"Enterré a mi hijo creyendo que fue un accidente, pero lo mató la policía"
por Saverio Lanza06 de septiembre de 2020
Pandemia, represión descontrolada, violencia institucional. Pibe, capucha, policía, verdugueo, golpes, encierro, más golpes, denuncia, pseudoaccidente, muerte, encubrimiento. Un taggeo para entender cómo están actuando las denominadas "fuerzas de seguridad" en la Argentina de la reclusión obligatoria por el coronavirus covid-19.
Desgarrador. Es un calificativo remanido, pero -no por eso- menos exacto. El siguiente relato es ineludiblemente desgarrador, porque no tiene cómo atarse, contenerse, asirse. Se derrama por todos lados. Mientras tanto, los casos de abusos policiales durante la pandemia se multiplican en todos los rincones del país. Los denominadores comunes no paran de repetirse, casi como un código de procedimientos para reprimir sin límites, hasta matar.
Patricia Carolina Isorni es la mamá de Franco Nicolás Isorni. Vive en la ciudad capital de Santiago del Estero. El miércoles 26 de agosto, en inmediaciones del cruce entre la avenida Solís Oeste y la avenida Leopoldo Lugones, su hijo apareció muerto.
Ese día, en horas de la mañana, personal de la comisaría 45 llegó hasta el domicilio de Patricia para avisarle acerca de la tragedia. Le dijeron que -cerca de las 00:50 de la madrugada del miércoles- Franco iba a gran velocidad por la Avenida Leopoldo Lugones, dirección sur-norte, que al llegar a la intersección con la Avenida Solís Oeste perdió el control de la moto, que derrapó, que chocó contra el guardarail de la rotonda, que no llevaba casco, que su cabeza dio contra esa contención rutera, y que perdió la vida al instante.
"No se imaginan el dolor que causó esta noticia en mi vida; y no tan sólo en la mía, sino en la de mis niños, hermanos y familia", aseguró Patricia a Revista Cítrica. Tomó fuerzas, y agregó que "en ese momento no pude decir nada, ni hacer nada. Mis amigos y familiares se encargaron de todo".
Sin embargo, una semana después, el relato policial ya no sería tan convincente. Patricia -abruptamente- tuvo que comprender que aquello que le habían dicho "no era más que una gran mentira". "Se comunicó conmigo una joven, alegando haber visto el supuesto accidente, comentándome que había sido un homicidio".
"Enterré a mi hijo creyendo que fue un accidente, pero lo mató la policía"
Patricia señala que esta mujer le aseguró que la policía "venía siguiendo a mi hijo, y que -metros antes de la rotonda- habrían logrado ponerse al lado de la moto de Franco". Contó que el policía que venía detrás "pateó la moto de mi hijo del lado izquierdo, provocándole la caída. Y al caer, la moto le pasó por encima. En ese momento -quizás- le provocó la muerte. Es una posibilidad".
Estupefacta, asimilando el nuevo escenario, la mamá de Franco no conseguía dar crédito a la versión. "¡No podía creer lo que hizo la policía! Yo pensaba que ellos habían hecho todo lo posible por ayudarlo y que había sido un accidente. Pero, enterarme de algo así, es horrendo", sentenció.
Haciendo una pausa en su dolor, Patricia explicó que trabajó nueve años en la Policía santiagueña, y destacó que "gracias a eso tengo amistades de toda la vida". Es empleada pública desde hace 16 años, "de los cuales 9 presté servicio en la policía, D-5, División Antecedentes Personales". "En ese tiempo conocí amigos y familias que llevo conmigo para siempre".
En este contexto, y después de verse obligada a convertir la 'tragedia vial' en una virtual y siniestra película policial, Patricia se apersonó en el lugar de los hechos. Munida de una enorme voluntad y entereza, charló con los vecinos de la rotonda. Alguien le dijo que la policía no sólo venía persiguiendo a Franco, sino que también le disparaban. "Creo que esa sería la razón por la cual él no se detuvo. Era un chico muy pacífico. No le gustaban las contiendas, ni los problemas. A esa hora, seguramente lo único que quería era llegar a casa", reflexionó.
