Sabrina Critzmann: “Las multinacionales se meten en nuestros consultorios”

por Mariana Aquino
Fotos: Rodrigo Ruiz
27 de julio de 2022

La pediatra y autora de Comer y Criar, Sabrina Critzmann, nos invita a repensar las pautas de la crianza y la alimentación. ¿Cómo cambiar los hábitos cuando las empresas productoras de ultraprocesados se imponen en nuestras mesas a través de su poder económico y publicitario?

Puericultora y consultora de porteo, directora de la Escuela Argentina del método de alimentación complementaria a demanda (BLW), autora de los libros Hoy no es Siempre y Comer y Criar. Recorre el país con sus talleres, se especializa y es una usuaria activa en redes sociales, donde tiene cerca de 300 mil seguidores que esperan sus consejos de pediatría, sus lecturas recomendadas o envían sus preguntas cada jueves. Casi todas estas actividades, que parecen no entrar en una sola vida, las hace en modo mamá canguro o a altas horas de la noche, mientras su segundo hijo duerme. ¿Quién es Sabrina Critzmann? ¿Una heroína de ambo y estetoscopio o una pediatra con conciencia de su rol social?

 –En tu último libro -Comer y Criarte animás a compartir tu recetario de comidas saludables para les niñeces, con la advertencia de que no sos cocinera… ¿Cómo empezó ese proceso de vincular la crianza con la nutrición?
 –Cuando hice la Licenciatura en Pediatría nació mi primer hijo, empecé a leer libros sobre alimentación. Pero, en ese momento, no le encontré la vuelta de tuerca. Recién al estudiar puericultura, comencé a relacionar un montón de cosas que estaban en el tintero y a recorrer el camino alimentario, inclusive antes del nacimiento de mi segundo hijo. Ese momento personal -que es la maternidad- me llevó a encontrar un montón de variables que tenían que ver con el desarrollo infantil. La nutrición va mucho más allá de los nutrientes que comemos: proteínas, vitaminas y demaces. Hay un montón de factores que intervienen en el neurodesarrollo y en la psiquis de las personas desde muy pequeñitas, y empezar a entrelazar todos esos factores y a entender cómo se relacionaban con ese desarrollo, creo que eso es lo que hace que hoy pueda hablar de estas cuestiones, así tan relacionadas para mí. Siempre digo que el libro Mal Comidos de Soledad Barruti es como una llamita, como una brasita, que va abrazando, porque una lee y por ahí no sabe nada del tema, lo leés y no lo podés creer. Queda la llama encendida y si te animás a explorar un poco más, te cambia la perspectiva de todo. 


SOBERANÍA ALIMEN TARIA: EN LA FACU NO ME HABLARON DE TI
 

 –¿Cuánto se habla de nutrición en Medicina? 
–Nada. Lamentablemente no se le da el lugar que debería. Tuve una materia de nutrición, de dos semanas, en sexto año. Después empecé a estudiar cosas que yo creía que sabía, y no, no sabía nada. La educación médica está muy dada a curar enfermedades: una neumonía se trata de esta manera, una bronquiolitis tiene este camino, una otitis se trata así. Hablar de alimentación y prevención todavía no van de la mano. Ojo, que soy optimista. En la medicina tradicional se va haciendo lugar al cambio. Desde dentro de los ámbitos académicos nos están dando lugar a muchas personas y hay personas que además vienen hablando de esto hace 25 años. Se está abriendo espacio en los alrededores para hablar de estas cosas, dentro de las comunidades científicas.


 SIN PROCESADORA NI ULTRAPROCESADOS 

“Hubo un tiempo que fue hermoso, que fuimos libres de verdad”, dice Sabrina, casi parafraseando al clásico de Sui Generis. Las multinacionales inmiscuidas en nuestra alimentación desde temprana edad, donde a veces la teta es reemplazada por leche de fórmula y los ultrapocesados son la norma en las alacenas de cualquier familia, no lleva más de 50 años en el país. Antes, las empresas lácteas no tenían la legitimidad social para vendernos espejitos de colores en forma de yogur con zucaritas. –La industria está tan instalada y cuenta con una legitimidad social impresionante… 

“Las últimas dos generaciones fuimos alimentadas con leche de fórmula y Nestum”

