Trabajadores acampan en las puertas de la fábrica
Cerraron el taller textil donde ocupaban a 85 tercerizados para grandes marcas de shopping. Acampan con sus familias en la puerta de la fábrica porteña.
En el taller textil Mónica Bolo en Zañartú al 607, en Parque Chacabuco, las condiciones de trabajo fueron empeorando a lo largo del 2013. Como nos cuentan Ariel, Luis y Jorge , la dueña Mariel Bolo siempre se encargó de ponerlos en un segundo plano: “Siempre nos debía, nos pagaba la mitad del sueldo a principio de mes y después estaba dos o tres semanas para darnos la otra mitad”, tira Luis. Pese a las tardanzas, ellos seguían con su tarea de costureros haciendo la ropa para marcas como Cheeky, Montagne, Stone, Prestige y Wilson; entretanto, la dueña se compraba dos autos último modelo y una casa.
-Luis: Primero empezó desde que echaron a cuatro compañeros sin ninguna explicación. Después otras cuatro más y así hasta que un lunes, hace 15 días, llegamos y estaban todas las puertas cerradas.
-¿Cómo decidieron arrancar el acampe?
-Luis: Lo que queremos es que nos den los que nos pertenece: nuestros sueldos. Por esa razón estamos acampando en el taller de la señora para exigirle lo que nos debe. A algunos nos deben dos, dos meses y medio, ya van a hacerse tres meses, para exigirle lo que nos debe. En caso de pagarnos, nos iremos.
En estos 15 días hubo tres actores en escena que obraron para complicar el panorama.
-La Gendarmería. Se encargaron de hacerles sentir a los trabajadores el rigor de la “justicia democrática”, desde aprietes a golpes, siempre por las noches, amparados por sus armas reglamentarias. Dato importante: a pocas cuadras del taller está el ”Cinturón del Sur”, operativo de seguridad que separa los lugares ”inseguros” de los ”seguros”.
-La hija de la dueña. Molesta por el acampe, se presentó ante los costureros y, entre insultos racistas y denuncias por usurpación, amenazó con mandarles a su patota para que desalojen el lugar. La buena: todavía siguen acampando.
:-El Ministerio de Trabajo. Ante los pedidos de paciencia, en el acampe se descree cada vez más de su intermediación. En palabras de Ariel: “No tenemos sustento para nuestros hijos? Nosotros somos jóvenes, algunos tienen de un año, de meses; otro problema es el alquiler, ya tenemos deudas de un mes, de dos meses. Entonces venimos acá y nos ayuda la gente. Pero nosotros queremos nuestros sueldos”.
-¿Qué van a hacer en caso de que no les paguen?
-Jorge: Estamos tratando de hablar con las marcas para que también nos ayuden. Pero no nos sirve pensar en negativo, tenemos que pensar en que se va a solucionar. Y en caso de no darse, ahí veremos.
-Ariel: Nosotros no somos malos, siempre fuimos buenos con la señora, pero nos empezó a manipular y mirá como quedamos: acá fuera, sin dinero y sin trabajo. Aunque parece que a la señora no le importa, parece ser que abrió otro taller donde está trabajando. Los vecinos dicen que durante ese sábado y domingo sacó todas las máquinas. Este lugar está vacío. Yo todavía me pregunto por qué nuestro problema no aparece en ningún lado. Sólo vinieron algunos periodistas y nada más, pero somos 85 que nos quedamos afuera.

“Las multinacionales se manejan con impunidad y en connivencia con el Gobierno”
Los 195 trabajadores de la fábrica aceitera Cofco acampan en las puertas de la planta de Valentín Alsina hace un mes. Dan batalla por recuperar las fuentes de trabajo y denuncian que el abandono de los piletones -que contienen desechos tóxicos- podría causar contaminación ambiental en la zona.

Mielcitas: engaños, vaciamiento y abandono
Desde principios de julio que la fábrica no produce: el dueño, Roberto Duhalde, se borró con la última recaudación, sin pagar sueldos ni aguinaldos a más de 100 empleadxs, en su mayoría mujeres. Ellas hacen guardias para que no les quiten lo único que les queda: su fuente de trabajo.

¿Quién gana cuando la gente se empobrece?
En un contexto económico de devaluación y pérdida del poder adquisitivo para la clase trabajadora, el sector agroexportador representado por las aceiteras y las cerealeras celebra mientras expande su tasa de ganancias al ritmo de la cotización del dólar.