. Durante mucho tiempo, debieron --“debimos?-- conformarse con los vinilos heredados, los cassettes o, más acá, los cedés.

 

El compromiso de muchos y la tecnología, ahora, están haciendo su aporte. Desde hace meses, el subsuelo del Teatro Solís montevideano está habitado por decenas de cajas con grabaciones, partituras, cartas a amigos, dibujos a sus hijas Serena y Moriana, programas de radio de su época de locutor, afiches de los lugares donde cantó, fotos, discos, trajes y corbatas y hasta el tucán embalsamado que fue su mascota. La vida material de Zitarrosa permanece allí. Y el Centro de Investigación, Documentación y Difusión de las Artes Escénicas, por suerte, lo está clasificando, reconstruyendo, mejorando y digitalizando. Lo otro, su vida inmaterial, sensible y auditiva, está en quien quiera tenerla: vuela por los aires a la espera de nuevos receptores que queden atrapados por el encanto de su voz y su poesía.   

 

Recordándote

Los artistas que estarán en el Centenario el 11 de marzo saben que recordar a Zitarrosa es parte de una obligación cultural y simbólica. Habrá, para representar cabalmente su historia, músicos de Uruguay, de Argentina, de México y de España: su amada patria, su patria vecina, y sus lugares de refugio, donde sufrió el desarraigo y afrontó sus días más tristes. La lista de los que lo homenajearán es larga y ecléctica: Joan Manuel Serrat, Jorge Drexler, Liliana Herrero, Soledad Pastorutti, Pepe Guerra, Lisandro Aristimuño, Larbanois-Carrero, Malena Muyala, Braulio López, Juan Campodónico, Emiliano Brancciari y Sebastián Teysera son sólo algunos. La dirección del concierto estará a cargo de otro cantautor uruguayo, Fernando Cabrera, quien aseguró que el sentido del concierto será “redimensionar en la época actual la presencia de la obra de Zitarrosa en el presente, y recordársela a los jóvenes que no la tengan tan presente y a los otros como yo y mayores que sí lo conocimos”. Cabrera, poeta y músico, rescató la versatilidad y complejidad del hombre que marcó las bases de la música popular uruguaya y latinoamericana: “La intención es hacer hincapié en las canciones que dejó. Podemos subdividir distintas facetas de toda esa maravilla: lo letrístico por un lado, estamos frente a la presencia de un enorme poeta y, en lo musical, es un gran compositor de músicas y no meramente de las melodías, bellísimas todas, sino también en el concepto arreglístico de sus guitarras”, explicó.

 

Arriba del escenario, cantándole al cielo, serán muchos los que recordarán los días en que Zitarrosa estaba en la tierra, junto a ellos, entonando vidalitas y milongas. O entrevistándolos en su faceta de periodista, como sucedió con Serrat el 5 de agosto de 1970, una perlita que está disponible en Youtube. Uno de los músicos que compartió muchísimos momentos con Alfredo fue Héctor Numa Moraes, testigo y coautor de su hermoso último disco, Sobre pájaros y almas, que se editó y publicó póstumamente.

 

También estarán los que no lo conocieron personalmente, pero lo tomaron como faro de sus carreras musicales. Liliana Herrero y Soledad Pastorutti entran en ese grupo. "Estamos ante un doble rescate, desde lo estético y desde lo político. Este es un rescate a la memoria musical, poética y política de un artista decisivo; lo que resulta fundamental en el mundo globalizado --le cuenta Herrero a Cítrica--. Zitarrosa estaba comprometido con la transformación de este mundo y yo me siento emparentada con esa causa. Aunque no lo logremos, lo seguimos intentando". Por su parte, la Sole reconoce que es "muy difícil" cantar canciones de Alfredo porque él, arriba y abajo de los escenarios, transmitía "mucha personalidad". Ella y todos los que estarán en el Centenario, al menos públicamente, agradecieron la oportunidad de poder homenajear a Zitarrosa, aunque ya hace rato que no esté. Saben que él, desde algún lugar, los estará escuchando.