“Soy la primera docente trans de Enfermería”
por Estefanía SantoroFotos: Agustina Salinas
20 de julio de 2022
Recibida de enfermera en plena pandemia, a Marthina Turbay se le cerraron todas las puertas laborales. La contención familiar y sus ganas de seguir formándose la sostuvieron en un momento difícil. Hoy vive un presente que rompe con la discriminación habitual hacia el colectivo travesti-trans.
Marthina Turbay creció en San Miguel de Tucumán. Desde chica tuvo el apoyo y el acompañamiento de su familia: “Mis padres siempre me cuidaron mucho y estaba rodeada de mis hermanos. Nunca sufrí discriminacion porque ellos estaban acompañándome, pero sé que ésa no es la realidad del resto de las personas trans. Vi mucha discriminación hacia otros chicos de mi colegio, se burlaban de ellos porque eran afeminados, la diferencia es que ellos no tenían dos hermanos que los cuidaban”.
Estudió Teatro en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán y se especializó en Interpretación dramática. Una vez finalizada la carrera, en 2016, viajó a Buenos Aires para continuar con su formación y especializarse en Comedia musical. Seis meses después de iniciar sus estudios, se lesionó los meniscos y no pudo continuar con la cursada debido a que la carrera le requería un nivel de exigencia física que era imposible alcanzar luego de esa lesión. A sus 35 años sentía que su cuerpo ya no rendía como antes, necesitaba encontrar una salida laboral urgente y una nueva profesión.
Una tarde, buscando oficios con una amiga, decidió inscribirse en la carrera de Enfermería de la Facultad de Medicina (UBA), en el segundo cuatrimestre del año. “Desde el momento que ingresé, me enamoré de la Enfermería, tanto como me apasiona el teatro. Me recibí a los tres años con promedio de nueve, uno de los más altos, y aún así, con dos títulos universitarios, no podía conseguir trabajo. Las personas trans ni siquiera pueden terminar el nivel Primario y yo, con dos títulos universitarios, no conseguía nada”.
Cuenta que durante los tres años que estudió Enfermería, buscó empleo (“primero como docente de teatro”), pero no salía nada. Salió a buscar “cualquier cosa”. El resultado: “Nunca conseguí ni siquiera como administrativa. Si no hubiera sido por mi familia que me ayudó, me moría de hambre”.
Marthina finalizó la carrera de Enfermería en plena pandemia. Envió curriculum por todos lados y ni siquiera consiguió una oportunidad laboral en el momento en que más se necesitaba de lxs enfermerxs.
La pandemia de la discriminación laboral
En la facultad también se cruzó con personas que respetaron su identidad. “No sufrí discriminacion durante la cursada porque la carrera de Enfermería es bastante particular, de hecho, cuando aún no tenía el cambio de nombre de mi DNI siempre respetaron mi identidad”, relata su experiencia.
Recién el año pasado, a los 33 años, pudo hacer el cambio registral en el documento. Recuerda: “El primer año una docente empezó a pasar lista por apellido donde figuraba mi nombre anterior. Cuando terminó, se acercó y me preguntó cómo me llamaba y lo anotó con lápiz en la lista. De ahí en más, todos los docentes me llamaron Marthina, a pesar de que solo se lo dije a ella”. Tiene claro, sin embargo, que “hay muchas facultades que aún son altamente transfóbicas y en la carrera de Medicina hay mucha discriminación”.
Marthina finalizó la carrera de Enfermería en plena pandemia. Envió currículum por todos lados y ni siquiera consiguió una oportunidad laboral en el momento en que más se necesitaba de lxs enfermerxs. Decidió irse a Santiago del Estero, donde le ofrecieron un trabajo en el Sanatorio Argentino.
"Las personas trans ni siquiera pueden terminar el nivel Primario y yo, con dos títulos universitarios, no conseguía nada."
Mientras tanto, siguió profesionalizándose, esta vez cursando de manera virtual la Licenciatura en Enfermería, que es el siguiente título que se puede obtener en la Facultad de Medicina luego de recibirse de Enfermerx universitarix. De regreso en Buenos Aires para rendir materias en forma presencial, Marthina se encontró con una grata noticia en la UBA.
“Lo que menos esperaba era conseguir trabajo ahí –dice–. Algo positivo que rescato de todo este esfuerzo que hice estos años es que el espacio de la carrera de Enfermería está abriendo la cabeza: me ofrecieron trabajo para dictar clases como docente”. Desde el 1 de julio, Marthina conquistó un nuevo logro para el colectivo travesti-trans: “Soy la primera docente trans en una cátedra de Enfermería”.
¿Cupo laboral real o letra muerta?
