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Celebrar el nuevo ciclo mapuche

por Soraya Maicoño
Fotos: Euge Neme
20 de junio de 2021

Con la llegada del Solsticio de Invierno al Hemisferio Sur, la costumbre mapuche es recibir el período que comienza con una serie de rituales para que la naturaleza y los seres que la habitamos renovemos la energía. También es una invitación a repensar la cultura llegada de los barcos.

Comienza un nuevo ciclo: el Wiñoy Tripantu o We Xipantu que significa que sale un We Antu, un nuevo Sol. Esto no tiene una fecha fija, como sería el Año Nuevo winka (blanco). A partir del 20 o el 21 de junio hasta el 27 o el 28 del mismo mes suceden en esta porción territorial determinadas circunstancias naturales, tanto en el cielo como en la tierra. 

A partir de mucha observación de hace miles y miles de años, nuestros ancestros pudieron determinar que ocurren diferentes fenómenos vinculados principalmente con el Sol. En esta época del año el Sol, que siempre sale del puel (del Este), va saliendo más hacia el Norte. Y en un momento vuelve a su lugar original, desde donde sale todo el resto del año. Cuando vuelve en ese salto hacia atrás, o es quizá un Sol que se va y aparece un nuevo Sol, comienza un nuevo ciclo para todos nosotros como pueblo. 

En la tierra, como en el cielo, se ven las estrellas que en winka se llaman las Pléyades, también conocidas como los siete cabritos o la gallina con los pollos. Es una constelación que comienza a verse nuevamente en esta época del año. El agua de las cascadas, de los ríos, de los lagos, de las lagunas, en la madrugada está en una temperatura más tibia que en otros momentos del año, y también todas las raíces y todos los brotes que estaban en un momento de introspección, de otoño –donde todo lo viejo cayó y se murió–, se empiezan a renovar: el árbol, la planta, los brotes. También hay una costumbre que tiene que ver con darles golpecitos suaves, de abajo hacia arriba, a los árboles para que se despierte la savia y para que empiece el nuevo ciclo en toda la naturaleza. 

Antiguamente, se limpiaba completamente la ruca (casa), se quitaba todo lo que estaba adentro, se limpiaba con diferentes humos y aguas de diferentes lugares, se renovaba la energía de la ruca. Y además de hacer una ceremonia agradeciendo por todo lo que tuvimos durante el año, por la fuerza, por la cosecha, donde también se comparte todo lo que quedó de la cosecha de febrero, marzo y abril; se pide que tengamos mucha lluvia y mucha nieve, porque eso nos va a habilitar a que se tenga mucho pasto y que haya una buena pastura para los animales. 

Así como se le pide a las plantas, árboles y brotes que despierten, también es una época para que nosotros despertemos, a nuestra filosofía de vida, nuestra cosmovisión, a nuestras necesidades como mapuche.

Estas cosas la gente que vive en el campo las necesita muchísimo, porque es de lo que vive, y además si se tiene la suerte, sobre todo en estos tiempos, de vivir cercanos a ríos o lagos –incluso mares–, antes de hacer la ceremonia de We Xipantu se acostumbra meterse al agua, bañarse, quitarse toda la energía negativa acumulada durante el año, renovarse junto con la naturaleza. 

No es que exista una obligación de hacer una ceremonia (para los blancos), pero sí es importante que se empiece a tomar conciencia que es ahora donde se renueva el ciclo y no en enero, sólo que estamos tan colonizados que sencillamente se impuso que el Año Nuevo se festeja a fines de diciembre, como sucede en otras partes del mundo, en donde justamente también es invierno. 

