A Mara Ávila le mataron a su mamá en 2005. En aquel tiempo, casi nadie lo definió como un femicidio. Ella entró en una profunda depresión, de la que empezó a salir a partir de que se propuso hacer una película. El resultado de esa investigación, de ese trabajo personal y artístico, se podrá ver desde este jueves en el Cine Gaumont, frente a la Plaza Congreso.
¿Cómo hacer algo desde el dolor? ¿Cómo construir desde la angustia profunda, irreparable, que significa la pérdida de un ser querido? ¿Cómo sublimar ese sentimiento para transformarlo en un hecho artístico? ¿Cómo expandir ese impulso, además, para darle un sentido social?
Esas preguntas y otras más se formuló Mara Ávila para realizar el documental Femicidio. Un caso, múltiples luchas, en donde ella misma asume el rol de protagonista, directora, guionista y productora de la película para contar el femicidio de su madre, María Elena Gómez, ocurrido en 2005. El documental se estrena este jueves 7 de marzo en Argentina, y propone una aguda reflexión sobre una de las problemáticas sociales más importantes y más graves que afectan a esta época.
"Hacer este documental me sanó, le dio un sentido a mi vida, creo que ahora puedo decir que salí de lo personal a lo político, que es un poco el lema del feminismo", afirma
“Necesitaba encontrarle un sentido a lo que había sucedido, y también, porqué no, encontrarle un sentido a mi vida, porque la verdad es que cuando comencé a hacer esta investigación estaba haciendo ese duelo tardío y estaba bastante deprimida”, le cuenta Mara a Cítrica horas antes del estreno.
Lo personal es político
Mara se presenta ante cámara con una mirada intensa y taciturna: parece que algo no está bien. Nos cuenta un poco lo que luego se desarrollará en el relato, y unos minutos más tarde, ya con el recurso de una voz en off, agrega: “Con la distancia puedo ver más cosas. Lo que nos define como seres humanos es un enorme sentimiento de soledad, de abandono, y una enorme necesidad de ser queridos, queridas”. Y pareciera que en esas pocas palabras ella estuviera resumiendo el sentido último de esta película.
A medida que avanza el relato, conocemos la rutina de Mara: su historia, el antes y el después de la muerte de su madre, y el proceso de investigación que derivó en este trabajo audiovisual que ahora también, como todo lo demás, ya es parte de su vida.
Mara estudia en la facultad, practica danza, escucha música. El femicidio de su madre la introdujo en un duelo profundo, del que empezó a salir mientras hacía el documental
Lo que vemos en la pantalla es que Mara, una joven de 25 años, es una chica como cualquier otra: estudia en la facultad, practica danza, escucha música. Podría decirse también que a cualquier chica podría sucederle lo mismo que le sucedió a ella: la muerte inesperada de un ser querido, o incluso la muerte propia, por causa de un femicidio, porque los números son tan ciertos como escalofriantes: actualmente, cada 32 horas una mujer es asesinada por un hombre en Argentina.
La voz de Mara acompaña las imágenes durante casi toda la hora y media que dura el largometraje: “La gente no quiere que le digas en la cara que la vida es una mierda, que te mataron a tu mamá, que tenés depresión...no quieren; ellos quieren que vos estés contenta, que ‘el tiempo todo lo cura…’ y la verdad que no es así”, afirma la joven con un dejo de bronca y de dolor en la voz. Y después de transitar esa depresión que anuncia, la vemos salir de su casa decidida a empezar a hacer el duelo, y también a buscarle algún nuevo sentido a su vida.
Del duelo individual a la lucha colectiva
“Yo había terminado la facultad y dije: ‘Bueno, ya que tengo un marco teórico para analizar discursos, voy a analizar cómo los medios cubrieron el caso de mi mamá’”, nos cuenta Mara mientras la vemos entrar a la hemeroteca de la Biblioteca Nacional para abrir diarios y seleccionar aquellas noticias que relatan el crimen de su madre.
Mara descubre un dato clave que suele repetirse en las víctimas de casos de femicidio: su mamá había sido golpeada y maltratada varias veces por su pareja, pero lo había mantenido oculto
Por ese entonces, en 2005, la prensa amarillista, no tan distinta a la de ahora, todavía titulaba a ese tipo de casos como “crímenes pasionales”. De esa forma justificaban, ocultaban y romantizaban las muertes de todas aquellas mujeres que perdían la vida por ser víctimas de la violencia machista. Entonces Mara se pregunta: “¿Por qué pueden decir cualquier cosa de mi mamá asesinada? ¿Por qué pueden mostrar cualquier barbaridad? Y un segundo después, ella misma se responde: “Yo tengo que tener un derecho a réplica”.
En otra escena destacable del documental, Mara también recuerda que fueron sus amigas feministas quienes, cinco años después del crimen, le advirtieron lo que realmente le había sucedido a su madre: “En ese entonces no se hablaba de femicidio, y obviamente yo no tenía toda la perspectiva política que tuve cuando me encontré con mis amigas, que eran alumnas de mi mamá y que en ese momento eran militantes, y recuerdo muy bien cuando una de ellas me dijo: ‘No, pero lo de tu mamá fue un femicidio’. Y yo dije ‘Ah, claro’”. Así fue cómo, a partir de esto y por primera vez luego de la muerte de su madre, Mara decide acercarse a otras personas, y escuchar las voces de distintas mujeres que sufrieron lo mismo que sufrió ella.
A medida que avanza con la investigación, y aunque en el documental queda siempre en claro el vínculo cercano que ella tenía con su madre, Mara descubre un dato clave que suele repetirse en las víctimas de casos de femicidio: su mamá había sido golpeada y maltratada varias veces por su pareja de entonces y lo había mantenido oculto. Unos minutos después, un plano general nos muestra la entrada del Centro Cultural de la Cooperación y la voz de Mara relata en off: “Sobre todo, fue importante salir de lo privado y hablar públicamente, ese fue el primer hecho trascendente de esta historia”. Y es allí mismo en donde ella expone su tesis ya terminada de la facultad ante los asistentes del lugar.
Mara empieza a despertarse. Sale a la calle, asiste a asambleas, a marchas, pinta carteles, y también participa activamente del movimiento feminista “Ni una menos”.
A partir de ese momento, Mara empieza a despertarse, a salir al mundo, a vincularse con más y más mujeres militantes, que cuentan cómo hicieron de su angustia, de su pérdida, una causa y una lucha: sale a la calle, asiste a asambleas, a marchas, pinta carteles, y también participa activamente del movimiento feminista “Ni una menos”. Entonces después ya no es solamente ella, sino también su tía, quien, llevada por la misma joven, asiste a una marcha por primera vez en su vida. El duelo de Mara comienza a sociabilizarse, a hablarse, a compartirse; poco a poco se va construyendo una red colaborativa, de ayuda mutua, de pedido de justicia, de aprendizaje y de escucha, que generan que Mara y su dolor comiencen a transformarse.
--¿Qué significó este documental para vos?
--Hacer este documental me sanó, le dio un sentido a mi vida, creo que ahora puedo decir que salí de lo personal a lo político, que es un poco el lema del feminismo, y ya no soy más esa Mara que no habla, o la que no hace pública su historia, sino que ahora soy esa hija de una víctima de femicidio que hizo un documental, y que espera que haber hecho todo esto pueda servir también para poder visibilizar la problemática de otros, de otras, y de otres.
** El documental Femicidio. Un caso, múltiples luchas se estrena el jueves 7 de marzo, en las salas del Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635. CABA) **
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