Azo, azo, azo... ¡Llegó el Alimentazo! 

por Mariano Pagnucco
Fotos: Juan Pablo Barrientos
24 de julio de 2019

En Plaza de Mayo, Ciudad de Buenos Aires y en más de diez puntos del país se llevó adelante una movida impulsada por las organizaciones participantes del 1er Foro Nacional por un Programa Agrario Soberano y Popular que proponía alimentos a buen precio para productores y consumidores. En la Rural de Palermo, en paralelo, el campo del agronegocio inauguró su tradicional exposición con una agenda bien lejana a las necesidades del pueblo.

En la plaza histórica de la Argentina -la de la Revolución de Mayo, el bombardeo de 1955 y la ronda de las Madres-, al mediodía hay esparcidos en cajones, paquetes y bolsas unos 30.000 kilos de alimentos: acelga, remolacha, lechuga, repollo, banana, perejil y también prepizzas, pan casero, miel, yerba y mermelada. Al devenir habitual de turistas, empleados de oficina y curiosos que transitan por la plaza, se suma hoy una fila de personas con changuitos y bolsas de mandados que esperan su turno entre los puestos improvisados para llevar a sus casas productos naturales a buen precio. 

Es uno de los puntos donde se desarrolla el Alimentazo, una iniciativa impulsada por las organizaciones participantes del 1er Foro Nacional por un Programa Agrario Soberano y Popular realizado en abril en el microestadio de Ferro, que tuvo a 3.000 personas discutiendo qué campo necesita la Argentina de cara al año electoral. El resultado fue una extensa lista de propuestas con tres ejes principales: soberanía alimentaria, tierra como territorio y hábitat y la construcción de un modelo productivo no extractivista.

En la plaza histórica de la Argentina, el campo popular llevó 30.000 kilos de alimentos a precios accesibles para el pueblo.

Ese campo popular, el de las familias productoras que trabajan de lunes a domingo para producir alimentos, esta jornada de julio de 2019 tiene presencia en Mar del Plata, Necochea, Bahía Blanca, Mendoza, Misiones, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Santiago del Estero y Corrientes con un "azo" destinado a nutrir al pueblo.

El otro campo, el de la Mesa de Enlace y el agronegocio, en la misma jornada inaugura su 133° Exposición Rural de Palermo con la presencia de funcionarios, empresarios y referentes del modelo agropecuario que mira más hacia el exterior que hacia las necesidades de tierra adentro. Este campo también presentó su propio programa político unos días atrás: las preocupaciones son el dólar, los commodities, el costo laboral y la carga impositiva. La alimentación del pueblo argentino no aparece en su agenda. Por lo visto, en el campo también hay una grieta que separa dos realidades bien distintas.

 

Sin lugar para el campo concentrado

"Los pequeños productores producimos en el sol, con la lluvia y con el frío junto a nuestros hijos", dice Zulma, productora de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) con el micrófono en una mano y abrazando un atado de acelga del otro costado. Su voz enérgica resuena a pocos metros del Cabildo: "Si nosotros dejamos las quintas, lamentablemente el pueblo no come. La acelga, la lechuga, el morrón y el tomate que tienen en la mesa lo producimos con nuestras propias manos".

Con el correr de las horas, los cajones del Alimentazo porteño se van vaciando. En los puestos de la UTT, el precio fijado para todo es 20 pesos: remolacha, repollo, calabaza, brócoli, lechuga, acelga y más. Edith, 71 años y gorro de lana en la cabeza, arrastra su carrito cargado de verduras para la semana, algo impensado en cualquier supermercado: "Hay interferencias. Quieren ganar más y no piensan en la situación del país". Desde su mirada de jubilada que vive con 11.000 pesos por mes, no tiene dudas sobre la grieta del campo: "Yo estoy con los pequeños productores", dice sonriendo.

El puesto que vende pan casero y prepizzas se queda sin stock rapidísimo. Al lado hay una pila enorme de paquetes de yerba de cooperativas y también están quienes sostienen, a cientos de kilómetros de Buenos Aires, la cosecha de la planta esencial para el ritual del mate: "De esta jornada me llevo mucho, porque en Oberá no podemos vender en la calle. Si queremos vender nuestros productos para matar el hambre, el intendente nos saca la producción porque dice que no pagamos los impuestos. ¿Con qué vamos a pagar si no tenemos para vivir?". La que habla es Blanca, de la Unión de Tareferos Justos que tiene base en Oberá, Misiones.