La costumbre ancestral mapuche es seguir renovándonos junto con los ciclos de la naturaleza y no con contadas bíblicas, historias que nada tienen que ver con nuestra cultura, y sobre todo con nuestra espiritualidad. Tampoco es que comienza el Año Nuevo. Para nosotros no tiene que ver con el Año Nuevo desde el concepto blanco, sino que es una renovación de todos los elementos de la naturaleza, del cielo y de la tierra; donde muchas cosas pueden suceder, donde se puede acceder a conocimiento, donde se renueva la fuerza en nuestro raquizuam con el compromiso con la tierra, donde se renueva la fuerza con nuestro quimum (conocimiento), con el rol que cada mapuche trae para seguir adquiriendo conocimiento y también entregándolo en función de lo que le toca, compartiendo el quimum que trae, el conocimiento que trae.

Es importante para nosotros seguir sosteniendo estas celebraciones porque de esta manera también le vamos enseñando a nuestros niños y nuestras niñas, nuestros pichikeche, que estar acordes a la naturaleza hace que tengamos determinados equilibrios, y que ese equilibrio nos lo da la observación y el hecho de estar conectados con lo que a la tierra le pasa, lo que al cielo le pasa. 

Toca renovar el compromiso con la tierra, con la conexión real entre nosotros y la tierra, entre nosotros y el Sol, entre nosotros y las plantas que curan, los árboles autóctonos, entre nosotros y las fuerzas antiguas.

Así como se le pide a las plantas, árboles y brotes que despierten, también es una época para que nosotros despertemos, a nuestra filosofía de vida, nuestra cosmovisión, a nuestras necesidades como mapuche, a entender por qué es importante recuperar el territorio, el retorno, sostener nuestras ceremonias, entender los roles que cada ser tiene en el pueblo mapuche, en nuestro territorio, la importancia de la conexión con la tierra, las creencias sobre las contadas de nuestros ancestros, dónde vamos a recordar.

También es tiempo de reflexionar sobre las cosas que dijo el presidente Alberto Fernández, y de todos los Presidentes que siempre lo sostienen, aun sabiendo que es una incoherencia. Nosotros realmente no bajamos de ningún barco; sí hubo gente que bajó de barcos, pero que cuando bajaron vinieron con el interés de avasallar, de despojar, de matar, y lamentablemente el seguir sosteniendo ese discurso, de alguna manera, sigue habilitando a que aparezcan extranjeros como los qataríes, como Luciano Benetton, como Joe Lewis. Incluso como un montón de argentinos que le sostienen la vela a estos empresarios, como Gastón Gaudio, Emanuel Ginóbili, Marcelo Tinelli, como tantos pseudo-argentinos que lo único que les interesa es la destrucción de nuestro territorio, para seguir llenándose sus bolsillos de dinero a costa de nuestra mapu

Podemos tomar conciencia que esos discursos, lejos de ser progresistas o de ser un intento de reconciliación entre los argentinos y los españoles, o los ingleses, o cualquiera sea el país extranjero, lo único que hacen es generar más empobrecimiento, no solamente al pueblo mapuche o al resto de los pueblos originarios preexistentes al Estado Argentino, sino también al argentino pobre. 

No tiene que ver con el Año Nuevo desde el concepto blanco, sino que es una renovación de todos los elementos de la naturaleza, del cielo y de la tierra.

Toca renovar el compromiso con la tierra, con la conexión real entre nosotros y la tierra, entre nosotros y el Sol, entre nosotros y las plantas que curan, los árboles autóctonos, entre nosotros y las fuerzas antiguas. Nos permite tener una conciencia clara y real acerca de la necesidad de defender el territorio, e inculcarles a nuestros hijos y nuestras hijas que al territorio se lo defiende para poder seguir siendo lo que somos: Mapuche. 

Espero que todos tengan un buen y renovado ciclo, que se pueda agradecer, pero que también –en ese agradecimiento– nazca un compromiso y una responsabilidad real de defender el territorio, desde los lugares que cada uno ocupa. Pero que sea real, y no desde un discurso, para luego seguir desde el confort de nuestras casas, mientras quien pone el cuerpo siempre es el mismo, el originario o el pobre.

*Soraya Maicoño es mujer mapuche, cantora y actriz.