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MONSANTO EN CORDOBA: PLANTA PROFANA, SEMILLA SAGRADA

El acampe que intenta frenar la construcción de una nueva planta de la multinacional Monsanto en la provincia de Córdoba.

Por Alan Ulacia. Fotos: Melina Gómez. Ilustraciones: Groger Gutiérrez.




1. Cabeza de playa (Testimonio de Marco)




El 28 de noviembre a la mañana, a eso de las siete y media, nos despertaba a los gritos una patota, un grupo de personas, muchos jóvenes, con palos y piedras. En el predio de la planta hay dos entradas, dos bloqueos, ellos nos empujan a los piedrazos y patadones de uno, donde éramos cinco o seis. Habrá pasado una hora y media, nos tiramos con piedras. Ellos nos tiran hasta con nuestras propias frutas y verduras. Son alrededor de sesenta o setenta personas, nosotros éramos creo que veinte. Golpean a varios de los nuestros, nos enfrentamos cuerpo a cuerpo. Había uno de ellos que tenía un revólver. Destrozan todo, se llevan un montón de cosas, montones de herramientas. Prendieron fuego carpas, ropa. Bardearon lindo.





A eso de la hora y media cae la policía en un auto, son dos gorditos, se bajan y entran como a mediar. Es decir que estábamos a dos metros de distancia diciéndonos de todo, con un par de policías en el medio que decían “paren, paren”. A la vez ellos decían que eran obreros. La patota decía quer eran obreros, que los dejemos trabajar, las mujeres decían “euu, tenemos hijos”.




Pasan unos minutos y vemos que entran a caer los camiones con materiales que estaban siendo bloqueados por nosotros hacía más de dos meses. Los obreros ya no venían porque no tenían material para construir. En ese momento vemos que salen corriendo, festejando, hacia ese puesto, y nosotros les tiramos con todo lo que teníamos, de la bronca. Cuando llegamos al puesto, los camiones ya habían pasado, y ahí llega infantería y los medios. Infantería no nos proteje, sino que nos dispara con balas de goma, las cámaras filmando. Como si ellos, la patota, fueran los atacados. Quemaron ropa, nos quemaron un montón de cosas.





Se empiezan a ir en un colectivo. Era un colectivo del gobierno provincial, buscamos la patente. Hicimos la denuncia, y supimos que era una patota, ni siquiera era la UOCRA, era la barra brava de un equipo de fútbol de acá. Estaban pagados por 250 pesos. Siempre se usan este tipo de acciones para tercierizar la represión. La policía en complicidad, los camioneros, los guardias privados de Monsanto, todos estaban esperando. Y nosotros desprevenidos. Lo bueno fue que siguió un día de pura pila. Nos organizamos mucho más después de eso. Hicimos un montón de escudos, honderas. Se acercó más gente, se armaron más comisiones. Estables somos veinte o treinta en el acampe, aquel día eramos 15, muy pocos?




Marco me mira con ojos tristes, le es incómodo hablar, su voz suena firme pero obligada, se nota. Es mediodía y pocos manchones de sombra se transforman en refugio. Terminamos de almorzar hace minutos, estamos en la carpa “de Famatina”, sentados en un colchón.




Mucha bronca, viejo?





2. Breve historia de Monsanto, breve historia del Acampe





En el año 1901 el empleado farmacéutico Jonh Francis Queeny funda Monsanto Chemical Works, en Saint Louis, Estados Unidos. El nombre Monsanto viene a cuento del apellido español de su esposa, Olga Méndez Monsanto. La sacarina (saccharine) es su primer producto, y uno de sus primeros clientes: una nueva compañía de gaseosas llamada Coca-Cola, originaria de Georgia. Agentes químicos como el ácido 2,4-D y diversos plásticos derivados del estireno son además algunos de los productos que Monsantocomercializa en sus albores. En la década del 60 la empresa es contratada por el gobierno de EEUU para producir un herbicida defoliante de guerra: se trata del celebérrimo agente naranja con el que se roció durante casi una década al pueblo vietnamita.




