“Los sectores más empobrecidos son los primeros damnificados de la crisis climática”

por Guillermo Folguera
Fotos: Télam
18 de diciembre de 2023

El biólogo, filosofo e investigador Guillermo Folguera analiza las causas de la crisis climática, negada por este Gobierno, y explica de qué manera afecta, principalmente, a los sectores sociales más vulnerados de nuestro país.

Por Guillermo Folguera

La crisis climática predice que los fenómenos anómalos, abruptos e intensos, como los que vivimos el domingo 17 de diciembre, se van a dar cada vez con mayor fuerza y frecuencia. Me refiero a fenómenos con ráfagas de viento por encima de los 140 kilómetros por hora. Podemos hablar también de aumentos en las precipitaciones y sequías, como las que tuvimos hace poco en el país. Esto da un escenario general de situaciones climáticas excepcionales que tienen como causal a una crisis climática que no sólo no está siendo abordada, sino que hay una aceleración de la degradación.

Estamos frente a una ausencia muy marcada de políticas de prevención y, en el caso de una parte importante de la región, un incremento en las desigualdades sociales. No hay dudas de que estos vientos han golpeado mucho más a los sectores vulnerados, lo mismo sucede con las temperaturas excepcionales que tenemos en verano en la zona central del país y la implementación de políticas absolutamente desacertadas y vinculadas con el agronegocio.

En el caso particular de la Ciudad de Buenos Aires ha quedado muy expuesto que la mutilación indiscriminada de árboles estuvo fuertemente asociada a los destrozos masivos que hubo. Cuanto más mutilado el árbol, evidentemente, más débil.

Posiciones como la del presidente Javier Milei, negando abiertamente la crisis climática y achicando el Estado en su misma expresión, negando cualquier política de prevención o cuidado, evidentemente no hace más que agregar combustible a un incendio que está cada vez más marcado y abrupto.

El Estado argentino -en el gobierno anterior- no priorizó la política de prevención de la destrucción ambiental, ni buscó disminuir la desigualdad social asociada a la crisis climática. Creo que ahí entramos en una lógica binaria que no es beneficiosa en ningún sentido, o bien elegimos que el Estado se retire por completo, y esto quede a ritmo de las grandes corporaciones para sus negocios, o bien que el Estado actúe como un garante de esos propios negocios, cuya máxima aspiración es ser socio de Vaca Muerta, Equinor, Chevron, Shell, o que por ejemplo, la Universidad Nacional del Litoral actúe como socio de Bioceres.

En los pueblos fumigados, los primeros afectados son los sectores de menores recursos, cuando llega el momento del tratamiento oncológico no cualquiera lo puede pagar.

Tenemos que dar una discusión profunda sobre para qué está el Estado argentino y qué tiene que priorizar. La propuesta de Milei, de retirarse, me asusta y aterra, pero la propuesta de un Estado dirigido únicamente a la generación de recursos y aceptando que sean sacrificables territorios y cuerpos también me resulta lejana. Es momento de discutir un Estado que encienda las alarmas y se dé cuenta de que estamos en una situación de degradación social y ambiental absolutamente inédita.

Cuando hacemos un mapa del país es muy claro que los sectores más vulnerables son los primeros damnificados. El Tercer Malón de la Paz, que vino desde el norte, habiendo estado en esta situación atroz y vergonzante, fue expulsado de Tribunales con abuso de poder y de la fuerza por parte de la Policía de la Ciudad, aun cuando ya había decidido irse. Se vio una política dirigida a sectores de menores recursos y pueblos originarios que cruza un fuerte racismo y porteño-centrismo.

En las grandes ciudades, en verano hay 10 grados de diferencia, por ejemplo, entre Recoleta y Lugano, en Buenos Aires. Las altas temperaturas nos afectan a todos, pero si a eso le agregamos, que en el caso de una villa, además de tener menos arbolado están hacinados, no tienen acceso a agua potable y están mal nutridos, por supuesto que el calor que sufren esas personas es absolutamente más grave. 

Si pensamos en la contaminación química, la diferencia es brutal y clarísima. En los pueblos fumigados, los primeros afectados son los sectores de menores recursos, aún cuando la contaminación afecte a todos y todas, cuando llega el momento del tratamiento oncológico no cualquiera lo puede pagar. Allí se empiezan a ver las situaciones de desigualdad, lo mismo si hay inundación, sequía o incendios. 

Toda la situación climática está atravesada por procesos de desigualdad, por eso, como integrante del movimiento ambientalista, creo que necesitamos realizar un trabajo fuertemente articulado con sectores de trabajadores, estudiantes, pueblos originarios y con los movimientos feministas, capaces de involucrar en muchos sentidos una lucha común, porque el problema es común. A la mujer de Abra Pampa la golpeaban porque defendía su territorio de la extracción de litio, por ser mujer, por ser parte de una comunidad de pueblos originarios, por no ser de una gran urbe y por no ser de clase alta. 

Más que nunca queda expuesto que el laburante de Jáchal que trabaja en mina Veladero va a tomar agua contaminada, que el trabajador del subte es víctima inicial de lo que genera el agente cancerígeno que hay en los trenes y que el fumigador Fabián Tomasi es una víctima de un movimiento de agronegocios de muerte. 

Ese vínculo estrecho entre el movimiento ambientalista y de trabajadores tiene que ser fuertemente trazado y creo que es uno de los desafíos a trabajar en conjunto, también con el movimiento de derechos humanos, de los pueblos originarios, el feminismo y el movimiento estudiantil.
 

*biólogo, filosofo e investigador 

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