La editorial de la nueva edición impresa de Cítrica. Una edición que intenta mensurar el gran daño que le está haciendo Javier Milei al país. Y que intenta convertir la fría estadística de despidos en historias humanas.
Son los días más fríos del año. La ola polar y los temporales de nieve generan cortes de rutas en la Patagonia. También suspensión de clases, evacuaciones, problemas de logística y abastecimiento. Es una época en la que se siente como nunca antes, por ejemplo, el desguace y desfinanciamiento de Vialidad Nacional y Radio Nacional. La primera es la que garantiza la circulación en rutas y caminos de todo el territorio argentino. La segunda es vital para la comunicación en pequeñas ciudades, pueblos y parajes, donde a veces no hay señal de celular y la única manera de informarse sigue siendo la radio.
En Buenos Aires, la ciudad más rica del país, al menos cinco personas en situación de calle murieron por el frío. Cada vez hay más gente durmiendo en la calle. ¿Son 15 mil? ¿20 mil? La desregulación de los alquileres no generó ninguna solución. Más bien todo lo contrario.
Las escenas patagónicas o porteñas tienen un denominador común, un factor que está siempre en el fondo de la cuestión: la ausencia del Estado. O, lo que es peor: el corrimiento del Estado, que con todos sus problemas respondía como podía, pero ahora ni siquiera hace eso. Directamente no responde: no está.
El frío desnuda.
A este Gobierno, el frío lo dejó cómo lo que es: un gobierno abandónico.
Fue en estos días de invierno en que circuló una pintada sobre un paredón de la ciudad: "No es la noche más fría del año. Es el Estado más ausente del siglo". En tiempo de redes sociales, de diarios en extinción, de ansiedad y sobreabundancia informativa, la frase de Rodolfo Walsh se mantiene vigente: las paredes son la imprenta de los pueblos.
Hubo grafitis y pintadas en los alrededores del Hospital Posadas, del INTI o del Ministerio de Desarrollo Social, ahora reconvertido en el mega Ministerio de Capital Humano que le sigue negando alimentos a miles de argentinos y argentinas que siempre la pasaron muy mal. Pero antes de las pintadas hubo protestas, marchas y reclamos de los y las laburantes, a quienes el Estado, además de despedirlos, también los reprimió.
Lo dijo Javier Milei en el Pacto de Mayo rubricado en julio, un gran síntoma del desquicio que representa este Gobierno: "Un Estado chico con funciones delimitadas vale más que un Estado grande que dilapida los recursos y bloquea la prosperidad". Fueron las palabras que utilizó para defender los despidos en el ex Ministerio de la Mujer, en la Secretaría de Derechos Humanos, el INTI o el Posadas. Y también para pedirles a los gobernadores que se sumen a su plan motosierra y hagan lo mismo con las personas que trabajan bajo dependencias provinciales o municipales. “Desde el Estado nacional demostramos nuestro compromiso haciendo la reducción del gasto público más grande de la historia nacional, los aquí firmantes se hicieron responsables de hacer lo mismo en sus distritos". Cinismo puro.
Porque creemos que no hay prosperidad sin Estado, pero sobre todo porque defendemos a cualquier persona que pelea por conservar su puesto de laburo en un contexto como el actual, donde incluso un porcentaje altísimo de trabajadores ganan por debajo de la línea de pobreza, hicimos la nueva edición impresa de Cítrica. Una edición que intenta mensurar el gran daño que le está haciendo Milei al país. Y que intenta convertir la fría estadística en alguna historia humana.
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