En junio del año pasado, cuando se aprobó la Ley de Cupo laboral travesti-trans a nivel estatal, Marthina celebró y ni bien supo de su implementación envió currículum a diferentes ministerios en los que podía desempeñarse de acuerdo con su formación profesional. Su CV llegó a los ministerios de Salud, Educación, Desarrollo y Cultura, sin embargo, no obtuvo ninguna propuesta laboral.
“Sé que en Tucumán, de donde vengo, se implementó el cupo. Me sorprendió, porque es una provincia muy conservadora, pero esos son pequeños cambios que se dan, porque en Tucumán hay una discriminación estructural muy fuerte. Por ejemplo, los tratamientos hormonales no están normalizados, las compañeras tienen que pelear por las cirugías de género y las obras sociales no las cubren aun cuando es una obligación, porque figura en el Plan Médico Obligatorio. Falta mucho para que haya un cambio real”.
¿Sirve de algo tener leyes de avanzada cuando éstas no vienen acompañadas de políticas públicas que promuevan un cambio social a nivel estructural? ¿Cómo ampliar el horizonte de las conquistas legislativas si el Estado no cumple su rol de garante de esos derechos ganados ni realiza un control que obligue a las instituciones, tanto públicas como privadas, a respetar las normativas vigentes? Sin un Estado que implemente políticas públicas efectivas de reconocimiento y concientización social de los derechos de la comunidad LGBTIQNB+, todos los avances legislativos terminan siendo letra muerta.
A comienzos de julio, la Asamblea Trava Trans No Binaria y el Departamento de Género y Diversidad de ATE Nacional publicaron un relevamiento para conocer el estado de implementación de la Ley Nacional 27.636 de Cupo e Inclusión Laboral travesti-trans y No Binario a un año de su promulgación. Los resultados reflejan la realidad que vive Marthina y muchas otras personas trans.
El estudio detalla: “El 1% del cupo laboral Travesti, Trans y No Binarie (TTNB) establece la contratación de 5.551 personas. A la fecha, se contrataron 313. A este ritmo se tardarían casi 18 años en completar un 1% de cumplimiento de personas TTNB contratadas en el Sector Público Nacional. Solo el 16% de las personas que ingresaron tienen un contrato de planta permanente. El restante 84% tiene distintos niveles de contratos temporarios y la precarización laboral es alarmante”.
Reeducar los paradigmas médicos
Mientras la ley de cupo se implementa a cuentagotas, las instituciones educativas universitarias no se han actualizado. Un ejemplo: la enseñanza con perspectiva de género en la Facultad de Ciencias Médicas brilla por su ausencia, ya que lxs profesionales de la salud que egresan no saben cómo atender a unx paciente trans y desconocen sobre tratamientos de hormonización.
El cupo laboral Travesti, Trans y No Binarie (TTNB) establece la contratación de 5.551 personas en el Estado, pero a la fecha se contrataron apenas 313. Se tardarían casi 18 años en concretar el 1% establecido por ley.
Marthina describe: “Actualmente estoy en tratamiento hormonal y pasé por una cirugía de mamas como parte del Plan Médico Obligatorio, pero en la facultad no te forman sobre esto. Yo me formé por mi experiencia personal y no porque me lo hayan enseñado. Justamente mi tesis de grado trata sobre el rol de la Enfermería en los tratamientos hormonales masculinizantes, feminizantes y cirugías de género. Es una gran crítica a la enseñanza de la universidad”.
Lo cierto es que mientras las comunidades avanzan, las instituciones atrasan. El informe mencionado señala que aun cuando el 96% de las personas contratadas tiene cobertura de salud, el 58% tiene inconvenientes para garantizar su salud transicional. “La Ley de identidad de género que garantiza la salud integral de las personas trans ya tiene 10 años de vigencia, ¿cómo puede ser que no se integre?, ¿cómo puede ser que mis compañeros no sepan lo que es un tratamiento hormonal?, ¿que no sepan cómo referirse a una persona trans?”, se pregunta Marthina. Ejemplifica: “Me tocó hablar con enfermeros de hospitales públicos que me contaban que había chicas que se operaban las lolas y las ponían en habitaciones con hombres”.
El pasado 1 de julio Marthina se convirtió en la primera docente trans que tiene la carrera de Enfermería en la UBA. A esta buena noticia se le sumó otra hace pocos días, consiguió un empleo para desempeñarse como enfermera en el Policlínico Regional de Avellaneda.
“Es difícil que la gente entienda lo complicado que es no conseguir trabajo, es una realidad que les pasa a muchas chicas trans. Estoy desde el año 2016 buscando trabajo y recién ahora logré un ingreso laboral concreto”.
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