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"Esta lucha es por la tierra, la vida y un buen vivir que merecemos todos"

Celeste Ardaiz Huenumil, una de las siete mujeres mapuche detenidas en Lof Lafken Winkul Mapu, hoy se encuentra con prisión domiciliaria. Relata la violencia sufrida, el escenario de odio que justifica la represión y los motivos por los que van a seguir resistiendo.

Nosotros nos encontramos en el rewe (altar) y empezamos a ver que nos tiraban gases lacrimógenos, después llegaron los milicos y nos gritaban: “Bajense al suelo o las matamos”. Yo estaba con mis nenas, me tiraron al suelo y me apuntaron con las armas en la cabeza, me decían que si me movía se iba a poner todo peor.

En ese momento estaba con mi bebé de un mes en un bolsito que es como una cunita y uno de los milicos me pateó la mochila mientras me gritaba “¿que tenés acá?”. Estaban realmente desquiciados, nos trataron con mucho odio y nos decían “¿dónde están sus machos para defenderlas?''. En un momento una de las hermanas les gritó “son unos fachos de mierda” y uno contestó: “Sí, con mucha honra”.

El milico que estaba a cargo parecía drogado, todos en realidad estaban muy sacados, algunos no podían ni hablar, me presionaban contra el suelo y me decían: “Callate la boca o te vamos a matar”. Después nos bajaron a la ruta con los niños, yo bajé con mi hija la del medio y la más bebé, pero mi otra hija en el momento que nos agarraron salió corriendo con otros nenes y recién pudieron bajar a la noche; tenían mucho miedo de que la policía los agarre y les haga daño. Hay que recordar que los niños de la comunidad ya vivieron una represión en 2017 cuando asesinaron a Rafael Nahuel, fueron golpeados, insultados y maltratados. Tenían mucho miedo de volver a vivir lo mismo y por eso salieron corriendo.

En la ruta nos tuvieron acorraladas con nuestros niños como si nos fuéramos a escapar. Estuvimos así varias horas hasta que llegó la jueza y nos llevaron dentro de una Trafic. Nunca nos informaron nada, no tenían ninguna orden, nos registraban todo el tiempo y a algunas de mis compañeras las precintaron. 

A la lamuen que estaba embarazada se la llevaron entre 10 milicos al hospital en una ambulancia. Ahora ella está más tranquila porque está con nosotras en la prisión domiciliaria, donde puede estar con su otra hija y sin la vigilancia de la Policía, porque a ella como a nosotras nos filmaban las 24 horas, custodiadas por policías mujeres. 

Lo que están haciendo con nosotras es tortura y también lo que están haciendo con nuestros lamuen que están resistiendo dentro del territorio. Hay un odio muy grande hacia nuestro pueblo, por quienes somos y hay una persecución por nuestro ideal como mapuche.

Hay dos realidades. Por un lado, tenemos un Estado y un sistema capitalista neoliberal que piensa solamente la tierra como algo que se puede apropiar y privatizar, que solamente es para ciertas personas, para los poderosos. Ellos solo quieren explotar la tierra, la ven como un negocio. Por otro lado, estamos los pueblos originarios que llevamos una vida de acuerdo a nuestra cultura, con la tierra siendo parte, con una espiritualidad y una vida sana. Ningún pueblo originario va a ver la tierra buscando la manera de explotarla, sino de vivir con ella siendo parte de ella.

Los medios hegemónicos están preparando el escenario para poder entrar dentro de las recuperaciones, son montajes armados donde propician todo este odio y racismo para generar confusión en la sociedad difundiendo información falsa. Lo que está sucediendo acá es totalmente inhumano, no puede ser que repriman de esa manera tan terrible en una comunidad donde hay familias.

Están atacando al rewe (altar) de nuestra machi, eso genera un gran desequilibrio para nosotros como pueblo. Lo que está sucediendo es muy grave, hago un llamado a toda nuestra gente para que se sigan levantando y fortaleciendo, que siga nuestra lucha y nuestra resistencia y a toda la gente consciente que nos siga acompañando porque esta lucha es por todos, por la tierra, la vida y un buen vivir que nos merecemos todos. 

Nosotros como mapuche luchamos desde el momento en que nacemos, nuestros padres y abuelos siempre resistieron para sobrevivir en este sistema. Yo soy teatrera, me dedico al teatro mapuche y desde el momento en que me reconocí como mapuche amé mi identidad. Me siento muy orgullosa de ser mapuche y que mis hijas se sientan orgullosas de serlo también. 

Estoy orgullosa de que mi abuelo me haya cantado en mapudungun. Me acuerdo mucho de mi abuelito, cuando llegaba de la escuela, mientras la abuela me preparaba la leche, él me recibía en mapuzungun y me hablaba horas y horas. Agradezco tanto a mi abuelo por haberme regalado eso. Él sufrió mucha violencia, siempre implementaron el miedo contra nosotros, todos los gobiernos, desde la Campaña del Desierto hasta hoy, nos han mostrado que si nosotros nos rebelamos y nos reconocemos como mapuches, nos van a violentar. 

Este odio y racismo es el que quieren implementar a toda la sociedad, pero nosotros, si tenemos que dejar la vida por esto, dejar una semilla para que nuestro hijos puedan cosechar una vida como mapuche, lo vamos a hacer orgullosamente.