"El cambio lo hacemos quienes ejercemos el periodismo desde abajo"
La periodista y editora de la Agencia de Noticias Pelota de Trapo reflexiona sobre la importancia del periodismo popular y la derechización de la profesión en boca de figuras que tejen peligrosas alianzas con el poder económico.
Soy periodista desde hace más de 25 años, arranqué en el único diario que había en Olavarría, donde nací. Era prosecretaria de redacción. La sociedad de Olavarría era tan cerrada que un buen día dije: no voy a cumplir 50 años acá. Y me fui a Avellaneda a la Fundación Pelota de Trapo para ser una de las coordinadoras de la agencia de noticias, que había creado nuestro querido Alberto Morlachetti en 2002 cuando se hacían las grandes marchas de pibes y organizaciones sociales desde una punta del país a la otra para denunciar que el hambre es un crimen. En este tiempo, nada ha cambiado indudablemente.
Mi decisión fue dejar un medio tradicional para laburar en otro medio donde sabía que iba a ser mucho más complejo, teníamos el enorme desafío de poner en la agenda a los pibes que no estaban en ninguna agenda. Los pibes no existían, siguen sin existir ahora, pero por lo menos tenemos el orgullo de haberlos puesto en la agenda y mostrar que todos los temas del país atraviesan la infancia. Desde la deuda externa hasta la megaminería. El desafío fue ese y lo hemos ido logrando con mucho esfuerzo, con más palos que aplausos.
El esfuerzo de tener una agencia donde no hay pauta de ningún tipo, ni mucho menos oficial. La sostenemos con la ayuda de los lectores. Esa es una decisión de vida, porque sabemos que lo que se puede cambiar, lo cambiamos los que hacemos periodismo desde abajo, lo cambiamos desde Cítrica, desde Agencia Tierra Viva, desde todos los medios que están funcionando desde abajo y haciendo nuevos cimientos desde abajo.
El periodismo de los medios de hegemónicos, de la tele, de los grandes diarios es puramente búsqueda de poder. Son los que tienen la voz cantante en el país junto con el poder económico. Yo estoy cada vez más asqueada de eso, los soporto cada vez menos.
¿Por qué tienen cada vez más aire periodistas con ideas de derecha?
Mientras, nosotros somos hormiguitas, pero las hormiguitas pueden construir mucho. Soy una convencida de que hoy las construcciones se hacen desde las organizaciones sociales y no desde los grandes que están arriba, por eso actuamos en consecuencia.
Me pregunto: ¿Por qué tienen cada vez más aire periodistas con ideas de derecha? Creo que eso sucede en paralelo a una derechización total, que no es solamente nuestra, la estamos viendo en el mundo, incluso en nuevos gobiernos de izquierda, que se emplazan en América Latina, y que después terminan dándose vuelta porque no pueden hacer otra cosa que lo que les obliga el establishment.
Eso me resulta tan triste que a esta altura más que enojarme me angustia. Tengo 60 años. He vivido toda la vida luchando contra lo establecido, pensando que alguna vez iba a lograr ver algo mejor en el país. Lo que más me entristece es pensar que una mayoría de la población puede llegar a legitimar todo esto en una elección, mientras la izquierda se redujo a un 3 por ciento. Antes había un progresismo entre comillas al que se podía ver con un poco de esperanza. Ahora no hay nada, es tierra arrasada absolutamente, es el monstruo de la derecha ahí nomás de asumir el poder, y esos periodistas son frutos de esto, todo viene de la mano.
No me refiero solamente a Viviana Canosa, sino también a Baby Etchecopar, Eduardo Feinmann, Jonatan Viale, Alfredo Leuco, tipos como estos se multiplican y tienen una fuerza en la voz, una visibilización que parece inderrotable. Ellos institucionalizan un discurso que es absolutamente falaz.
Tenemos que ganar la calle otra vez, pero ahí hay un problema porque hoy no sabés con quién compartís la calle, cosa que a mí no me había sucedido nunca. Antes me mandaba a la calle sin pensarlo, ahora pienso con quién estoy compartiendo, con quién voy a la calle, qué tipo de operación está haciendo este grupo que va a la calle, qué quiere, en qué me estoy metiendo que no quiero meterme.
Hace unos días atrás, mirando el documental sobre José Luis Cabezas, más allá de ciertas críticas para hacer, mientras veía las movilizaciones de la gente en ese momento, pensaba, era gente común que salía a la calle por un fotoperiodista asesinado y nadie discutía eso. Me imagino si a Cabezas lo matan hoy, quién saldría, un sector del periodismo, el más hegemónico estaría matándolo seguramente por mil cosas. Cabezas hoy entraría dentro de la grieta y no habría forma de hacer algo como lo que se hizo en aquel momento. Eso todavía me entristeció más porque esa movilización de aquel año fue impresionante.
Soy una convencida de que hoy las construcciones se hacen desde las organizaciones sociales y no desde los grandes que están arriba.
Considero que los 90 fueron los peores años del país, después de la dictadura. Sin dudas, el peor gobierno de la democracia fue el de Carlos Menem, pero en esos momentos se sentía que había algo por construir, que había un fueguito chiquitito que vos podías encender y que se iba a hacer una llama grande. De ahí nacieron cosas muy piolas, movimientos sociales, el Frente Nacional Contra la Pobreza, una consulta popular que tuvo millones de votos para hacer la asignación por hijo. Hoy eso no es posible, y esos son cambios en la historia que en lugar de evolucionar, involuciona.
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