Machismo del orto
Jésica Farías18 de julio de 2017
El juego del patriarcado invade la televisión. La violencia simbólica despliega otra vez sus artilugios para seguir desfavoreciendo a quienes no son un varón blanco, heterosexual y de clase media.
"Hay varias imágenes de mujeres entre las que está su mujer. ¿La podrá reconocer?”, preguntaba el conductor haciéndose el pillo mientras en la pantalla aparecían varios culos. Cuatro culos, para precisión del relato. Por ahí venía el recorte: esas mujeres eran media espalda, dos cachetes y una tanga. El pibe de la raqueta tragó saliva. ¿Le molestó, acaso, la misoginia que evidenciaba la prenda? Con cara seria pero lejos de ofuscarse, tiró un número, el dos, y le pegó. De fondo remataron: “Para mí ganó de culo”. Aplausos porque había acertado: ese culo era el de Carolina Pampita Ardohain, la pareja de Pico Monaco. El juego al patriarcado, otro más, sucedió en el programa Nunca Es Tarde, un late show de la señal Fox Sports que conduce Germán Paoloski.
En la Argentina matan a una mujer cada 30 horas. Las violencias son muchas y la simbólica, esa que termina encarnándose en los medios de comunicación, instala varias ideas en las mentes sexistas: dice que las nenas, adolescentes y adultas somos una cosa que se puede usar y desechar. También, tristemente, que podemos ser compradas. Decir “femicidio” en lugar del casi desechado concepto “crimen pasional”, hablar de todos pero también de todas o sumar a mujeres, lesbianas, travestis y trans a paneles o columnas no hacen al cambio si aún persisten titulares que chorrean espectacularidad y sangre –siempre la nuestra- o personas con micrófono que preguntan si acaso esa piba no se buscó ese final. Tampoco cuando se nos recorta a tal punto que somos un par de tetas o un culo, somos solo eso y para el disfrute del macho.
En los primeros diez días de julio se cometieron alrededor de una decena de femicidios. En ese periodo, volvió a hacérsele el juego al patriarcado. Sí, poco antes de que reprimiera a quienes trabajan en #PepsiCo, planta conformada en un 70 por ciento por mujeres, en donde solo se contaron las heridas del bando de la gorra. Aún no habían asesinado a palos a María Emma Córdoba en Punta Lara, ni todavía estaba en recuperación A.G, su amiga. Eso sí, ya habían pasado muchos años desde el “corte de polleritas” de Marcelo Tinelli y meses varios desde el “¿Y vos que hiciste para que te pegara?” de Mirtha Legrand. Y un mes, nada más, desde la última edición de la movilización #NiUnaMenos. Ahora, edulcorada, como un chistecito, la violencia simbólica desplegó otra vez sus artilugios para seguir desfavoreciendo a quienes no somos un varón blanco, heterosexual y de clase media.
“Claramente hay un mensaje machista en donde se cosifica a la mujer, se la pone en lugar de objeto y al hombre, en un lugar superior a ella. Así se legitima la desigualdad de trato y se construyen patrones socioculturales que apuntan a la desigualdad, que crean condiciones de violencia contra las mujeres. En ese marco, no podemos dejar de responsabilizar a los organismos que tienen que denunciar y sancionar la violencia simbólica pero que no usan los recursos para hacerlo. No podemos olvidar que el Estado es responsable”, analiza Sol, de la Campaña Nacional contra las Violencias hacia las Mujeres, la colectiva de organizaciones que denunció a Baby Etchecopar por expresar en su programa radial, y tras el femicidio de Micaela García en Entre Ríos, una idea que intenta instalar el patriarcado: "Si tu hija de 12 años sale mostrando las tetas y haciendo trompita, hay una provocación". No conforme, siguió: "El problema es la provocación, porque no es casual que de golpe aparezcan tantos violadores".
Los mensajes, los estereotipos, valores, íconos o signos que transmiten y reproducen la dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad –y que se manifiestan en los medios-, son tan peligrosos que unos días después, la propia “Pampita” intentó un descargo en su programa (Pampita Online, Cablevisión). Acompañada por Barbie Simons y Ángeles Balbiani, las tres analizaron el hecho. Todo parecía venir cuando la modelo adelantó que el jueguito que le hicieron al tenista “fue un poco machista” pero enseguida se supo lo que más le molestó: que compararan su culo con otros, los de las exparejas de Pico Mónaco. “Imagínense si no le pegaba. ¡Lo mato! No le hablo una semana si se equivocaba”, estalló.
“Los limites a la violencia mediática los debe poner el Estado. Se le debe poner un freno a las empresas periodísticas que bajo la lógica del mercado, de la ganancia y del rating, promueven esas agresiones”, arriesga Sol, mientras veo que una mujer que vive en Chubut denuncia que a su agresor lo banca el sistema judicial, el mismo portal me invita a ver las mejores fotos de una modelo sexy o el culo de una presentadora del clima.

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