"No se imaginan el dolor que causó esta noticia en mi vida; y no tan sólo en la mía, sino en la de mis niños, hermanos y familia"
Más tarde, con toda esta información a cuestas, habló con el -por entonces- fiscal de la causa, Martín Silva. "Me dijo que la había dado por cerrada, aunque ante la prensa declaró que pedirían las cámaras para ver qué había ocurrido. Sin embargo, no lo hizo". "Y dijo que 'porque un oficial le informó que no habían elementos suficientes para creer o determinar que el suceso se había producido de otra forma', él decidió cerrar la causa como 'accidente de tránsito'. Nunca fue a la escena del crimen. Nunca pidió las cámaras. Nunca hizo nada. ¿En base a qué cerró la causa? ¡¿La policía le dictamina a los fiscales si van a investigar o no?! Todo al revés".
En este sentido añadió que una de las amistades que Patricia supo cosechar dentro de la fuerza policial le aseguró que -casualmente- "las cámaras de la zona se 'habrían borrado' entre la 01.40am y la 01.50am. Esos 10 minutos del video no están", le dijeron. Posteriormente, Erica Leguizamón, la fiscal del caso que reemplazó a Silva, corroboró que era verdad que las filmaciones no estaban. "Esto implica que hay un delito. Tampoco se le hizo autopsia, ni me explicaron por qué lo llevaron a la morgue de La Banda, siendo que hay dos morgues judiciales -aquí- en la Capital".
El jueves 27 de agosto, por la tarde, después de las 17, el pedido de secuestro de los videos de las cámaras de seguridad se hizo efectivo. Y ese mismo día, después de las 20 -casi 48 horas después del hecho- se colocó el perimetraje con personal de criminalística, "cosa que debió haberse hecho en su momento. Tengo el testimonio de los vecinos que me llamaron a esa hora para avisarme que estaba en el lugar personal de criminalística", explicó Patricia.
En este escenario extraño -pero no inusual, teniendo en cuenta la regularidad con la que las denominadas "fuerzas de seguridad" se ven envueltas en este tipo de episodios- Patricia prosiguió su minucioso relato narrando que amigos de Franco -que se ocuparon de retirar las pertenencias del joven en la comisaría 45, ese fatídico miércoles 26 de agosto, durante la mañana- alegaron que la moto "estaba bien, que no presentaba daños, más que un raspón del lado derecho".
Sin embargo, horas después, ya entrado el jueves 27, cuando Patricia comenzaba a enterarse de que la muerte de Franco no había sido a causa de un ordinario siniestro vial, la moto ya estaba destrozada. "Hay registro fotográfico de este hecho. Los cascos protectores están en la comisaría. Siempre llevaba dos. Nunca jamás salía sin casco. Ambos están sin daño alguno. Y supe que los policías insistieron en que Franco iba sin casco y que por eso se mató", detalló.
"No era más que una gran mentira". "Se comunicó conmigo una joven, alegando haber visto el supuesto accidente, comentándome que había sido un homicidio".
"Mi hermana se apersonó en la comisaría 45 -en compañía de la mejor amiga de mi hijo- quien me dijo que un oficial le comentó que -en la persecución- habría sido partícipe personal de la comisaría 3ª", relató. "En el momento en que nosotros empezamos a querer averiguar qué pasó, ellos comenzaron a encubrir lo ocurrido. Tengo testigos que afirman que la moto estaba intacta el miércoles", señaló.
La testigo que presentó la policía para que verifique el supuesto choque, le comentó a Patricia que el mismo personal de la comisaría 45 levantó el cuerpo. "Por el código de procedimiento eso está prohibido, tiene que venir criminalística y bomberos de la provincia. Nunca la policía. En la misma camioneta llevaron el cuerpo de Franco y a la testigo. ¡Esto no tiene nombre! Tuvieron toda la noche para desfigurar el cuerpo y borrar pruebas. A las 6 de la mañana recién ingresa a la morgue de La Banda. Mínimamente es 'abandono de persona' por no haber pedido la ambulancia".
"¡No podía creer lo que hizo la policía! Yo pensaba que ellos habían hecho todo lo posible por ayudarlo y que había sido un accidente. Pero, enterarme de algo así, es horrendo"
Luego, Patricia se enteró -mediante una vecina- que el horario que le había entregado la policía acerca del 'siniestro', tampoco era verídico. "Ocurrió después de la 01.30 de la madrugada. Con este testimonio todo comenzó a tomar sentido para mí. Ella -la vecina- dijo saber bien qué hora era, porque estaba esperando a su marido. Y ella estaba en la vereda, a esa hora".
