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"Sin una buena alimentación no se puede pensar"

por Por Pablo Bruetman /// Fotos: Juan Ignacio Calcagno
18 de diciembre de 2018

¿Por qué en la escuela nunca nos enseñaron a alimentarnos? En un mundo en donde la publicidad nos dicta qué es lo que debemos comer, el chef Mariano Navarro se planteó un desafío y lo consiguió: con sus kioscos saludables cambió la mala alimentación de alumnas y alumnos de Choele Choel.

¿Te acordás qué te enseñaron sobre cómo alimentarte en la escuela? ¿Te dijeron algo más de que el azúcar engorda, de que comer mucha fritura genera colesterol alto y de que consumir mucha sal genera hipertensión?

Seguro que te contaron cómo funciona el sistema respiratorio, el digestivo, el sanguíneo y –si tuviste un poco de suerte y no caíste en la educación religiosa– el reproductivo, pero nunca te dijeron qué nutrientes necesitás consumir y qué alimentos los contienen.

A veces escucho y pareciera que la obesidad cae del cielo o que la diabetes es contagiosa

La escuela seguramente nunca te educó para que la publicidad no te engañe o para decodificar las etiquetas de los alimentos envasados. Algo similar le pasó al chef Mariano Navarro: cuando tenía 19 años era obeso y estaba siempre de mal humor y con dolores de cabeza. Y no tenía idea de que sus problemas podían tener que ver con su alimentación. Y ahí fue cuando se fue a vivir y a sanar a Choele Choel. Y hoy se encarga de que a los chicos y chicas no les pase lo mismo que le pasó a él. Se dedica a enseñar en las escuelas qué necesitamos comer a través de un proyecto al que nombró Kiosco Saludable. Allí enseña qué alimentos nos enferman, cuáles necesitamos consumir y cómo los podemos conseguir y cocinar. Después, cada chico y cada chica puede elegir seguir comiendo lo que quiera, pero al menos tiene la información para no ser engañado/a. A partir de su experiencia, Navarro también escribió el libro Kiosco Saludable, que sirve como guía para replicar en otras escuelas lo que él consiguió implementar en las de Choele Choel: una educación alimentaria.

Sin educación se piensa que todo es casualidad, que las enfermedades dependen de la suerte. “A veces escucho y pareciera que la obesidad cae del cielo o que la diabetes es contagiosa. Se usa mucho la excusa de la genética. Mi viejo es obeso y tiene diabetes, pero si yo no como lo que comió mi viejo no voy a serlo”, ejemplifica Navarro.

“Lo más grave que sucede en este momento es que las escuelas, en donde debiera enseñarse sobre la comida, se han convertido en lugares obesogénicos”, explica el chef. “Antes se iba a la escuela 4 horas; ahora chicos y chicas desayunan, almuerzan y meriendan allí productos ultra procesados. E inclusive se los fomenta en una escuela. Por ejemplo hay un acto por el Día de la Diversidad y les piden a las madres que lleven patys y Coca-Cola”. Justamente la Coca-Cola, dice Navarro, es un producto que se deja de consumir cuando se implementan los kioscos saludables. “Cuando les muestro cómo la Coca Cola desmenuza la carne cruda o que es capaz de abrir un tornillo oxidado o que borra una mancha del piso, prefieren no volver a tomarla”.

Las escuelas, en donde debiera enseñarse sobre la comida, se han convertido en lugares obesogénicos

Juegos, experimentos e investigaciones son las formas de enseñar: “Vemos la etiqueta de los productos y la analizamos, vemos la letra chica: los conservantes y sus contraindicaciones. También los colorantes artificiales. Son los mismos niños quienes descubren que significan esas letritas: que cuando se dice E591, se está hablando de aspartamo”.

