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Suecia tampoco olvida

por Mariana Aquino
12 de noviembre de 2016

Murales en Estocolmo cuentan sobre la última dictadura cívico-militar en nuestro país. Hablamos con la autora de la obra sobre exiliados/as argentinos/as y el interés del pueblo sueco por la historia latinoamericana.

Las calles de Estocolmo, en Suecia, están por estos días colmadas de rostros que nos son familiares: represores, desaparecidos/as y exiliados/as de la dictadura cívico-militar iniciada en el 76 en nuestro país ilustran la muestra Ejercicios de Memoria, un proyecto de la artista plástica argentina radicada en Barcelona, Agustina Zaballa.

Agustina trabajó en intervenciones en espacios públicos en las ciudades de México, Ciudad Juárez, Miami, Nueva York, Berlín y Madrid. Sus proyectos siempre tienen un tinte social, histórico y de denuncia. Este último mural pretende concientizar sobre lo que fue la Operación Cóndor en toda América Latina.“En los últimos años, los espacios públicos nos fueron arrebatados para llenarlos de publicidad al servicio del consumo. Es muy importante volver a tomar las calles”, opina.

Jorge Julio López, desaparecido en democracia, es parte fundamental del proyecto. Agustina se conmovió con la valentía del albañil platense, que denunció en el juicio contra el represor Miguel Etchecolatz a quienes habían torturado con saña y desaparecido a sus compañeros en los años más oscuros de la historia reciente Argentina. El proyecto nace con la intención de replicar en el espacio público lo que López ilustró en la intimidad su cuaderno. “Me pareció necesario hablar de cómo esas fuerzas del mal siguen operando desde algún lugar. Es muy importante dar mérito al trabajo que López hizo con sus apuntes en un cuaderno, donde escribió fechas, nombres y dibujó lo que vivió en sus meses de cautiverio”.

¿Y por qué en Suecia?  El pueblo sueco conoció en carne propia la virulencia de la Junta Militar y sus métodos perversamente innovadores. El caso de Dagmar Hagelin, estudiante de origen sueco secuestrada y desaparecida por el grupo de tareas al mando de Alfredo Astiz en 1977, es una herida abierta para esa sociedad. “Me asombró ver que tanta gente sabía del tema. Hay mucha conciencia sobre lo sucedido, sobre todo la generación que vivió la llegada de miles de sudamericanos que huían de la persecución. Otros pocos no tenían ni idea, pero después de unos minutos de charla y ver la obra se mostraron sensibilizados”, narra Agustina sobre la muestra impulsada por el Espacio de Exposición Liljevalsch en el municipio de Solna: “En Suecia hay una ley cívica que prohíbe cualquier tipo de pintada callejera, entonces la gente se acercaba curiosa”.

Durante las dictaduras en América Latina miles de exiliados/as -en su mayoría de Chile, Argentina y Uruguay- encontraron asilo en Suecia. Muchos/as de ellos/as aún están radicados/as en ese país. Y Agustina ya está pensando en su nuevo proyecto que será sobre esos/as refugiados/as en Europa. Expondrá en el país a principios del año próximo. “Ir a Estocolmo, y dar con los exiliados que llevan al menos 30 años residiendo allí, me hizo caer en la cuenta de que de todas las víctimas de las dictaduras, los refugiados políticos son el colectivo más olvidado”, reflexiona Agustina.