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“La crisis hidrosocial que está atravesando Chubut es extrema”

Este 4 de febrero se marchó en varios puntos del país para continuar reafirmando el rechazo a las corporaciones megamineras y a los gobiernos funcionales a estas transnacionales, en el marco de un poder popular que viene siendo sostenido desde hace 20 años. Desde Chubut, las asambleas nos recuerdan su lucha contra el extractivismo convencional, el fracking y la agroindustria.

Por Marina Richeri*

Además de impedir que la megaminería se instale en Chubut, y al mismo tiempo de contagiarles fuerza a las comunidades que están siendo violentadas y saqueadas por el extractivismo -como en Santa Cruz, San Juan, Catamarca y Jujuy, entre otras- ahora se suma la fuerza de resistencia en otros países y en las áreas naturales que están siendo saqueadas -principalmente- por empresas petroleras.

Los días 4 son fechas conmemorativas y recordadas desde la resistencia megaminera en Esquel, y a su vez están siendo ampliados. El 4 de febrero de 2022 será tomado como Día Mundial de la Lucha contra los Extractivismos en los Océanos, es decir el Oceanazo y el Atlanticazo.

En Chubut estamos atravesando una etapa muy dura a nivel socio ambiental. Tenemos la actividad petrolera convencional con raigambre en Comodoro Rivadavia, en la costa sur de la provincia, que ya deja a toda una ciudad sin agua en los meses de verano. La actividad petrolera absorbió toda el agua del Lago Colhue Huapi y ahora va por el lago Musters. Ambos lagos son parte de la cuenca del Río Senguer, el cual también está con tendencia negativa en su caudal.

Además de esta actividad petrolera que deja suelos, aire y aguas contaminadas con hidrocarburos y también con metales pesados -y que consume el agua potable escasa que hay en la provincia- se nos suma el riesgo de la actividad petrolera offshore, o al menos de la exploración, que viene de la mano de este megaproyecto aprobado por el Gobierno Nacional y avalado por el Ministerio de Ambiente de la Nación, en el cual se da vía libre a la exploración sísmica, y se avala la explotación petrolera en el Océano Atlántico Norte, pero también el área de influencia de este proyecto llega hasta nuestras costas.

El 4 de febrero de 2022 será tomado como Día Mundial de la Lucha contra los Extractivismos en los Océanos, es decir el Oceanazo y el Atlanticazo.

Se trata de un punto que queda frente a la Península Valdés, de la cual -cabe recordar- que es un Área Natural Protegida por la UNESCO. En caso de que se lleve adelante el proyecto mencionado, la Península correría el riesgo de perder este estatus.

Con respecto a lo que tiene que ver con el extractivismo en Fracking, es decir la extracción de petróleo con técnicas no convencionales por fractura hidráulica, ya se están haciendo exploraciones y pruebas en las cercanías de Comodoro Rivadavia, y también hay proyectos en otros sitios de la provincia.

Por otro lado, tenemos el problema del extractivismo de la pesca industrial, el cual es un extractivismo bastante silenciado, que pasa desapercibido, y que lleva décadas operando en el Mar Argentino. Esta práctica muestra a las claras el saqueo y el desmanejo que -en su mayoría- empresas extranjeras están llevando a cabo sobre el territorio marino, con total connivencia del Estado Nacional.

 

Tenemos -además- un conflicto con las comunidades por las represas en la zona. Sumado a la disminución en la cuenca del Río Senguer, al sur de la provincia del Chubut, también existe una marcada tendencia a la baja del caudal del Río Chubut, que es el único con el que cuenta la región que tiene un cauce caudaloso desde la Cordillera hasta su desembocadura en el mar, y abastece de agua potable a la mitad de la población de la provincia. Este río está en merma constante.

Hay localidades que ya se encuentran permanentemente sin agua. Les tienen que llevar agua en camiones desde otros lugares, que también se están quedando sin agua. La crisis hidrosocial que está atravesando Chubut es extrema. Es acuciante y preocupante. Desde el instituto Provincial del Agua -que es la entidad encargada de estudiar y regular las cuestiones referentes a la provisión de agua- lo que proponen es llevar a cabo más de 20 represas para poder regular el agua del Río Chubut.

Esto nos preocupa porque sabemos la presión que hay desde las corporaciones petroleras y mineras por el uso del agua, las cuales precisan mucha agua potable para realizar sus tareas de extractivismo. En este sentido, sospechamos que ante la poca agua potable que hay, el Instituto Provincial del Agua se está poniendo al servicio del cuidado del agua para las corporaciones y no para el pueblo, como lo viene haciendo hasta ahora. Por ahora son sospechas porque no tenemos evidencias. Este Instituto viene manejándose pésimamente, en las sombras, en la clandestinidad, otorgando permisos de aguas de forma irregular e inconsulta, para las exploraciones mineras, que es la etapa previa a la explotación.

Sabemos la presión que hay desde las corporaciones petroleras y mineras por el uso del agua, las cuales precisan mucha agua potable para realizar sus tareas de extractivismo

Por otra parte, la provincia sufre la agroindustria. Chubut no escapa a este modelo. En el Valle del Río Chubut existen grandes áreas expuestas bajo riego, y en zonas áridas se produce una erosión muy grande del suelo, con una gran pérdida de nutrientes, salinización de los suelos, y es un proceso que sigue su curso. Las fincas en la zona antes eran frutihortícolas o de pasturas, y ahora se reconvirtieron en monocultivo, como el de la alfalfa. Es decir que fincas que antes producían alimentos ahora se dedican a la cría vacuna o porcina pero a través de feedlots, las granjas de cría intensiva, que producen un alto grado de contaminación.