“Los que más consumen este tipo de alimentos son los que no tienen, eso es lo preocupante. Que un pibe de un country tome una Coca no es preocupante porque comió frutas, verduras, un buen aceite, incorporó hidratos y vitaminas. Es más importante agregar que sacar, hay que trabajar eso porque no hay políticas públicas”. Es la otra cara de la moneda: convencer a un niño/a de consumir productos que llevan más elaboración y no se promocionan en la tele: “El kiosco saludable es para eso, para que abran el espectro, en cuanto a colores y texturas, que consuman fibras, cereales, semillas, frutas y verduras. Que jueguen, que sientan el placer de elegir los alimentos y de cocinarlos. Que elijan qué comer, no que el sistema les diga qué tienen que comer

Mariano Navarro hizo encuestas. Y comprobó que la alimentación es fundamental para la educación: “Los niños sin capacidad de lecto escritura muchas veces no cenan, no tiene buena glucosa”, asegura. “Sin una buena alimentación no se puede pensar, la alimentación es muy importante para el sistema nervioso y de eso no se habla. La mayoría de las muertes de niños y gente joven son por cáncer, y esto tiene que ver estrechamente con la alimentación. El cáncer en las poblaciones jóvenes viene de las fumigaciones en los pueblos fumigados o de lo que comemos que viene fumigado o con veneno”, agrega.

El kiosco saludable es para que elijan qué comer, no que el sistema les diga qué tienen que comer

Las recomendaciones contrapublicitarias que provienen del Estado aún no valen la pena para el chef: “Te dicen que le pongas menos sal a tu comida pero no te dicen que la sal está hasta en los productos dulces que comprás. Hay mucho de agroecología y alimento saludable, pero todavía no salió al sistema. Debemos llegar a la periferia, a aquellas personas que están hasta las manos con la publicidad engañosa, consumiendo esos alimentos que los están deteriorando. La contrapublicidad es contar la verdad y ofrecer alimentos saludables, pero tenemos que trabajar también en los precios, para que los alimentos puedan llegar a la gran mayoría de la población, porque si es para pocos no interesa, no sirve de nada. Tenemos que llegar a casi todos y si tenemos que darle de comer al sector más empobrecido, démosle frutas y verduras, que dejen de comer alimentos que los están llevando a un deterioro mental y físico a gran escala”.

DOBLE SOBERANÍA

“La soberanía alimentaria no es algo que nos va a arruinar la vida", aclara Mariano Navarro para no crear confusiones. "No es algo que te va a llevar más tiempo ni que te va a costar más plata: es algo que tiene que ver justamente con hacer lo que queremos, con decidir cómo queremos vivir".

"Si voy a tomar 250 horas de trabajo y no voy a estar en mi casa ,no voy a poder tener una misera huertita, no voy a poder cocinar. Hoy muchas personas eligen vivir de una forma pero terminar viviendo de otra. No vamos a poder vivir soberanamente si no dejamos de trabajar un poquito". La soberanía alimentaria parece más trabajosa y por eso, cree Navarro tiene sus detractores. ¿Pero no será que queremos cocinar rápido porque nos cansa todo lo que trabajamos?  "No es lo mismo decir trabajar más que decir dedicarle más tiempo, por el contrario dedicarle más tiempo a la cocina también puede significar trabajar menos".

El Kiosco Saludable es para conseguir soberanía alimentaria. "El eje vertebral del libro es para eso,  desenmascarar esos productos que son nocivos y que se empiecen a consumir otros alimentos. Y que los chicos abran el espectro, en cuanto a colores, texturas, fibras, cereales, semillas, frutas, verduras, que eligan qué comer , no que el sistema les diga que tienen que comer. Tenemos que tomar la sarten por el mango y decicidir que queremos sembrar y cómo lo queremos comer", sentencia.

 Navarro también realiza talleres de alimentación saludable con mujeres que sufrieron violencia de género. “Los resultados son fantásticos”, dice Mariano. Porque el proyecto no se queda solo en qué alimentos consumir, sino también en cómo producirlos. “Es un curso para emprendedoras: se capacita en alimentos, en gastronomía y también en contabilidad. Muchas veces las personas saben cocinar y preparar todo pero duran un mes con el emprendimiento porque no tienen los conocimientos para administrar los recursos”. 

Si tenemos que darle de comer al sector más empobrecido, démosle frutas y verduras

Para el chef, los talleres tratan de ponerles alas a las mujeres para que puedan volar: “Es impresionante cómo entran y cómo salen, salen empoderadas con mayúsculas. Ellas viven una situación compleja en el hogar: los maridos les pegan, las abusan, y no tienen la oportunidad de laburar. Muchas veces no tienen dinero para irse de las casas. Entonces la soberanía alimentaria les da una doble soberanía: además de la soberanía alimentaria, les da soberanía de vida”.