Patricia aseguró que por la cantidad de sangre que había en la rotonda, Franco murió desangrado en el piso. Y que -si estaba con vida- no lo asistieron. El casco no tenía daños. Una joven declaró que la policía lo pateaba en el piso para ver si estaba muerto. El relato policial no coincide con los hechos. La familia maneja la hipótesis de que haya muerto de un tiro en la cabeza. No se hizo autopsia. Se trasladó el cuerpo a una morgue alejada. "Creemos que lo desfiguraron para tapar el tiro que tenía. A mi hijo lo enterré creyendo que había muerto en una tragedia, y después te das cuenta que lo mató la policía. Aquí hay una impunidad total. Ellos pensaban que nadie los iba a denunciar. Por eso actuaron así".
LOS ANTECEDENTES DE VIOLENCIA INSTITUCIONAL
Nada es casual. Patricia revive que el 24 de mayo de 2020, Franco -de 23 años, quien el 9 de septiembre cumpliría los 24- sufrió apremios ilegales por parte de personal policial de la comisaría 3ª de la ciudad capital de Santiago del Estero, siendo que el joven residía en jurisdicción de la 6ª. "Sin explicación alguna lo levantan de la puerta de la casa. Él se quería agarrar de una reja. Y lo golpearon. Ese día lo llevaron secuestrado a la 3ª. Durante dos horas no supimos dónde lo tenían. Estaba desaparecido. Lo golpearon otra vez. Ellos no tienen forma de justificar por qué ese personal de la 3ª -en jurisdicción de la 6ª- detiene a una persona en la puerta de su casa y lo llevan preso".
"Era un chico muy pacífico. No le gustaban las contiendas, ni los problemas. A esa hora, seguramente lo único que quería era llegar a casa"
La denuncia fue radicada por el mismo Franco en sede judicial, en contra de un oficial apellidado Camus. "Acompañé a Franco a hacer la denuncia debido a los golpes y todo el mal proceder de parte de este oficial, quien posteriormente amenazó de muerte a mi hijo", relató Patricia.
"Como madre no tengo consuelo por la pérdida de mi hijo. Es como si se hubiera muerto una parte de mi alma. El dolor también viene más por el tema de que no sé cómo murió. ¿Y si me lo mataron de un tiro?", se pregunta, y con justa razón. Es que en la rotonda donde supuestamente se produjo el 'siniestro vial', la cantidad de sangre vertida impresiona. "Murió desangrado en medio de la calle. La ambulancia no llegó nunca. Si estaba vivo, no recibió ayuda de nadie".
Patricia, con voz quebrada pero temple intacto, exige que "la institución que implica la policía de la Provincia no tolere estos arrebatos de parte de personal indigno, que no merece pertenecer a la fuerza. Que no permitan encubrimientos y que se haga justicia para mi bebé. No puedo creer que no voy a ver más a mi hijo; pero una cosa le prometo: voy a seguir clamando justicia hasta el final".
Este viernes se convocó a una marcha -multitudinaria, bulliciosa, conmovedora- de la que participaron más de 4000 personas -ocho cuadras encolumnadas- pidiendo justicia por Franco. "Aquí nos han censurado; la noticia no salió en ningún medio".
"El fiscal nunca fue a la escena del crimen. Nunca pidió las cámaras. Nunca hizo nada. ¿En base a qué cerró la causa? ¡¿La policía le dictamina a los fiscales si van a investigar o no?! Todo al revés"
"Ya pasaron 9 días desde el homicidio y todavía no se ha ordenado que se haga la necropsia. La policía sigue interviniendo, metiéndole miedo a la gente. Amedrentan a los vecinos del barrio. ¿Esto es una pandemia o estamos en dictadura?", se pregunta. "La policía está actuando impunemente. Los medios locales no publican nada sobre esto. Pedimos que participe Gendarmería, y sin embargo la policía de la provincia sigue tapando lo que ocurrió. Estamos hablando del encubrimiento de un crimen. A Franco lo mató la policía", aseguró.