Además de todo este escenario negativo, se suma otro extractivismo, que es el de la megapinería, es decir la plantación masiva de pinos para la industria maderera forestal, que está ocurriendo en la cabecera de la Cuenca del Río Chubut, lo cual pone en peligro aún más el caudal del río, zona en la cual el brazo de agua se recarga, es decir, donde recibe el deshielo y las precipitaciones abundantes de la Cordillera.

Esta plantación de monocultivo de ‘pinus ponderosa’ tiene una actitud invasiva en los territorios, con un alto éxito de germinación de la semilla, y ese éxito es imposible pararlo, y van copando el bosque nativo. Es decir que además de deforestar el bosque nativo para hacer una plantación de pinos, luego este monocultivo -que es exótico en la zona- es capaz de invadir los territorios del bosque nativo y alterar el equilibrio medioambiental.

Cabe destacar que los pinos toman mucha agua, y -sobre todo- esta especie es una de las causantes de los incendios en la Cordillera, según los estudios arrojados por especialistas, en lo referido a la voracidad y la rapidez de propagación de esas quemas.


LA INICIATIVA POPULAR

Cabe destacar el proceso político que está atravesando en estos momentos Chubut, con respecto a lo que se denomina constitucionalmente -a nivel provincial- como “Iniciativa Popular”. Se trata de un proceso social muy interesante en referencia a lo que es la identidad de un pueblo, y se basa en la presentación de un proyecto de ley, con destino de legislatura provincial, pero que no es presentado ni por diputados ni por diputadas, sino que se arma en las comunidades a través del propio pueblo.

Para que una iniciativa popular pueda ser presentada tiene que contar como mínimo con el 3% del padrón, y esta es la tercera vez que presentamos un proyecto de ley para prohibir la megaminería metalífera en todas sus etapas, con el uso de cualquier sustancia química, incluida la explotación de minerales nucleares.

La primera vez fue en el 2014, cuando se dio el recordado escándalo en la Legislatura, momento en el cual un diputado del Frente para la Victoria recibía en su celular indicaciones de un gerente de una minera, que en ese momento quería explotar el Cordón de Esquel, y le detallaba como debía cambiar el articulado del proyecto de prohibición para que se favorezca la actividad minera.

Una compañera de las asambleas del Valle logró capturar ese momento en una fotografía que recorrió el mundo, donde se reflejaba el mensaje de texto del gerente de la minera en el cual literalmente le daba órdenes. Ese año salió aprobado el proyecto de ley de Iniciativa Popular para prohibir la megaminería, pero -insólitamente- del recinto surgió un proyecto de ley que habilitaba la megaminería. Es decir, una absoluta tergiversación de la iniciativa popular.

Ese escenario de guerra, represión, balas, violencias y exceso de autoridad por parte de los policías, los funcionarios y demás actores, es típico y característico de las zonas en las cuales la megaminería busca instalarse o ya se instaló.

Tras ese escándalo, el gobernador Das Neves lo derogó al año siguiente, y al día de hoy sigue rigiendo la ley 5001 que prohíbe la minería a cielo abierto y el uso de cianuro en la minería, pero que en su segundo artículo deja abierta la posibilidad de una zonificación minera. Es decir que en una zona que sea determinada por un proyecto de ley en la Legislatura, el artículo primero de prohibición no se cumpla.

Esto significa que la 5001 es una ley muy tramposa, que en el primer artículo protege al territorio y en el segundo lo desprotege. Y así estamos hace 20 años, desde que se sancionó y se promulgó. Y que finalmente lo tuvo que derogar el Gobernador Arcioni el último 20 de diciembre, en lo que se dio por conocer como el Chubutazo.

Ahora, en esta tercera oportunidad, presentamos el proyecto de ley, y esta vez el contexto es bien diferente. Estamos camino a definiciones de candidaturas en las diferentes esferas de gobierno y esto sumado a todo el proceso vivido de empoderamiento y generación de redes que suscitó aquel 15 de diciembre la aprobación de la zonificación minera.

Desde esa fecha hasta el 21 de diciembre, que fue la derogación final y apareció en el boletín oficial, el pueblo se expresó sin dudas, y dijo un “no rotundo” a la explotación minera ante la falta de licencia social.

Además, todo el mundo -literalmente- vio el grado de violencia y represión que necesita el extractivismo para instalarse en una localidad. En ciudades como Rawson y Trelew se vivieron escenas prácticamente de guerra, con edificios incendiados, todo como parte de la imposición del extractivismo. Este es el ‘lenguaje’ que manejan.

Ese escenario de guerra, represión, balas, violencias y exceso de autoridad por parte de los policías, los funcionarios y demás actores, es típico y característico de las zonas en las cuales la megaminería busca instalarse o ya se instaló. Porque, aunque ya esté instalada y operando, los conflictos continúan, y esto ocurre en todos los países que padecen a la megaminería.
Ante ese lenguaje violento, las comunidades y los pueblos se ven obligados a responder a la violencia impuesta por estas corporaciones acompañadas en connivencia clara con los estados, tanto nacionales como locales, y en este sentido, lo que no se puede permitir es que la violencia parta desde el Estado.

El Estado no puede ser funcional a una corporación. La respuesta de un pueblo no se puede someter a juicio. Chubut es un pueblo que ya viene resistiendo ajustes, desalojos, en el marco de una ilegalidad y de una impunidad total, por lo tanto, lo que cuestionamos es la violencia y la represión por parte del Estado.

 

*Asambleista de Chubut