En Argentina, los medicamentos subieron por encima de la inflación
por Diego Lanese07 de noviembre de 2019
En la era Macri algunos tratamientos quintuplicaron su valor. Esto se potenció con la última devaluación, que convirtió a los remedios en “mercadería de lujo”. La crisis sanitaria crece de la mano de la suba de la pobreza.
“¿No me puede dar unas pastillas sueltas, hasta que cobre?”. El jubilado hace su consulta en voz baja, en confidencia, para que el resto de las personas que están en la farmacia no lo escuchen. Para NA, farmacéutico de un barrio periférico de Lanús que prefiere no dar su nombre para proteger a sus pacientes, la situación es repetida. Casi todos los días las personas que van, receta en mano, a comprar sus medicamentos, no sólo se quejan por el precio, sino que dejan de llevar alguna presentación, piden una opción más barata o directamente no se llevan el tratamiento.
Esta realidad comenzó hace unos años, con incrementos por encima de la inflación, y se potenció luego de la devaluación posterior de las PASO, cuando los tratamientos médicos y otros insumos de la salud dispararon su valor. La consecuencia: una grave crisis del acceso a los medicamentos, que no sólo pone en peligro la rentabilidad de las farmacias (500 cerraron sus puertas en el último año) sino que además amenaza con colapsar todo el sistema sanitario. Es que esos pacientes sin recursos que no pueden hacerse de sus tratamientos deambulan por consultorios y salas de espera de hospitales, buscando una salida a sus necesidades.
La última devaluación del peso tuvo un impacto directo en el sector farmacéutico, que tiene una cadena de valor altamente dolarizada. Según los datos, los tratamientos tuvieron subas de hasta un 20 por ciento, profundizando la crisis de acceso. Hasta ese momento, la caída de la dispensa de recetas en farmacias marcaba un punto histórico en los últimos años: en 2018 se dejaron de vender 40 millones de unidades. Además, la crecida del dólar impactó en el precario sistema público porque mucha más gente tuvo que recurrir a sus centros asistenciales. Las empresas dejaron de entregar insumos por la falta de precios de referencia y algunas licitaciones se dejaron de cumplir. La crisis hizo que en hospitales de la provincia de Buenos Aires se suspendieran cirugías, por ejemplo, o se retrasara la entrega de material esencial, como gasas y desinfectante. Quienes más recurren al sistema estatal son pacientes crónicos, como hipertensos y diabéticos, que no pueden acceder a su medicación diaria. “Es desesperante”, afirman médicos y médicas, que hacen malabares para que los escasos recursos lleguen a los más necesitados.
Colapso sanitario
La principal consecuencia de la suba de precios es el desplome de la dispensa. Según el Observatorio de Salud, Medicamentos y Sociedad de la COFA –que se basa en datos de su red de 12 mil farmacias distribuidas en todo el país –en julio de este año, previo a la última gran devaluación, hubo “una baja importante en la dispensa en unidades que llega al 3,42 por ciento, y a cercana a los 2 millones de unidades menos”. A esto se le suma que en 2018 hubo “una retracción importante en unidades (-5,1 por ciento), que representa 37.886.666 unidades menos”. Esto hace que el año pasado, en todo el país, se dispensaran 100 mil medicamentos menos por día.
Estos números muestran lo dramático de la situación, que la propia COFA califica como “un grave problema de salud pública”. Esas personas, que no pudieron hacerse de sus tratamientos, en su mayoría migran al golpeado sistema público. “El número de personas que estamos viendo en guardias aumentó, y los pacientes llegan con situaciones de vulnerabilidad más grande”, sostuvo Aníbal Aristizábal, médico clínico del hospital Fiorito, en el partido de Avellaneda. Uno de los pedidos de los más recurrentes que reciben los profesionales en los hospitales bonaerenses, en especial en el conurbano, es el de justamente los medicamentos. “Te piden si no tenemos antibióticos y otros tratamientos, porque no los pueden pagar. Lo peor es que no hay una respuesta institucional del Ministerio de Salud provincial, entonces esa gente queda a merced de la buena voluntad del médico, si tiene alguna muestra gratis”, agregó Aristizábal.
“¿No me puede dar unas pastillas sueltas, hasta que cobre?”. El jubilado hace su consulta en voz baja, en confidencia, para que el resto de las personas que están en la farmacia no lo escuchen.
La cuestión más preocupante pasa por los pacientes crónicos, que no sólo no pueden mantener su tratamiento diario, sino que además por la crisis tiene un deterioro de su salud por no poder cumplir con las recomendaciones no farmacológicas. “Lo que nosotros llamamos medidas higiénico-dietéticas son un problema, una persona con diabetes debe comer mucha fruta y verdura, y llega al consultorio con una dieta basada en harinas. Eso hace mal”, describió el médico.
