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Maradona: infancia de grandes y chiques

por Mariana Rolleri
28 de noviembre de 2020

El mito Maradona se pasa de generación en generación. Diego, el pueblo te despide pero quedarás para siempre como el elemento compartido de todas nuestras infancias.

Particular y universal a la vez. Así es Diego Maradona. Su “sueño del pibe”, su origen de potrero, su insolencia, su felicidad, sus logros, su soledad, su carisma, entre otros ingredientes, atraviesan a las personas y a sus historias. Diego es el vehículo desde los relatos personales a los colectivos y viceversa. Es el espacio entre hogar y calle, sin puerta. Así es Diego Maradona, el fenómeno popular más grande que haya pisado este suelo.

EL SUEÑO DEL PIBE

Martín Román (hagan sus deducciones) vino junto a su papá Gerardo. Ellos son los únicos de Boca en una familia mayoritariamente de River. Visten las camisetas azul y oro. El nene dice que le gusta “todo” de Maradona, que juega al fútbol con sus amigos y es delantero. Está contento de estar acá.

Para Gerardo haber venido desde Ciudad Evita, La Matanza, a despedir al Diego con su hijo le significa su “infancia”. “Diego marcó todo. Como ahora Messi para los chicos, Diego para mí es el mundial solos con mi abuela, abrazados. Y ahora enseñarle a mi hijo lo que fue futbolísticamente el Diego, sin palabras. No se puede explicar”, se emociona este hombre de 47 años.

La quimera del “Pelusa” fue la hazaña que Gerardo persiguió en los diferentes clubes en los que jugó y lamenta no haberla logrado. “Es nuestro, es el barrio. Diego cumplió el sueño de todos los chicos del potrero que no pudimos llegar a Primera. Él dijo de chiquito que quería jugar en Primera, jugar en la Selección y ganar la Copa del Mundo. Esa era la ilusión de todos los chicos de mi generación y tal vez la de los chicos de ahora es la misma”. 

LO FAMILIAR

Con dos banderas, una wiphala y una argentina, en mano, Josefina está sentada en un banco de la Plaza de Mayo. Mira para la Rosada, donde hasta hace dos horas se realizó el velorio. Ahora queda poca gente dando vuelta y centenares de gendarmes y policías federales formando una suerte de vallado humano, de un lado y otro de la reja. 

“Vine a despedirlo porque es el mejor jugador del mundo y porque apoyó siempre a Bolivia”, argumenta y destaca que sus nietos son todos de Boca. Seguro se pondrán contentos cuando se enteren que su abuela estuvo acá. 

Para hablar con Sara hay que agacharse. “Vine a ver a Diego y no lo pude ver. Me gustó estar acá”, manifiesta y señala a su hermano, de 16, porque fue él quien le contó quién era Maradona. “Le conté de los goles que hizo, mucho de Boca porque el entorno familiar es boquense. Yo no llegué a verlo jugar, pero como mi abuelo era fanático aprendí de él de Maradona, de los cuadros de fútbol, de Marzolini, de Di Stéfano, de todos ellos”. 

“Es una forma de decir chau a toda una etapa porque … (salen lágrimas, traga) … él ha estado siempre en lo que una ha visto desde que es adolescente.

La familia vino desde San Martín. No es la primera movilización-velorio de la que participan, también vinieron al velorio de Néstor Kichner. “El mayor fanático es mi papá que lo vio jugar a Maradona en Argentinos Juniors. Tiene 89 años, así que atravesó todas las épocas”, historiza la mamá, de estxs hermanxs que juegan al fútbol en el patio de su casa. 

LA INFANCIA

Los pibes improvisaron un picadito en el pasto de la Plaza de Mayo. Toto muestra su habilidad y pasea a su amigo, de acá para allá. No lo paran ni los arbustos. Resguarda la redonda entre sus piernas, la pierde, la roba, la cuida, juega pícaro y es lindo verlo. Agitado todavía, habla con Cítrica.

“Lo pude ver cuando se fue con el cajón, pero nunca lo había visto. Un inteligente para jugar a la pelota. La verdad que un capo el chabón, el mejor del mundo. Le gustaba el fútbol. A pesar de las críticas, él salió, desde lo más bajo. Se retiró con la humildad que tenía, y con toda la gente que lo rodea”, afirma sonriente y califica al picadito como una suerte de homenaje: “Lo estamos recordando como él era”. 

Toto tiene 15 años y juega en el Club Italiano de Ciudad Evita, La Matanza. Pregunta dónde va a salir el video. Hoy, debajo del video en el que aparece en el Instagram de Cítrica, comenta: “Salí en mi primera entrevista. Muchas gracias”. Y ese “primera” revela su sueño, seguro, parecido al del Diego.

LO POPULAR

“Vendemos todo lo que es sororidad y empatía. Venimos a todas las marchas que nos gustan, nos agradan y compartimos la ideología”, cuenta Nancy sobre Avenida de Mayo. Está junto a otrxs compañeres emprendedores con pañuelos y banderas con imágenes de Diego que fabricaron el miércoles cuando se enteraron de “la mala noticia”. También tienen los verdes de la Campaña por el Derecho al Aborto y otros con los colores de la diversidad. 

“Soy una persona grande, lo viví en los ‘80 y realmente nos dio muchas alegrías en tiempos políticos en los que estábamos muy desesperanzados. En esa época nos aferrábamos al fútbol porque era la única alegría que teníamos. Y Maradona nos dio eso. Una entidad, una absoluta conciencia de clase, sabía de dónde venía y sabía lo que el pueblo sentía. Así que el amor es infinito hacia él y la tristeza de no verlo más, pero bueno, él es eterno”. 

Nancy vino desde Lanús y sus compas de Mataderos. Hasta el momento de la entrevista (las 17.30) no les había rendido el puesto porque les afectó la represión de la Policía de la Ciudad y tuvieron que correr de acá para allá.

LA SOLEDAD

Marlene está apoyada en el semáforo peatonal de la esquina. Tiene un vestido gris de algodón, un saquito de hilo azul, el pelo canoso, un morral y sandalias de cuero. Sobre el centro de su cuerpo descansan sus manos entrelazadas.

“Es una forma de decir chau a toda una etapa porque … (salen lágrimas, traga) … él ha estado siempre en lo que una ha visto desde que es adolescente. Tengo 57 años y él era un ídolo ya en el ‘79 cuando mis papás vivían y yo veía la tele con ellos... (se emociona). Una lo ha seguido entre los mundiales, nos dio tantas alegrías (sus ojos vuelven a sonreír), es eso, seguirlo”. Por eso está Marlene acá, parada, mirando para la Casa Rosada en una cuadra de la Avenida de Mayo en la que a esta hora ya no queda casi nadie. Siguiendo a Maradona hasta en el cajón. 

“Me dio mucha lástima que muriera solo. Me dio mucha tristeza… Además es un año muy duro para todos (vuelve el llanto, se repone) y vine porque mucha gente no pudo, vine a acompañar”. La muerte y la soledad, ¿a quién no conmueven? En la Plaza hay gente todavía, se la ve a la distancia, pero Marlene espera en esa esquina, sola. Pensando en ver a Maradona por última vez. Ahora ya no tiene a quién seguir.