Más preguntas sin respuesta. "Los vecinos hablan de disparos de un móvil de la comisaría 45 que estaba presente en el lugar y no sabemos por qué razones o circunstancias lo hicieron desaparecer. Se habla también de otro móvil de la policía que lo tienen escondido; que le sacaron las patentes, que lo llevaron a un taller a reparar. Toda una serie de pruebas que ellos están borrando. Y están teniendo todo el tiempo del mundo para hacerlo, porque la fiscalía no hace nada. Tras nueve días se determinó que hubo un crimen, ¿por qué no hay ni un detenido? ¿Por qué este oficial de la comisaría 45 no responde por el hecho? ¿Por qué policías de la comisaría 3ª estaban fuera de su jurisdicción? Necesito que se determine si es real o no la hipótesis que nosotros manejamos".
"Creemos que lo desfiguraron para tapar el tiro que tenía. A mi hijo lo enterré creyendo que había muerto en una tragedia, y después te das cuenta que lo mató la policía"
"Para nosotros fue una venganza. A Franco lo estaban esperando. Sabían que era él el que venía con la moto. Lo mataron por la denuncia que hicimos sobre apremios ilegales dentro del marco de la pandemia. Lo levantaron de la puerta de la casa. Lo llevaron a la comisaría 3ª. Un testigo declaró que lo golpearon de forma inhumana, hasta con un palo. Le pegaron tanto, pero tanto... Llegó arrastrándose a su casa. Nunca lo llevaron a sanidad policial para que constaten los golpes. Tuve que llevarlo al hospital. Hasta sufrió convulsiones por la golpiza. Cuando denunciamos esto, los oficiales Camus y Villarreal lo amenazan de muerte. Se presentaron pruebas y testigos. No hay detenidos. Esto es de una impunidad total. Está claro que lo mataron por venganza".
"Esto es un manual de procedimientos. En la marcha se me acercó una madre que me dijo que a su hijo lo mataron a golpes -en mayo de este año- exactamente igual que como torturaron a Franco. Estamos hablando de una serie de muertes que ha provocado la policía, a quienes pareciera que les han dado luz verde para matar durante la pandemia", analizó Patricia.
"Como madre no tengo consuelo por la pérdida de mi hijo. Es como si se hubiera muerto una parte de mi alma. El dolor también viene más por el tema de que no sé cómo murió. ¿Y si me lo mataron de un tiro?"
En la marcha hubo muchísima gente. Muchos chicos y chicas. Amigxs de Franco. Familiares de víctimas de gatillo fácil que sostuvieron entre todxs el llanto inenarrable de una madre. En la miserable realidad psicopolítica y patológica que atraviesa Argentina, Patricia tuvo la necesidad de aclarar -sumida en un dolor desgarrador e incesante- que "no se trató de una marcha política".
Y sentenció: "Lo que busco es hacer justicia por mi hijo. Él ya no puede hablar. Ya no está en este mundo. Está descansando. Pero su voz está en nuestros corazones".
“La policía no nos cuida de nada”
En el año de la pandemia represiva, las fuerzas de seguridad nos enseñaron que están muy lejos de cumplir con el "rol de cuidado" de lxs ciudadanxs que le asignó el Gobierno Nacional. Emilia Vasallo, referente de la Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil, reflexiona sobre los abusos de poder y la violencia de la policía en los barrios durante el 2020.
Cronología de la violencia estatal durante la cuarentena
Van cinco meses de aislamiento social, preventivo y obligatorio. Y en todo este tiempo, a lo largo y ancho de la Argentina, la represión de las fuerzas de seguridad se incrementó a la par de los contagios. Apenas un ejemplo: según informó la Comisión Provincial por la Memoria, solo en junio, la Bonaerense mató a una persona cada 40 horas. En total fueron 18 asesinatos, la mayoría de varones, jóvenes y pobres.
Abusos de poder de la policía: ¿Quién nos protege de esa pandemia?
Frente a la propagación del Coronavirus, las tareas de control y vigilancia social otorgadas a las fuerzas de seguridad habilitaron los abusos de poder y la represión como herramienta de disciplinamiento. Pero el “Quedate en casa” no contempla la realidad de los sectores sociales más vulnerados.