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“Se quiere criminalizar el uso de la semilla”

por Deolinda Carrizo
21 de noviembre de 2018

¿Vamos a perder la soberanía alimentaria? ¿La nueva ley es el fin de la agricultura? ¿Podrían meter presas a las personas que intercambian semillas? ¿Nos vamos a quedar sin alimentos?

Se quiere aprobar una ley a espaldas del pueblo. En la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados se dio tratamiento y se logró un dictamen para avanzar con la nueva Ley de Semillas, y pretenden aprobarla antes del final de año.

De esta nueva ley no tenemos acceso a su documento final. Está estructurada bajo la demanda de semilleras como Bayer-Monsanto, Syngenta-Chemchina, Corteva (DowDuPont), Basf y otras, y que terminaría con algo que figura en la actual Ley de Agricultura de la Ley de Semillas, que es el derecho de uso propio de los agricultores.

Si aprueban esta ley tendríamos graves problemas, no solo el pueblo campesino, el pueblo indígena, productores familiares, sino el pueblo argentino en su conjunto, porque es entregarles a las transnacionales el derecho del pueblo a definir nuestra soberanía alimentaria.

Pasaríamos a  tener toda una criminalización del uso de la semilla, ante el actual libre intercambio de las semillas entre los productores campesinos, productores familiares. Tendríamos que estar inscriptos en una suerte de "registro de productores", y ese "registro" sería el permiso que se tenga en mano, para poder tener una semilla.

Es decir que quedaría prohibido lo que venimos haciendo hasta ahora, que es conservar e intercambiar las semillas, tanto para la producción de alimentos como cualquier otra, como frutas, semillas nativas y semillas criollas.

En Colombia, en 2013, ya se dio un caso testigo, a raíz de un decreto presidencial, el cual criminalizaba el uso, el intercambio y la producción de las semillas, y -por supuesto- la consecuente venta de los productos de esas semillas "no autorizadas por el dueño, el obtentor". Ese mismo año hubo toda una compaña de decomiso de producción, como el arroz, el poroto, alimentos básicos del pueblo colombiano, y en este sentido hubo una gran movilización para que deroguen ese artículo que criminalizaba la producción campesina indígena. Con esta nueva ley de semillas, nosotros tendríamos esas mismas consecuencias.

Con esta nueva ley pasaríamos a  tener toda una criminalización del uso de la semilla

Los intercambios de semillas que se hacen en las distintas ferias, en las actividades que se vienen realizando, quedarían bajo la órbita de ser "un acto criminal", porque "perjudicaría las ganancias de las empresas trasnacionales".

Que se esté dando esta situación con la presión de estas empresas, principalmente Monsanto-Bayer, no es casualidad. Es parte del paquete que impulsan las trasnacionales en los marcos multilaterales de los países ricos, con los acuerdos del libre comercio que promueve esta gran industria, con el pretexto de mejorar la productividad de las semillas. Por eso es que van creando este tipo de semilla, homogeneizando, empobreciendo y monopolizando las semillas; provocando la pérdida de tres cuartos de su diversidad, y aniquilando la diversidad de los pueblos.

Porque esas semillas, que hoy están queriendo privatizar, han sido fruto del esfuerzo y de la investigación de más de 10 mil años de agricultura de las comunidades campesinas indígenas. Esto no es casualidad: tanto la Organización Mundial de Comercio, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, a través de estos acuerdos de "libre comercio", incentivan la promulgación de una ley que permita patentar las semillas y que proteja los derechos de los llamados "obtentores".

Están exigiendo a la UPOP 91 para que sea esta la reglamentación de una nueva ley. Actualmente nosotros estamos bajo la UPOP 78, que es la que nos está generando la protección "al patrimonio de los pueblos, al servicio de la humanidad".

Esta frase pertenece a una campaña internacional que lanzamos en 2001, desde La Vía Campesina, y que busca hacerle frente a este tipo de negociados que se intentan imponer, con los tratados internacionales, sobre los recursos fitogenéticos por la alimentación y la agricultura, y en todos esos ámbitos internacionales hemos venido dando la batalla, ya sea dentro de la FAO y  dentro de espacios de Naciones Unidas, para que se promueva y se exija también a los gobiernos de los distintos países, que no pongan límites a los derechos colectivos de los pueblos campesinos, sino que -al contrario- los promuevan, los sigan impulsando, porque esa es la forma y la garantía de una alimentación para los pueblos.

Esas semillas, que hoy están queriendo privatizar, han sido fruto del esfuerzo de más de 10 mil años 

Cuando hablamos de una producción campesina indígena -automáticamente- hacemos referencia a la producción agroecológica de calidad, y que respeta la soberanía de los pueblos a decidir qué y cómo producir. Y nosotros consideramos que "sin semillas no hay agricultura, sin agricultura no hay alimento, y sin alimento no hay pueblos soberanos".

En Argentina, a raíz de esta campaña internacional de La Vía Campesina, seguimos trabajando, impulsando y siendo parte de las diversas actividades y acciones, desde las comunidades territoriales. Seguimos produciendo, conservando, multiplicando e intercambiando semillas, no sólo en las ferias, sino también en los cambalaches -que es algo muy típico, que desde siempre se hace en la zona de la Puna.

Como organizaciones base del movimiento nacional campesino indígena, durante todo este año, hemos estado discutiendo y socializando todas estas intencionalidades que viene a querer culminar con la ley el Estado Nacional. En octubre pasado, en el marco del Día Internacional de la Soberanía Alimentaria y la lucha contra las transnacionales, reimpulsamos la campaña de las semillas como "patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad", con una subcampaña que se llama “adopte una semilla”. La intención es que desde cualquier rincón de nuestro país,  cualquier persona pueda tener una semilla, adoptarla, multiplicarla y así generar una forma de resistencia y de restarle el avance a las trasnacionales, cuidando lo que es un derecho colectivo, y que tenemos que defenderlo.

La producción campesina indígena respeta la soberanía de los pueblos a decidir qué y cómo producir

En la Universidad campesina, en Villa Ojo de Agua, Santiago del Estero, tenemos "La casa de la semilla" a nivel nacional. Y esta casa es otra pata de esta campaña, de estas acciones que hacemos en los territorios. Tiene más de 700 variedades de semillas, desde vegetales, ornamentales, frutales, que son de distintos lugares del país, y también de países limítrofes, puesto que realizamos intercambios de semillas con organizaciones campesinas de Brasil, de Chile, de Paraguay, de Colombia. Con ellos las intercambiamos, y estamos reproduciéndolas, junto a plantas de hierbas medicinales.

 

*Deolinda Carrizo, referente del Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina.