“El patriarcado nos negó el derecho a gozar, ahora queremos conquistarlo”
por Mariana AquinoFotos: Retratos profesionales
29 de enero de 2022
Tati Español, autora de Todo Sobre tu Vulva, habla de la negación del cuerpo y la sexualidad como forma de dominación del patriarcado. Y de las violencias y el lugar de la pornografía en nuestra educación sexual.
¿Sabías que solo un 18 por ciento de las personas con vulva logra un orgasmo por penetración? ¿Sabías que hasta la década del 90 no se había hablado antes del clítoris, siendo este órgano el fundamental a la hora de sentir placer para nosotres? ¿Sabías que hay tantas formas de orgasmear como personas en esta tierra? ¿Sabías que nos masturbamos de mil maneras diferentes, no solo como en las películas porno?¿Sabías que la palabra orgasmear no está en el diccionario?
La industria del porno, la medicina hegemónica, la religión y la escuela nos han educado para dar placer, no para recibirlo. Nos presentaron una sexualidad basada en los mitos y la culpa, y nos negaron desde la infancia la posibilidad de autoexplorarnos, conocernos y aceptarnos. Y también de comunicar todo eso que nos pasa y que queremos. ¿Lo sabías?
Si no sabías algo de esto, no te culpes, es el patriarcado. Pero podés leer y aprender…
Tati Español es divulgadora sexual, da talleres y seminarios desde 2018 para mujeres, personas transgénero y personas no binarias, sobre el placer y patriarcado, y escribió el libro Todo Sobre tu Vulva. Pero no es sexóloga y, por no tener ese título colgado en el living de su casa, recibió muchas críticas: “Fue fuerte para mí sentarme en un estudio de televisión y hablar de la vulva y su capacidad de placer frente a médicos que se negaban a escucharme. Generó polémica mi libro y lo que digo. Y a mí me costó aceptar que todavía hay una parte de la sociedad que no está preparada para escucharnos. Los profesionales en TV manejan un lenguaje muy binario y en redes sociales, donde una piensa que hay más apertura, hasta se han burlado de que diga ‘persona con vulva’ en lugar de decir mujeres”.
– Venís dando talleres hace varios años, conociste muchas historias y seguramente además de transmitir, aprendiste… ¿Cuáles fueron las experiencias que funcionaron como disparador para tu libro?
– Todo lo que aprendí, lo aprendí de les otres, del intercambio que se da en los talleres. Imaginate que mucha gente sintió, durante mucho tiempo que no daba lo que tenía que dar, que era rara o que estaba mal lo que le gustaba. Es que nadie nos enseña a sentir placer; y la culpa y la vergüenza son las principales herramientas de dominación del patriarcado y la religión. Por todo esto, para muchas de nosotras la sexualidad no fue un espacio seguro durante mucho tiempo y los talleres en parte liberan.
Para las mujeres que fuimos socializadas como mujeres -- con todos los mandatos que fuimos criadas, educadas en los placeres ajenos, además de lo constitutivo a nuestra identidad que es tener una pareja al lado -- se vuelve destructiva la coerción sexual. Entonces nuestra sexualidad queda atravesada por las violencias que vivimos. Eso lo veo mucho en los talleres. Recuerdo uno en donde una piba se animó a contar una situación violatoria por la que atravesó. Y ese relato habilitó a otres a contar. De 30 personas, 29 contaron alguna situación. Y eso es fuerte. Me han llegado a decir: “Las veces que tuve que coger con mi marido para que al día siguiente no esté con cara de culo”. Coger para no aguantar una discusión es violación. En los libros de sexualidad no se habla de la violencia ni la coerción sexual. No se menciona la violación en el marco de la pareja, y yo doy fe que lo veo mucho en los talleres. Estamos educades para bancarnos todo de tu pareja, incluso la violencia sexual, y no debería ser así. El nivel de manipulación de algunos varones es violatorio. También está lo positivo: estamos viendo un despertar grande al placer y en eso el feminismo tiene mucho que ver. Vamos ganando territorios. Avanzamos en esa búsqueda, hay una apertura al placer que hace unas décadas era impensada.
“Hay que tener cuidado con las trampas del patriarcado, que en nombre del empoderamiento, nos encierra en otros mandatos”
– Avanzamos mucho en la búsqueda del placer y en las relaciones, pero vos insistis en que tenemos que aflojar con el mandato… Si ya nos liberamos, si ya disfrutamos con quién y cómo queremos… ¿Qué mandatos siguen operando?
– Sí, estamos viendo un despertar grande al placer. Pero a la vez, como todo lo que conquistamos, lo termina absorbiendo el patriarcado y el capitalismo. También dimos muchos pasos atrás. El patriarcado es una institución muy inteligente, muy antigua, lleva muchos años funcionando, entonces nos soltó una cuerdita, sabemos que existe el clítoris, pero aprieta otras. En nombre del empoderamiento, nos encierra en otros mandatos. Todo lo que yo trabajo en talleres y en el libro ahora es mandato. Ahora descubrimos el clicoris, todas tenemos que gozar por ahí y tenemos que tener miles de orgasmos. Y no es tan así, hay que incorporar sin exigencias, porque existe un 30 por ciento de nosotras que no tiene orgasmos, así que aflojemos.