Monsanto inicia sus operaciones en Argentina como productor y distribuidor de químicos y plástico. 1978 es el año en que la empresa inaugura su primera planta acondicionadora de semillas híbridas de girasol, en Pergamino. Para esa fecha Monsanto y su Roundup(glifosato) ya son sinónimo de tecnología de punta en el mercado mundial de los herbicidas, y no falta demasiado, habrá que esperar a la década del 80, para su incursión biotecnológica genética.





Monsanto en Argentina tiene su historia, así como una concepción ideológica y programática consumada, pulida, y efectivamente operante. La expansión de la frontera de cultivos transgénicos como la soja o el maíz, entre otros OGN (organismos genéticamente modificados) es sólo el nuevo negocio, los llamados agronegocios. ¿Cuáles son las consecuencias del accionar de una empresa transnacional como Monsanto, con entrada prohibida en más de 30 países, es decir, cuáles son las esquirlas socio-económicas y ambientales del boom de los agronegocios que hoy día se desarrollan, como Monsanto mismo confiesa, con la garantía y auspicio del estado nacional? El monocultivo y la concentración territorial en detrimento de la diversidad alimentaria y los pequeños productores, la contaminación agrotóxica, los cientos de desalojos de comunidades originarias y campesinos criollos frente a la creciente valorización de la tierra, el desmonte sistemático, la obscena alteración de ecosistemas enteros en función de las proyecciones alimentario-financieras (commodities) que se fraguan en la Bolsa de Chicago, y por último, la brutal represión que se perpetúa contra aquellos que ofrecen resistencia e intentan materializar Otras alternativas productivo-culturales.





El 15 de junio de 2012 Monsanto anunció una inversión de 1.500 millones de pesos en la construcción de una planta para procesar semillas de maíz, en la localidad de Malvinas Argentinas, Córdoba. La noticia la dieron directivos de la companía en Estados Unidos durante una reunión que mantuvieron con la presidenta de la Nación, Cristina Fernández, en Nueva York. “Durante la reunión, los ejecutivos analizaron junto a la Presidenta la importancia que tendrá la innovación en agricultura en el contexto de un crecimiento exponencial de la demanda mundial de alimentos durante los próximos años. En este contexto, la compañía prevé un rol clave para la Argentina”, decía la empresa en un comunicado de prensa.




Desde el 18 de septiembre de 2013 vecinos y vecinas de Malvinas Argentinas, miembros de diversas organizaciones sociales y losAutoconvocados del Acampe en Malvinas, están instalados de forma permanente sobre la ruta provincial A188 (ex A88), a menos de dos kilómetros de la ciudad. Hace casi cinco meses evitan el ingreso de los camiones y materiales para la construcción de la nueva planta. Su denuncia: “Los Gobiernos Municipal y Provincial, cómplices y corruptos, han otorgado de manera irregular permisos para la construcción de la planta sin cumplir los recaudos mínimos de la Ley General del Ambiente Nº 25.675, que prevé la realización de mecanismos de participación ciudadana y Estudio de Impacto Ambiental PREVIO A LA AUTORIZACI?“N DEL PROYECTO. La población de Malvinas Argentinas sufriría directamente la contaminación del aire y en napas de agua por el tratamiento de 150.000 toneladas de maíz transgénico con 350.000 litros de agrotóxicos. Malvinas Argentinas está a mínima distancia de la gran ciudad de Córdoba donde viven hoy 1.500.000 habitantes que al poco tiempo sufrirían los daños de la contaminación ambiental”.





El 8 de enero la Justicia cordobesa falló en contra de Monsanto y ordenó paralizar la obra. La sentencia fue dictada por la Sala Segunda de la Cámara del Trabajo de Córdoba, que dio lugar al amparo presentado por los vecinos de Malvinas Argentinas en septiembre de 2012. “El amparo obliga como medida cautelar a que se suspendan las obras de la planta acondicionadora de granos de la empresa Monsanto en Malvinas Argentinas hasta que se presente el estudio de impacto ambiental y se realice la consulta popular correspondiente, según lo estipula la Ley General de Ambiente”.





