La noche que mataron a Ismael Ramírez, Taher Canteros vivió su propia pesadilla. Le dieron con una bala de goma en su ojo derecho, fue perseguido por la policía mientras estuvo hospitalizado y hace un mes que no va al colegio porque tiene miedo de salir de su casa. Cobertura colaborativa de Canal Abierto y Revista Cítrica.
Taher Canteros tiene 13 años y vive junto a sus hermanitos y su mamá Malvina en una casa del barrio 19 de Abril, en Sáenz Peña. Justamente en la puerta de su casa -a 9 cuadras del supermercado El Impulso, donde se originó el conflicto la tarde- noche del 3 de septiembre- estaba cuando empezó la balacera. Efectivos con uniformes de todos los colores disparaban y detenían personas. Él no tuvo tiempo de correr hacia adentro. La misma noche que mataron a Ismael, Taher recibió una bala de goma en el ojo derecho y puede perderlo.
Cuando su mamá llegó a la casa lo encontró a Taher ensangrentado y asustado. “Disparaban para todos lados”, asegura la mamá tres semanas después del episodio. Él prefiere no hablar. Mira reticente desde un costado de la casa mientras Malvina nos cuenta cómo viven desde aquel 3 de septiembre.”Es muy feo lo que vi en el barrio, cómo agredían a la gente. Es la primera vez que veo tanta violencia en el barrio. Siempre se abusan cuando vos no reclamás, no denunciás. Pero así nunca los vi. Fue feísimo porque le agredían a los chicos. ‘Indios, no saben nada’, ‘Vengan a pelear’, decían. Provocaban a los chicos para generar problema”, denuncia la mamá de Taher.
Fue feísimo porque le agredían a los chicos. ‘Indios, no saben nada’, ‘Vengan a pelear’, decían.
Esa noche, Malvina esquivó la cacería de la policía en el barrio y llegaron hasta el hospital Ramón Carrillo, de Sáenz Peña. Allí llevaban a todas las personas heridas, incluso Ismael Ramírez pasó por ese hospital. Mientras atendían a Taher, al menos cinco efectivos de la policía provincial hostigaban a Malvina: “Él estaba en la manifestación. Sino, ¿cómo fue herido?”. Querían detener a Taher. Ella no lo permitió. Trasladaron al nene a un hospital de Resistencia. Y allí continuó la persecución y el hostigamiento.
“En el hospital saqué fuerzas de donde no tenía para defender a mi hijo. Tenía que preocuparme por la salud de mi hijo y porque la policía estaba persiguiéndonos. Tuvimos miedo, tenemos miedo, y él más que yo. Mi hijo no sale de la casa, está encerrado, no va a la escuela. Nos da miedo que vengan a buscarlo, que lo culpen de cosas que no hizo. Si estaba en la casa...¿De qué lo quieren culpar? Taher tiene miedo de que la policía venga a buscarlo”.
Solo la comunidad Qom les tendió una mano. Del resto de la sociedad solo recibieron mentiras y acusaciones falsas. “Hasta dijeron que mi hijo había muerto en el hospital. ¡Sabés lo que es escuchar eso en todos lados!”.
Tenemos miedo. Mi hijo no sale de la casa, está encerrado, no va a la escuela.
Durante tres semanas no salieron de la casa. Solo le pusieron unas gotitas que le dieron ese día en la guardia en Resistencia y se refugiaron en su casa del barrio 19 de Abril. Lejos de la policía, de los medios, de los rumores. El miedo pudo más. La comunidad está acompañando a la familia de Taher. Gracias a eso está en tratamiento oftalmológico para evitar perder la visión de su ojo derecho. Celina Demay, cacique mayor de la comunidad Qom de Sáenz Peña, se puso al frente del reclamo en el hospital.
Hace un mes la vida de Taher está suspendida. No volvió al colegio ni sale de su casa. El miedo a la policía lo tiene prisionero. Y éste es solo un caso de los tantos que suceden en los barrios periféricos de Sáenz Peña. Donde el hostigamiento, la persecución y la pobreza marcan el ritmo de la vida de los pueblos originarios.
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