–¿Cuáles son los mandatos más fuertes en nombre del empoderamiento?
–Uno de los mandatos más fuertes es ese mandato de buscar tu autoestima, dejarte los pelos, buscar tu estándar de mujer liberada y feminista. Si no hacés todo eso, estás fallando. En realidad estamos haciendo todas lo que podemos. La autoestima no se genera sola, no somos nosotras las únicas responsables de nuestra autoestima, es algo que se genera con un otre y en situaciones.
Es lindo tener autoestima, pero no es fácil. Abrimos las redes, salimos a la calle, y hay un bombardeo constante de cómo deberíamos ser. Es difícil desarrollar una autoestima, una sexualidad libre y placentera, gozosa en un mundo como este. Todo ese mensaje se pasó para el lado del mandato y eso genera frustración y ansiedad a la hora de relacionarse con otre, todo por no responder a los nuevos estándares.
– ¿Cómo se puede vivir una sexualidad más libre y sin prejuicios en un mundo donde el machismo todavía domina las relaciones?
– Difícil. Las personas con vulva y las mujeres en particular hemos sido históricamente vistas como la respuesta al goce y el placer masculino, y no como seres con derecho a gozar de nuestra propia sexualidad. El no priorizarnos, el no poder vernos como sujeto deseante (o hacerlo con culpa) nos limita en todas las áreas, no solo en el ámbito sexual. Gana el patriarcado y nos mantiene en nuestro rol, ese rol de geisha, de dadora de placer, de objeto de deseo, de entrega. Un rol que nos lleva muchas veces a caer en vínculos violentos. Muchas pibas cuentan en los talleres que el tipo se sacó el forro sin que lo sepan y de las peleas para que se lo pongan en el momento de mantener una relación. Ellas tienen que defender su integridad en un momento de intimidad y de supuesta confianza. Después se espera de nosotres que nos desarrollemos desde una construcción libre del placer. Es difícil. Si tenés que pensar si el tipo se pone o no el forro, sumado a los mandatos de belleza que también entran en juego… ¿Cómo vamos a desarrollar un ámbito libre de placer? Todo esos nos bloquea el placer.
– ¿Cómo se puede salir de esos estándares que nos impone el capitalismo a través del consumo cultural, y fundamentalmente en la industria del porno?
– El estudio de la sexualidad humana todavía es benevolente con el porno porque dicen que no es la realidad. El problema es que nosotres no tenemos las herramientas para entender que lo que vemos en una porno no es real, sobre todo a la edad a la que el porno llega a nosotres.
Para escribir el capítulo de porno de mi libro me encerré una semana a mirar porno hegemónico y fue mi experiencia más alienante. Y traté de ponerme en los zapatos de un niñe que accede a ese material a temprana edad (de 8 a 10 años) y lo tiene al alcance de un dedo antes de tener educación sexual y antes incluso de experimentar con su cuerpo. Y es tremendo porque después ves a personas frustradas porque nada es como en el porno. Sobre todo angustiadas porque se nos usa como objetos. Pero hay algo aún más peligroso: nadie en una relación sexual en el porno (ni en el cine ni en las series) usa preservativo. Y es lo que termina sucediendo en la vida real. Es complejo lo que nos propone la industria porque nos genera expectativas de cómo debe funcionar una relación sexual. Después de consumir porno es difícil sentir placer.
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– ¿Qué consecuencias en las relaciones sexuales reales ha generado el porno?
– El porno y el cine contribuyen muchísimo a pensar que el único tipo de relación sexual es la que se da por penetración, y mirá lo frustrante que resulta porque solo un 18 por ciento de las personas con vulva orgasmea por penetración. Después se orgasmea por frotación, sexo oral, solo mirando, etcétera. Si hay algo que aprendí en todo este tiempo es que las personas orgasmean de las formas más variadas, algunas ni siquiera tienen que ver con su propio cuerpo, puede ser dando placer a un otre incluso.
No se imaginan la cantidad de pibas que vi en los talleres cayéndole la ficha de que habían tenido relaciones mucho antes de lo que pensaban, y quizás fue con una amiga y no con el primer novio en “la primera vez”. También muchas personas se habían resignado a no tener orgasmos porque pensaban que como no orgasmeaban con penetración, no podían orgasmear. El patriarcado nos negó el derecho al goce (incluido el derecho al orgasmo). Ahora nos toca conquistarlo.
Tati Español es divulgadora sobre sexualidad y desde 2018 está al frente de seminarios dirigidos a mujeres, personas transgénero, no binarias y hasta varones, que buscan aportar información y conocimiento sobre la sexualidad y el placer en las personas con vulva. Su primer libro "Todo sobre tu vulva. Apuntes sobre el placer" parte de ese conocimiento que adquirió de las preguntas, mitos y miedos de les participantes de los talleres. Actualmente impulsa Afloja el mandato, una serie de talleres que abordan las problemáticas de la sexualidad en tiempos de feminismos.
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