“Los conflictos educativos no se resuelven con denuncias”

"Llevame al médico, me quisiste matar", le dijo ayer por la tarde Franco Romero, un nene de 13 años, a uno de los tantos policías que suelen hostigar y reprimir a los vendedores ambulantes senegaleses.
Franco es hijo de Magalí, una vendedora ambulante que se las rebusca en Flores, en Once, en Constitución o donde sea, para poder llevarle un plato de comida todas las noches a su familia. Sin embargo, ayer, en la previa de su cumpleaños, decidió no trabajar. Quiso juntarse con sus hijos e hijas, en Once. Y allí tuvieron la "mala suerte" de quedar atrapadxs en el medio de la tradicional represión a senegaleses. Y el que peor la pasó fue Franco, quien cruzó la calle para encontrarse con sus hermanas, pero nunca llegó: un oficial le apuntó directamente, y le tiró gas pimienta a los ojos. Como si el nene de 13 años, que sólo cruzaba la calle, fuera un peligro para la población.
"Estaba mirando ahí, y me tiraron gas pimienta, todo a mí, y la pasé muy mal. Tuve mucho miedo", contó Franco, ayer por la noche, agotado después de haber sufrido la represión.
"Él cruzó para buscar a sus hermanas, y en eso vinieron las motos de la policía a reprimir a los negritos. Lo encerraron, y él se quedó mirando como toda la gente. Y ahí le apuntan y le tiran el gas pimienta", contó Magalí, algo que nunca imaginó que podría suceder.
"Nunca había visto algo así. Ando todo el día en la calle. Pero, que le tiren directo a los ojos a un niño... lo de ese tipo no se puede creer... ojalá podamos salir por todos lados a contar lo que hizo".
"Llévame al médico, me quisiste matar", gritó Franco. Y el policía "era una momia parada que miraba", aseguró Magalí.
"Le pedía a la policía que me ayuden y me contestaban: '¿Por qué en vez de protestar no lleva al médico a su hijo?'. Al final tuve que tomarme un taxi y llevar a mi hijo al Ramos Mejía. Mi hijo me decía: 'Mamá, me voy a morir', y yo estaba nerviosa, y me quede sin voz de los nervios...".
"¿No lo podés llevar? ¿No lo podés subir al patrullero?", preguntaban hermanos y hermanas de Franco, como todas las personas que estaban allí. Pero la policía no se interesaba en cómo estaba el nene; tenía otra prioridad: detener senegaleses. Ya habían cumplido su primer objetivo: robarles la mercadería. "Los negritos no estaban trabajando, les arrancaron la bolsas", relató Magalí.
En el momento en que Franco le preguntaba a su madre si se iba a morir, los policías ya se habían quitado sus identificaciones para golpear senegaleses con total impunidad. Eso, para ellos, fue más importante que las cuatro horas de terror que sufrió el nene.
©2023 Revista Cítrica. Callao 360, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa Ex Trabajadores del Diario Crítica. Número de propiedad intelectual:5313125 - [email protected] | Tel.: 45626241