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Había una vez mucho antes de Halloween...

por Paula Thañiq Yuyay Alvarado Mamani
Fotos: Dolores Mendieta (pinturas)
02 de noviembre de 2024

Entre fines de octubre y comienzos de noviembre se homenajea a los difuntos, una costumbre ancestral previa a la conquista española y a las modas llegadas desde el Norte. Compartimos una aproximación al significado de “Ayaq Marq'an Killa” para la cosmovisión andina.

Imagen de portada. "Y siguieron por los mundos de abajo", pintura de la artista argentina Dolores Mendieta.


“¡Vamos a preparar la mesita!”, me gritaba en voz alta mi abuela. “¿Qué cosa, abuela, la mesita para esperar a nuestros ancestros?”. “Acordate que tenemos que poner todo lo que más les gustaba. No pongamos poquito porque se van a disgustar, hay que agasajarlos que vienen a saludarnos”. Unos años más tarde, en el colegio, una maestra dice: “Se acerca la noche de Halloween, acuérdense de disfrazarse de esqueletos y pedir caramelos…”. Hoy recuerdo que a la vuelta del colegio primario estaba la iglesia y allí, ese mismo día, vendían flores para llevar a las tumbas en el cementerio. 

En los últimos años y por estas fechas, entre fines de octubre y principios de noviembre vemos confluir distintas celebraciones o acciones. La Iglesia católica recuerda el Día de Todos los santos, que por un lado tiene un origen que la misma Iglesia decretó como un día en común para honrar a todos los mártires, y que con posterioridad se acordó que fuera el 1 de noviembre la fecha en la cual las familias llevan flores a los seres queridos en los cementerios.

Por otro lado, muchas películas extranjeras muestran imágenes de niñeces disfrazadas como brujas, vampiros o zombies que a la noche salen a las calles a pedir caramelos por el barrio recitando el famoso “¿Truco o dulce?”. Esto nos interpela fuertemente en los últimos años con la aparición de la película de Disney “Coco”, animación ambientada en esta celebración en la Ciudad de México. Producto del proceso de disneyficación es que, en la actualidad, hay una avanzada de extranjerizar la espiritualidad y a su vez surge un interrogante en busca del origen de estas celebraciones.

Sin embargo, entre los Pueblos/Naciones Indígenas andinas, todo esto no es nuevo. Recordar a nuestros ancestros es una práctica milenaria, ancestral y que continúa en el presente, pasando de generación en generación. La llamamos Ayaq Marq'an Killa, ceremonia que se lleva adelante los días 1ro y 2 de noviembre de cada año.

Según el Diccionario de la Academia Mayor de la lengua Quechua, Ayaq en el idioma runasimi/Quechua significa “muerto”, Marq'an es un verbo que indica la acción de llevar en brazos y Killa, además de significar “la luna”, también se refiere a un mes lunar. El significado de esta expresión es “mes de llevar los muertos”. 

Imagen superior. "Y siguieron por el Alto Astral", pintura de la artista argentina Dolores Mendieta.


El Ayaq Marq'an Killa abarca la espiritualidad originaria de las Naciones Quechua Aymara Andino Amazónico y se representa en la conmemoración de nuestros ancestros, entendida a su vez como una práctica que se realiza antes de la Conquista. Esta espiritualidad se practica en todo el Abya Yala

Es el momento en que nos reencontramos en los cementerios con los ajayus (almas), con nuestros difuntos, a quienes recibimos con alegría, comida, ofrendas y música todos los primeros de noviembre hasta el día siguiente, cuando retornan al Ukhu Pacha (el Mundo de Abajo) (1) y se realiza la despedida o el regreso (2 de noviembre) en el cementerio o el lugar donde descansa. A su vez, se prepara una mesita con los agasajos. Esta ceremonia nos vincula con nuestros ancestros, con nuestra historia y es fundamental esta fecha en la cosmovisión de muchos Pueblos Indígenas donde la muerte es parte de la vida.