3. El Acampe desde adentro, Progreso, ombligos




Llegamos al Acampe el día viernes 10 de enero, cerca del mediodía. En el micro que va de Córdoba Capital a Malvinas Argentinas, poco menos de 12 kilómetros, conocemos a un joven periodista belga, llamado Sebas, viene para hacer un reportaje y publicarlo en un diario de allá. Nos recibe en un puestito una señora llamada Norma, que pregunta de dónde somos, le decimos que de Buenos Aires, que venimos para hacer una nota. Nos lleva a donde todos almuerzan, antes nos indica dónde podemos ubicar la carpa. Sacamos unas fotos a las esculturas e intervenciones artísticas que están a la vista. Pocos minutos bajo el sol ponen nuestra piel roja, Norma nos alcanza un protector solar casero hecho con alóe vera que en pocos minutos hace desaparecer la quemazón. Saludamos a todos, la mayoría son jóvenes, unos con acento cordobés, porteños, porteñas, bonaerenses, hay uno uruguayo. Guardias privados, empleados de la empresa, merodean del otro lado del alambrado, en extraña relación del tipo amigo-enemigo; y una camioneta está apostada durante el día, a metros de una de las entradas al predio, alberga al menos tres policías de la provincia, nos cuenta Norma.




Después de almorzar entrevistamos a Marco.




Atardece cuando bordeamos la ruta, rumbo al pueblo de Malvinas Argentinas, de 15 mil habitantes, para ver qué opinan sobre la instalación de la planta, sobre el Acampe, sobre el ataque de la falsa UOCRA del 28 de noviembre, sobre Monsanto. Las oxidadas vías de un ferrocarril que ya no pasa se despliegan en paralelo a la ruta, sugiriendo promesas rotas. Las cuadras se hacen infinitas y exceden por mucho los 100 metros. Un semáforo sobre la ruta marca el inicio de la avenida principal, que no puede llamarse sino San Martín.




Varios comerciantes no saben o fingen no saber nada acerca de la llegada de Monsanto a su pueblo: cargamos el inesquivable karma del porteño metiche. En la Municipalidad nos niegan la posibilidad de hablar con alguna autoridad que pueda brindarnos información oficial sobre el proyecto, alegan atender de mañana como se alega se cayó el sistema.





Anochece, volvemos al Acampe, y cuando ningún vecino malvinense parece decir o no querer decir nada destacable, paramos en un almacén para comprar unas cosas y charlamos con la señora que lo atiende, y nos dice cosas destacables:





Que tenía como cincuenta menúes para los obreros que estaban construyendo la planta y que la paralización de la obra le había arruinado su negocio. Que su madre, de 83 años, fumigaba con veneno de forma manual planta por planta y nunca había tenido problemas de salud. Que ella, que de chiquita lo había respirado, tampoco. Que en miles de otras ramas productivas también se contamina y nadie dice nada. Que de los 10.000 habitantes de Malvinas sólo 300 familias estaban en contra del arribo de Monsanto. Que de “los hipis del asentamiento” ninguno es de Malvinas Argentinas. Que parecían estudiantes, gente formada. Que eso, la calidad estudiantil y su aparente formación, la verdad la hacían dudar respecto a las consecuencias ambientales de la instalación de la planta. Que no sabía cómo se financiaban. Que debían ser todos de familias bien. Que la llegada de Monsanto va a servir al crecimiento de Malvinas, que va a generar muchos puesto de trabajo, no sólo en la planta, sino indirectos, en otros comercios. Que el ataque del 28 de noviembre estuvo “mal planeado, mal ejecutado”.,,





Por Alan Ulacia de LaBrokenFace

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