En estos días, el sistema público no sólo está colapsado por la migración de personas que no pueden comprar sus tratamientos o dejaron la seguridad social (en lo que va del año se las prepagas perdieron el 12 por ciento de sus afiliados), sino que además fueron golpeados por la propia devaluación. Por estas horas, en varios puntos del país se detectan faltantes de insumos básicos, medicamentos y otros materiales, que hicieron incluso que se suspendan cirugías. Así lo denunció la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la República Argentina (FESPROSA), que detectó problemas con el suministro en todo el territorio. “Los proveedores del sistema de salud, tanto de medicamentos como de insumos para laboratorios, son los mismos, y todos están con el mismo problema: la falta de precios de referencia por la suba del dólar”, sostuvo al respecto Jorge Yabkowski, titular de la entidad. Muchas empresas se retiran de las licitaciones por esta situación, lo que hace que las farmacias hospitalarias se vayan vaciando. “Vamos a tener problemas graves, porque además tenemos un presupuesto de salud que ya es bajo, y está en pesos, mientras los insumos farmacéuticos están en dólares”, subrayó Yabkowski.
Los números del drama
Con una sólida presencia de laboratorios nacionales, la industria farmacéutica fue uno de los sectores que más creció durante el kirchnerismo, con tasas dos veces y media más altas que el promedio del resto de la industria manufacturera. Entre 2005 y 2015, según la consultora Ecolatina, “experimentó un gran crecimiento de 83 por ciento en el acumulado del período, una tasa de crecimiento promedio anual de 6,2 por ciento”. Con la llegada de Mauricio Macria la Casa Rosada, ese crecimiento se detuvo. En 2017 hubo por primera vez una caída de la actividad en casi 15 años, y en 2018 un leve recuperación (0,8 por ciento), lejos de los años dorados. A pesar de esto, los medicamentos tuvieron subas por encima de la inflación, lo que generó una baja en la venta bruta por unidades.
"Los medicamentos tuvieron un aumento del 270 por ciento en el promedio acumulado entre noviembre de 2015 y mayo de 2019”
Un informe de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) denunció que durante el macrismo, los tratamientos casi triplicaron su valor, con picos del 550 por ciento de aumento. El Observatorio de Políticas Públicas de esa entidad relevó hasta junio de este año precios sobre una canasta de 123 productos de diversas características, marcas, función y origen. “El resultado muestra que esos medicamentos tuvieron un aumento del 270 por ciento en el promedio acumulado entre noviembre de 2015 y mayo de 2019”, sostuvo el trabajo. En el detalle, agregó, se destacan las subas más pronunciadas en medicamentos para las tiroides (556 por ciento), ansiolíticos (450), analgésicos antiespasmódicos (437) y broncodilatadores (430).
Esta tendencia se profundizó con la suba del dólar, luego de la estrepitosa derrota del gobierno nacional, que ese “lunes negro” no intervino y posibilitó el salto de la moneda extranjera. Si bien los datos son parciales, en las farmacias se habla de suba inmediata que van del 7 al 9 por ciento, en los primeros días. “Los aumentos han ido entre un 5 y un 20 por ciento con productos que se acercan a un 40 por ciento de aumento, como por ejemplo la Loratadina, un medicamento para tratar alergias”, destacó un trabajo de la fundación Soberanía Sanitaria. La medición incluye productos como Laglibenclamida y la Metformina (ambos para el tratamiento de la diabetes) o la Levotiroxina (para el tratamiento del hipotiroidismo), que deben tomarse todos los días, cuya valor creció un 10 por ciento. El Paracetamol, que se utiliza como analgésico y antifebril, tuvo un aumento del 20 por ciento.
“Todos los días hay que lidiar con nueva subas, que hacen que los pacientes no puedan llevarse sus tratamientos. Nos piden descuentos, pagar con tarjeta de crédito o cuotas. En algunos casos podemos fiar, abriendo una cuenta corriente, pero la farmacia paga sus recetas a los 15 días, y no hay tiempo para hacerse de ese dinero”, recordó NA, farmacéutico de Lanús que vive en carne propia los efectos de estas subas. Por los constantes pedidos de fraccionamiento, la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) emitió una alerta donde recordó que está prohibida esta práctica por las leyes sanitarias. Si bien entienden los reclamos de los pacientes, recuerdan que el sector minorista “no es formador de precios”, y dijeron que son víctimas de la propia crisis, ya que en un año cerraron 500 farmacias, productos del desplome de las ventas.
“No tomar la medicación todos los días, como corresponde, empeora drásticamente el cuadro de un enfermo crónico, y a partir de allí vienen las complicaciones”, alertó Aristizábal. Un diabético mal alimentado, por ejemplo, “que no toma sus remedios puede terminar con una infección en un pié, y hasta con una amputación, que a la larga genera un gasto más alto en salud y un deterioro de la calidad de vida del paciente”. Lo mismo sucede con una persona hipertensa, que termina siendo atendido por el sistema por un ACV. “Hay un vacío en la atención del paciente, y se crea un círculo vicioso donde todos pierden”, concluyó.
Un círculo que en los últimos meses de crisis se viene alimentando de las carencias, y amenaza con volverse imparable.
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