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La grieta del campo

por Ricardo Serruya (Desde Santa Fe)
Fotos: Juan Ignacio Calcagno
27 de mayo de 2019

El modelo basado en el agronegocio genera una falsa dicotomía entre vecinos y vecinas de pequeñas localidades. De un lado están “los contaminantes”. Del otro, “los que se oponen al trabajo y el progreso”. Esto quedó sintetizado con una pelea en Colonia Avigdor, Entre Ríos, donde una fábrica que gerencia el secretario de Ambiente, Sergio Bergman, tira residuos industriales a un arroyo sin ningún tratamiento.

El año pasado, aquí mismo, denunciamos que el por entonces ministro de Ambiente Sergio Bergman –hoy devenido secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable– era miembro fundador de R.A.I.C.E.S (Red de Acciones e Iniciativas Comunitarias para la Empresa Social), una fundación que gerencia y administra una empresa láctea que tiene denuncias por contaminar el arroyo de Colonia Avigdor, una pequeña localidad en la provincia de Entre Ríos

Vecinos y organizaciones ambientalistas denuncian que un subproducto que se genera en la producción de quesos, llamado lactosuero, está comprometiendo el equilibrio ecológico del lugar y la salud de la población, debido a que esta empresa arroja esa sustancia residual, sin tratamiento alguno, al único arroyo existente de la localidad.

Uno de los vecinos denunciantes es Elio Kohan, integrante de la Asamblea Más ríos, menos termas y de la coordinadora provincial Por una vida sin agrotóxicos. Kohan alerta sobre esta realidad desde febrero de 2016. Inspecciones de organismos de control y hasta los testimonios de los mismos trabajadores de R.A.I.C.E.S  dan por cierto que ese producto no recibe ningún tratamiento y que se desecha al arroyo con total impunidad.

Vecinos y organizaciones ambientalistas denuncian que esta empresa láctea desecha el lactosuero, sin ningún tratamiento, al único arroyo de la localidad

La Secretaría de Ambiente de la Provincia de Entre Ríos detectó además que la empresa no cumplía con certificaciones ambientales, no contaba con  estudio de impacto ambiental aprobado, carecía de certificado de funcionamiento y de radicación, ni se atenía a las normativas legales que exigen autoridades de aplicación comunal, provincial y hasta nacional, un área que paradójicamente dirige el Secretario de Ambiente, fundador y directivo de la fundación madre que gerencia el emprendimiento. Luego de esta inspección algunos trámites fueron realizados.

“Si molesta, podemos cerrar la fábrica y generar desocupación”, respondió la empresa. Desde ahí, el falso dilema salud versus trabajo dividió a la población

Ante el reclamo de vecinos y vecinas la empresa ofreció una respuesta: “Si molesta, podemos cerrar la fábrica y generar desocupación”. Como hacen muchos empresarios, instalaron así una aparente dicotomía entre salud y trabajo, y enfrentaron a las personas que residen en la zona.

A principios de año, una serie de incidentes se produjeron en Colonia Avigdor, una localidad que no supera los 500 habitantes y donde el modelo agrotecnológico generó peleas, desunión y hasta la agresión entre vecinos que, hasta hace poco tiempo, vivían fraternalmente.

El 29 de marzo por la tarde, en una estación de servicio, Elio Kohan le preguntó a un vecino si seguía levantando suero de la industria de fundación, o si la misma fundación se lo llevaba a su domicilio. La pregunta no era casual: es un secreto a voces que el emprendimiento industrial hace ir a los pequeños productores a buscar el suero para alimentar sus animales y que la fundación lo tira en los campos o en el mismo arroyo haciendo inútil el traslado. La respuesta que obtuvo Elio fue una serie de insultos y golpes sobre su rostro que cesaron sólo por la intervención de vecinos. La agresión, casualidad o no, fue justo un día después de que la Coordinadora Basta es Basta logró en esa provincia la nulidad del decreto que permitía fumigar a 100 metros de escuelas rurales, un fallo cuestionado semanas más tarde por el presidente Mauricio Macri.

Elio Kohan, uno de los vecinos que había denunciado a la fábrica y que se opone al modelo agrotóxico en la provincia, recibió una serie de insultos y golpes en el pueblo

El caso de Kohan puede parecer sólo una anécdota, un hecho privado acontecido en una pequeña localidad, pero es un mosaico de lo que sucede en muchos pueblos en los que “todos se conocen” y donde la solidaridad se respira y es una práctica diaria.

El modelo del agronegocio enemistó a los habitantes del campo. Muchos vecinos hoy se ven como enemigos. Se dividen. De un lado estarían los “contaminantes”, del otro los “que atentan contra el progreso o el trabajo.” Una grieta absurda. Otra más. En ambos lados, las víctimas tiene un mismo orígen: el de un modelo que contamina, enferma, genera desocupación y los desune.