Blanca describe la situación de los tareferos, que cargan en sus espaldas hasta 110 kilos de hojas de yerba mate para vender en los tres o cuatro meses de cosecha fuerte: les deberían pagar 1.800 pesos por tonelada "por decreto", pero en verdad les pagan 1.200 pesos o incluso menos. Además, los acopiadores que se llevan los bultos para el secado de la planta no les compran las hojas si están sucias de barro o humedecidas. "Nosotros tenemos que cosechar exponiéndonos a las víboras y a veces no logramos juntar más de 600 kilos", cuenta Blanca.

"El vínculo entre el campo y la ciudad es fundamental, la gente de la ciudad necesita consumir productos sanos, frescos, a buen precio, y nosotros también necesitamos vender a buen precio."

Salvador, del Movimiento Agrario de Misiones, habla de los pequeños productores de yerba, a quienes les pagan 11 pesos el kilo de hojas verdes en un mercado copado por las grandes empresas, las mismas que venden al público un paquete de yerba a 100 pesos o más. Por las regulaciones del Instituto Nacional de Yerba Mate (INYM), explica Salvador, unos 5.000 pequeños productores quedan fuera del alcance de la ley y se ven obligados a vender su yerba a mitad de precio (o sea, 5 pesos) a los productores más grandes. 

Salvador comparte sus sensaciones: "Es más que importante que el campo profundo, muchas veces invisibilizado, esté presente acá. El vínculo entre el campo y la ciudad es fundamental, la gente de la ciudad necesita consumir productos sanos, frescos, a buen precio, y nosotros también necesitamos vender a buen precio". ¿Qué es lo que tiene para ofrecer el otro campo, el de la Mesa de Enlace? "Tiene para ofrecer desabastecimiento, exportación de carne y de granos, que el ciudadano pague la carne a precio dólar. Eso tienen para ofrecer, destruyendo los recursos naturales en forma indiscriminada y generando corridas cambiarias con el dólar". 

 

La unión que llegó para quedarse
Anahí, que perdió tres trabajos en los últimos meses y vive con 4.000 pesos del seguro de desempleo y la ayuda permanente de su familia, tiene claro por qué está en la plaza junto a los pequeños productores: "Con el campo pasa como con el resto de los trabajadores, ganan los CEOs y perdemos nosotros. También hay mafias con los alimentos. Estamos preocupados por el tema de las semillas, no queremos que entre Monsanto ni que la tierra la tengan los ricos y nos digan cuánto tenemos que pagar por la comida".

En Florencio Varela, provincia de Buenos Aires, hay familias productoras que trabajan sacrificadamente para ganar el sustento económico de todos los días. Andrea, del Frente Agrario del Movimiento Evita, habla de los problemas que les impone esta coyuntura nacional: "No tenemos acceso a la tierra, tenemos que pagar alquileres altos. Los insumos son muy caros, las semillas y los plantines nos cobran en dólares. Faltan caminos rurales, escuelas, centros de salud... A su vez, tenemos el problema de los aumentos de luz, de gasoil. Así estamos perdiendo a muchos productores que abandonan el campo".

En el puesto del Frente Agrario hay variedad de verduras de hoja. El ofertón de la jornada es tres plantas de lechuga por 10 pesos. ¿Qué dice Andrea sobre esta forma de comercialización directa, cara a cara con los consumidores? "A nosotros nos rinde porque nos pagan directamente, no tenemos que esperar que el intermediario saque un porcentaje y a nosotros no dé lo que le sobra. Además, encontrarnos con los consumidores es una linda experiencia porque podemos contarles cómo producimos, les explicamos cómo hacer su propia huerta y se da un intercambio de experiencias".

Mientras siguen circulando compradores y compradoras con bolsas repletas de colores y sabores, algunos canales de televisión transmiten en vivo y los referentes del campo popular despachan la poca mercadería que queda, Salvador fija su mirada en un punto cualquiera de la histórica plaza del pueblo argentino y ofrece una reflexión sobre el sentido profundo del Alimentazo: "En buena hora la ciudad nos está dando un respaldo. Esta unión llegó para quedarse".  
 

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