En Nueva Crónica y Buen Gobierno, Felipe Guaman Poma de Ayala (2) explica que en el calendario que regía las tierras dominadas por los Incas, noviembre correspondía al mes de los difuntos. Esta temporada, que de acuerdo con el ciclo agrícola marcaba el inicio del conjunto ceremonial del año, pues la siembra había finalizado y la tierra estaba preparada para hacer la cosecha, recibió la denominación Aya Marcay Quilla. El Aya (“difunto” en runasimi/Quechua) se convirtió en el punto sobre el cual giraría la actividad cotidiana del incario y al cual se le dedicó una serie de ritos. 

Indica Guaman Poma que la llegada de los conquistadores (implicó) el rompimiento de la circularidad. El pensamiento cristiano se mostró intolerante y rechazó las prácticas que no encajaban dentro de su verdad, suponiendo que “su” verdad era “la” verdad incontestable. Con el paso de los años, empero, la fiesta de los difuntos se ha convertido en un ejemplo importante de mestizaje cultural en el cual interactúan simultáneamente la asimilación y la resistencia. 

Hemos visto que la concepción andina del alma no se ha alterado, los difuntos retornan a la tierra cada noviembre y se les brinda honores para pedirles intercedan a favor de los vivos. La idea de su pertenencia a otro lado del mundo, no a otro distinto, se ha fusionado con las concepciones occidentales del cielo y la tierra. El Ukhu Pacha (el Mundo de los Muertos) ha adquirido la noción de “cielo”, del Paraíso cristiano. Aun así, sigue presente la idea del retorno y de un alma capaz de sentir hambre y sed. Esta celebración fue recuperándose del olvido y cobrando nuevos bríos en paralelo a la autoafirmación de nuestra identidad.

Imagen superior. "Así en la Tierra como en el Cielo", pintura de la artista argentina Dolores Mendieta.


Desde nuestra cosmovisión, la muerte es parte de la vida y no existe esa constricción o luto que es propio de la cultura judeocristiana. Es por eso que la abundancia en cuanto a comidas, bebidas y música es fundamental para poder contactarnos con nuestros ancestros.

Llegan los ajayus (almas) de nuestros difuntos y los recibimos con ofrendas para compartirles y posteriormente despedirles (al retorno al Ukhu Pacha) hasta el próximo año. El 2 de noviembre, según marca nuestra tradición, toca concurrir al lugar de entierro y con los elementos mencionados: bebida, t'antawawas (figuras hechas con masa de harina) y música, así como la hoja de coca para pijchar (mascar) en ronda para acompañar y honrar a nuestros muertos. Eso se comparte, a su vez, sobre las tumbas y los nichos. 

El tayta Carmelo Ullpu, referente de la cosmovisión andina que habita desde hace poco en el Ukhu Pacha, decía: “¿Qué representa la muerte para nuestra cultura? La muerte es el paso de una vida hacia la otra vida, donde el ser humano cumple su ciclo; el alma y el espíritu se desprenden del cuerpo. El espíritu se eleva hacia el espacio cósmico al encuentro con sus ancestros, a prepararse para volver y posar en otro ser y el alma queda para cuidar y guiar a sus descendientes. Por eso en la cultura andina siempre pedimos y honramos con nuestra hoja sagrada, la Mama koka, a nuestros abuelos, como también asperjamos con las bebidas antes de tomar, primero a ellos, que son nuestros guardianes y guías en nuestro andar de todos los días de la vida, en el camino”.

*La autora pertenece al Pueblo Kolla e integra la comunidad Tres Ombúes de La Matanza.

Imagen superior. "Y siguieron por los mundos de arriba", pintura de la artista argentina Dolores Mendieta.


Referencias

(1) Según la cosmovisión andina existen tres niveles-espacios de la vida: el Janan Pacha (Mundo de Arriba ), el Kay Pacha (el aquí y ahora, el Mundo terrenal) y el Ukhu Pacha (Mundo de Abajo ).

(2) Felipe Guaman Poma de Ayala, (ca. AD 1535–1616) fue un indígena Quechua conocido por escribir crónicas y por denunciar los malos tratos de los españoles hacia los pobladores nativos de los Andes con posterioridad a la conquista. Sus dibujos constituyen las representaciones más exactas tanto de la vida incaica como de la peruana colonial.

(3) Fuente: Revista Amara, Fragmentos del libro Cuando las almas se van marchando, de Xavier Jordán Arandía, 2004.