Dólar soja: ganancias récord, especulación y bicicleta financiera
por Unión de Trabajadores de la Tierra23 de septiembre de 2022
Una moneda de cambio diferencial para los grandes exportadores de soja genera el rechazo del campo que alimenta. La Unión de Trabajadores de la Tierra alerta sobre las grandes subas que genera la medida del Gobierno.
El Programa de Incremento Exportador, medida anunciada por el Gobierno a principios de mes, beneficia a los grandes exportadores de soja y perjudica al mercado bovino, porcino, vacuno y avícola que usa alimentos balanceados provenientes de esta legumbre por la suba de precios en el mercado interno. E, inevitablemente, aumentarán en góndola la leche, las carnes, y todos sus derivados. Ganancias para algunxs, aumentos de precios, hambre y crisis climática para otrxs.
En un país golpeado por el hambre, la falta de entrada de divisas (dólares) y el faltante de reservas económicas en el Banco Central, los grandes productores de granos acopiaban la soja. Finalmente, el Gobierno cedió ante las presiones de las grandes cerealeras y les otorgó un dólar preferencial de 200 pesos a la exportación de soja.
La medida, que pretende generar un mayor ingreso de dólares a través de las retenciones, beneficia los negocios del sector más concentrado, dinámico y productivo de la economía: los grandes exportadores de granos.
"El Estado debe dejar de interesarse sólo por el campo que exporta la materia prima y apuesta al modelo de destrucción y muerte en la producción".
Con el dólar soja ganan los mismos de siempre
Después de varios meses de retener la producción de soja con una voluntad netamente chantajista, el lunes 5 de septiembre, tras el anuncio de Sergio Massa del dólar preferencial para la exportación sojera, las ventas fueron récord: se hicieron operaciones por más de 796.000 toneladas de soja. Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, “este volumen de operaciones diario no se veía desde el 10 de febrero de 2017”.
El 21 de septiembre, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires informó que las operaciones con soja alcanzaron las 1.155.513 toneladas y, en lo que va de vigencia del Programa de Incremento Exportador, los productores ya comercializaron 11.720.672 toneladas.
En un país golpeado por el hambre y la falta de divisas, el Gobierno cedió ante las presiones de las grandes cerealeras y les otorgó un dólar preferencial.
¿Pero el dólar soja ha sido una medida beneficiosa para que ingresen dólares al país sin que se generen impactos negativos en la economía? ¿U otra vez la especulación financiera de unos pocos empeora la situación económica de las mayorías? ¿Qué pasa con la soja que se consume en el mercado interno? ¿El dólar soja afecta a los precios de insumos y de materias primas para productores, y de alimentos de primera necesidad para consumidores?
Para las grandes cerealeras es un negocio redondo: dólar oficial a 145 pesos para insumos, y por cada dólar de soja exportada reciben 200 pesos. De eso no hay dudas.
El otro campo, el que alimenta
Mientras el campo especulativo celebra las concesiones del Gobierno, el otro campo, el que alimenta de forma soberana, ya empieza a sentir el coletazo de un acuerdo superestructural en el que no fueron considerados los productores ni los molinos pequeños. Todos sectores sumamente afectados por las grandes exportaciones de soja (principal materia prima agrícola junto al maíz), que modifican el precio interno.
En menos de un mes la soja aumentó más del 33 por ciento y, para no trasladar la inflación a los precios, los productores de la UTT cargan menos silos hasta generar la rueda de ganancias y recuperarse.
“Está claro a qué sector se sigue beneficiando y a qué modelo productivo siguen apostando. La problemática es la ineficiencia de parte del Estado de no poder garantizar el consumo interno de la soja y trasladar el precio de exportación al sector interno. Los pequeños productores estamos totalmente desprotegidos”, asegura Ezequiel Peralta, coordinador de la planta de alimento balanceado de la UTT en San Vicente.
En este contexto, los suelos dañados por los mismos especuladores que instalaron en Argentina el modelo de agronegocio, sufren las sequías, la falta de agua y los incendios intencionales. Al no haber pasturas, los campos están cada vez más secos y ya no son opción para alimentar a los animales, quienes se deben desplazar para pastar y consumen, a su vez, más alimento balanceado. Al no poder hacer el pastoreo rotativo, se invierte más tiempo en buscar pastizales y más dinero en alimentos balanceados.
El cambio genera menor producción. Es el caso de las vacas, que dan menor porcentaje de leche. Y, sobre todo, se producen pérdidas de animales, ya registradas por la UTT en las provincias de Chaco, Santiago del Estero y Buenos Aires.
Para las grandes cerealeras es un negocio redondo: dólar oficial a 145 pesos para insumos, y por cada dólar de soja exportada reciben 200 pesos.
"Hay que pensar en otra lógica de producción de alimentos para animales"
Con la incorporación de la soja transgénica en la Argentina hace más de 20 años, cuando el por entonces secretario de Agricultura de Carlos Menem, Felipe Solá, autorizó con un trámite exprés el ingreso de la soja transgénica, miles de hectáreas fértiles y ecosistemas diversos fueron arrasados por los métodos aplicados para la siembra de estas grandes producciones. Eso llevó a una dependencia de la soja en toda la cadena productiva que hoy padecemos y deseamos cambiar.
“Tenemos que pensar otra lógica de producción de alimentos para animales. Desde nuestra planta producimos alimentos procesados con valor agregado agroecológico. Planteamos otra forma de alimentar a los animales. Hicimos producción agroecológica de maiz y proyectamos agregar proteínas agroecológicas, pero necesitamos de un Estado que apoye. Para seguir siendo el campo que realmente alimenta y que no solo crezca el campo especulador. El Estado debe dejar de interesarse sólo por el campo que exporta la materia prima y apuesta al modelo de destrucción y muerte en la producción”, propone Peralta.
Desde la UTT venimos avanzando firme con la construcción de almacenes y mercados populares, corredores logísticos federales; con la producción de alimentos balanceados, las biofábricas, los procesos de agregados de valor en los territorios, las políticas de género, las colonias y producciones agroecológicas.
Es necesario que el Estado intervenga en toda su dimensión a favor del pueblo. Para transformar la matriz agroalimentaria del país, hay que avanzar con la Ley de Acceso a la Tierra, con la Agroecología, con las Políticas de Género, ya que es la única forma de resolver el hambre en nuestro país y hacer justicia en los territorios.
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