Trigo transgénico HB4: más veneno en nuestra mesa
El Encuentros de Pueblos Fumigados de la provincia de Buenos Aires manifiesta su oposición a la aprobación de la comercialización de trigo transgénico. Y explica los motivos.
Las Personas, Asambleas y Organizaciones que participamos en los Encuentros de Pueblos Fumigados (EPF) de la provincia de Buenos Aires nos oponemos rotundamente a la aprobación de la comercialización del Trigo HB4, primer trigo transgénico del mundo, y que se suma a los otros 63 eventos genéticamente modificados aprobados en el país. La autorización comercial del trigo fue otorgada a la empresa argentina Bioceres, conformada por algunos de los protagonistas nacionales del agronegocio: Hugo Sigman, los Grobocopatel, etc.
En el EPF nos manifestamos en contra de este nuevo avance del modelo extractivista de contaminación y saqueo porque sabemos lo que implica. Sabemos que no es ningún “desarrollo” nacional digno de aplaudir. ¿Cómo puede ser considerado desarrollo algo que nos asesina? ¿Cómo puede ser considerado progreso algo que puede contaminar otros trigos, cuyas semillas son transmitidas generación tras generación, comprometiendo la biodiversidad?
En el EPF ya sabemos las respuestas a esas preguntas: en un contexto de crisis ambiental, en un contexto de guerra que compromete la seguridad alimentaria de millones de personas, las soluciones jamás provendrán de los mismos sectores que producen esos problemas. Porque si hay hambre y falta de acceso a alimentos sanos y producidos de manera responsable, porque si hay concentración de tierras y riquezas, porque si hay cambio climático, es precisamente por la profundización del modelo del agronegocio. Por eso que el HB4 se venda como “resistente a sequía” no solo lo entendemos como una panacea, sino como una cínica estrategia para contaminarnos y envenenarnos con más agrotóxicos. Agrotóxicos nocivos como el glufosinato de amonio, considerado hasta 15 veces más peligroso que el glifosato.
Sostenemos que el único camino hacia una soberanía alimentaria, a un modelo de producción socialmente justo, que acerque alimentos nutritivos a las masas, que sea ambientalmente sustentable, que apueste a la biodiversidad, que esté libre de violencias en la distribución y organización del trabajo, es a través de la agroecología. Y, como pueblos fumigados, que vivimos en primera persona el asesinato deliberdo de nuestras familias, de nuestras amistades, de nuestras comunidades, sostenemos que no hay posibilidad de convivencia con el sistema de transgénicos, monocultivos y agrotóxicos. ¿Por qué? Porque, por empezar, es un modelo completamente inviable a largo plazo, ya que contamina los ecosistemas, deteriora los suelos destruyendo su fertilidad, y provoca la degradabilidad de la diversidad biológica comprometiendo el futuro de la sociedad actual y el de las generaciones futuras. Pero, por sobre todas las cosas, porque es un modelo inviable desde el vamos, porque nos enferma y nos mata ahora, porque es un genocidio en todo sentido, porque no puede ser aceptable producir alimentos de esa manera, provocando aún más desigualdad socioeconómica y en términos de salud y bioculturalidad.
¿Cómo puede ser considerado desarrollo algo que nos asesina?
Por eso, reiteramos, nos oponemos con todas nuestras fuerzas a este trigo, así como a todo el modelo imperante del agronegocio. Señalamos la complicidad del gobierno en aprobar este trigo, que sólo favorece a unos pocos. Señalamos los profundos conflictos de intereses en la CONABIA y en el SENASA. Señalamos que se aprueban estos eventos sin atender al principio precautorio y al correcto proceso de Evaluación de Impacto Ambiental, violando la Ley General de Ambiente. Señalamos que no se oye a las comunidades que nos oponemos a este modelo asesino y con ello se viola el Acuerdo de Escazú ante la omisión evidente de una instancia de participación ciudadana, lo que da cuenta de la absoluta falta de licencia social, no solamente con el evento transgénico de trigo sino con todos los aprobados hasta la fecha en la Argentina. De esa manera, se violan los derechos más básicos que se derivan de una sociedad democrática, reconocidos y consagrados en la Constitución Nacional. Señalamos que dicha irracionalidad sólo es posible en un sistema patriarcal y capitalista que lo legitima. Señalamos que tanto la ciencia digna (como demuestran más de 1000 científicxs en contra de este trigo), como organizaciones sociales de base de ámbitos rurales y urbanos, nos oponemos a seguir insistiendo en un modelo de producción ecocida, terricida y genocida. Señalamos que la evidencia es clara al respecto, y por ende señalamos la falta total de ética de Instituciones públicas involucradas como la Universidad Nacional del Litoral, o profesionales como Raquel Chan.
Por último, señalamos que esto no sólo afecta a los pueblos fumigados o a quienes producimos agroecológicamente, sino que afecta a todo el territorio. Con el modelo actual del agronegocio no se salva nadie: la contaminación del agua, del aire, del suelo y de nuestros alimentos (en este caso alimentos tan básicos como el pan, fideos, pizzas, etc.) afecta también a la población urbana, aunque los pueblos fumigados lo evidenciamos más por estar conviviendo a metros de estos cultivos tóxicos. En tal sentido, es oportuno reiterar que en el año 2017 la Relatoría del Derecho a la Alimentación de la ONU nos dio la razón en su informe anual al señalar que el modelo del agronegocio es altamente problemático y los Estados (entre ellos Argentina) deberían empezar de modo urgente la transformación del sistema agroalimentario hacia la Agroecología. Es decir, hacia un modelo de agricultura libre de violencia en todos sus aspectos, y por ende libre de agrotóxicos y eventos transgénicos como el que acaba de aprobarse respecto a un alimento básico y esencial de nuestra alimentación: el trigo. Por eso manifestamos:
NO AL TRIGO HB4
NO AL AGRONEGOCIO
CHAU BIOCERES
PAREN DE FUMIGARNOS
AGROECOLOGÍA YA
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