Fe y negocios, por los siglos de los siglos

por Agustín Colombo
13 de abril de 2017

Hoy, jueves 13, se estrena en el Cine Gaumont (Rivadavia 1635) Bienaventurados los mansos, un documental que cuestiona el rol de la Iglesia, sus métodos para acumular poder a lo largo de la historia y la "íntima" relación que mantiene con el Estado. Una película coral que reflexiona sobre el oro y el barro de la religión, y los mitos que la construyeron.

En tiempos en que los medios y muchas personas festejan que el Papa Francisco haya meado en un baño químico (¡oh!), o que haya ido a comprar lentes a una óptica, el documentalista Patricio Escobar saltó del otro lado de la frontera gestual y se propuso hurgar en la institución a la que Jorge Bergoglio representa en todo el mundo: la Iglesia católica.

Como pasó en sus anteriores películas, Escobar agudiza su sentido crítico y cuestiona el rol de los distintos actores de la sociedad, muchas veces aceptados por convenciones de las que nunca fuimos parte. “Hacemos películas contra lo instituido”, dice a modo de premisa. Su historia lo comprueba: con La crisis causó 2 nuevas muertes --la primera y la más difundida de sus películas, a esta altura un documental de culto-- indagó en los procederes e intereses del supuesto periodismo independiente, mucho antes de que la pelea entre el kirchnerismo y el Grupo Clarín lo convirtiera en un tema de agenda pública. Hizo lo mismo en ¿Qué democracia? al cuestionar un sistema que, para él, “funciona pésimo, muy distinto a como debería funcionar”. Con Sonata en si menor transitó por un tema más explorado: la última dictadura, su plan de exterminio regional y la complicidad de la prensa. Ahora, con Bienaventurados los mansos, el objetivo –aclara– es cuestionar el rol que tiene la Iglesia en la sociedad actual, y desmontar su relación con el Estado. En Argentina, porque aquí vivimos, pero también en otros países.

“Es una institución muy poderosa, que atravesó siglos y sistemas: porque fue determinante tanto en el feudalismo como en el capitalismo”, le remarca Escobar a Cítrica, mientras va repasando algunos pasajes del documental. “Creo que el Estado y la Iglesia se necesitan mutuamente. Porque la Iglesia, por la manera de manejarse con los fieles, promueve que no se rebelen. De ahí el nombre del documental. Y eso, a un Estado burgués y capitalista como éste, le conviene, porque es algo que también busca; y una de las tantas herramientas que utiliza para eso es la religión”, analiza. Escobar intenta homologar su teoría con una frase de Pío XIII: “La Iglesia sin el Estado es un alma sin cuerpo. El Estado sin la Iglesia es un cuerpo sin alma”.

Un freno a los avances

Si bien hay un punto en común con sus anteriores documentales, en Bienaventurados los mansos lo que cambia --o lo que se mejora-- es el tratamiento estético: hay un salto de calidad, en parte logrado a partir de las animaciones --que descomprimen e ilustran-- y de la música original, que acompaña y satiriza momentos. Incluso, Escobar decidió dejar fuera del film algunas entrevistas por cuestiones técnicas, algo que nunca hubiese imaginado cuando hizo La crisis, filmada a pulmón, con micrófonos sostenidos por extensores de rodillos de pintura. El documental político, que se propone servir e intervenir en la sociedad, también puede mejorar sus formas.

En Bienaventurados, Escobar viaja desde el barro de la Isla Maciel, donde el Padre Francisco Olveira muestra su trabajo social en una zona de alta vulnerabilidad, hasta la suntuosidad del Vaticano: sus techos, sus edificios, su seguridad exagerada. Allí, en Italia, Escobar entrevistó a los periodistas Emiliano Fittipaldi y Federico Tulli, que en la última década investigaron y destaparon escándalos que involucraron a la Iglesia (Gianluigi Nuzzi, autor de Vatileaks, no aceptó ser entrevistado).

Y si Fittipaldi y Tulli dan cuenta del entramado económico financiero del Vaticano, Rubén Dri (ex sacerdote, filósofo y teólogo), Fernando Lozano (Apostasía Colectiva) y Enrique Stola (psiquiatra) apuntan, desde diferentes perspectivas, contra el poder que la Iglesia construyó en todos estos siglos. Del otro lado, los monseñores José María Arancedo y Jorge Cassaretto y referentes de Caritas y el Opus Dei buscan legitimar ese poder.  

Así, de manera coral, Bienaventurados pone en pantalla las diversas miradas sobre la Iglesia. Hay una idea preconcebida, es cierto, pero el director no da el plato servido. Aunque sí sugiere qué elegir de la carta: “Lo único que hace la Iglesia es retrasar el avance de las sociedades. Quedó claro con el divorcio, en los ochenta. Y ahora con el matrimonio igualitario o la legalización del aborto”, asegura Escobar. Y sigue: “¿Cómo puede hacerlo? Porque tiene mucho poder político, económico y territorial. Es una institución que, como dice Dri, utiliza a la fe y la religión para hacer negocios”.

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