–Las familias creen realmente que el Danonino les hace crecer sanos y fuertes ¿Cómo hacemos para volver a una alimentación realmente saludable, a destacar los sabores y texturas de las comidas?
 –Difícil pero no imposible. Se está haciendo eh, de a poco. En mi caso, por ejemplo, cada vez más familias participan de mis talleres. Se interesan en el método BLW, que no es una moda, es un sistema que antes se utilizaba, básicamente porque no había ultraprocesadora. Pero bueno, estamos todavía bajo ese paradigma cultural que nos impone la industria que va a costar mucho desarmar. Las multinacionales de la industria alimenticia, además de meterse con la alimentación, se metieron en nuestros consultorios, y esto desde hace solo cinco décadas. Con este paradigma que todavía prima se pierde la dimensión del placer en la comida, la diversión de tocar lo que comemos, sentir textura y entender de dónde viene. Para disfrutar del acto de comer. Y también hay que entender qué pasa cuando el niño no come. Me acuerdo que hace unos años atrás vino una visitadora médica y me dijo: ‘Mira este polvo es perfecto para los chicos que no comen bien, para que tengan todos los nutrientes hasta que coman mejor. Es espolvoreable. O sea, le ponés un poco a la comida y es así como mágico, tenés todos los nutrientes. Ella era nutricionista entonces yo le dije: “Vos sabés que esto está mal, ¿No?” Lo admitió, pero era su trabajo. ¿Es malvado un médico que me recomienda el Danonino? No, lo está haciendo desde lo que le han enseñado, de creer que es algo bueno realmente. Pero bueno, hay que hacer el cambio. Hay muchos intereses dando vueltas, mucho lobby, mucho dinero. Lo vemos la comunidad científica todo el tiempo, que la charla de lactancia la sponsorea un laboratorio o trabajos científicos de gente que por ahí decís yo respeto esa persona porque sabe mucho, pero resulta que lo auspicia Nestlé. 


COMER SANO, CRIAR SANO

–¿Qué es para vos volver a la cocina? 
–Tenemos la idea de que cocinar es algo que lleva un montón de tiempo, pensamos que hay que hacer una cosa elaborada específica, y no, cocinar también es poner choclos en una olla para que se cocinen; cocinar también es hacer un guiso y guardarlo en el freezer para muchos días. Hay que animarse a cocinar y en base a eso pensar una alimentación sana y familiar. 

“Seguimos atrapados en el paradigma de las dietas para adelgazar”


En cualquier restaurante de Argentina ves un animal gigante en la mitad del plato y un poquito de guarnición, entonces las plantas no tienen lugar dentro de nuestra cocina. En el país se consumen 800 gramos de legumbres por persona por año, o sea ni siquiera un kilo. Mientras se consumen 132 litros de gaseosa por persona por año. O sea, con un promedio de dos bebidas azucaradas por infancia por día. Entonces, ¿cuál es el valor de la gaseosa? ¿Cuál es el valor de las legumbres? ¿Cuáles son nuestros consumos en general? 

Después de muchísimos años de cultura de la dieta, donde no se pensó en ningún momento del placer, sino en restringir, reducir y adelgazar, comprar ultraprocesados fue la norma. Ahora hay que derribar ese paradigma y volver a la cocina de forma placentera, y la alimentación tiene que ser necesariamente familiar.

 –Hay mucha más conciencia social de lo que comemos, ¿Creés que ese cambio de paradigma se puede dar en mediano o corto plazo?
 –Creo que sí, hay apertura, sobre todo en los movimientos más sociales. Por ejemplo, la Ley de Etiquetado Frontal, ahí hay una presión de la sociedad para que eso exista. Todas estas campañas que hubo por la alimentación escolar en Capital Federal me parece que están muy bueno porque son docentes y mapadres organizados en relación a eso. No va a ser esta generación la que vea el cambio, probablemente sea la próxima pero buenas no importa.

 –De todos modos, imagino que seguimos dependiendo mucho de lo que opina el doctor…
 –Muchas veces me encuentro con la pregunta: ¿Cómo es la lista? No hay lista, pueden comer todas las frutas, todas las verduras, todas las legumbres. Es que venimos de 50 años de listas con recomendaciones de la medicina. Antes eso no existía. El fenómeno de los ultraprocesados inmiscuyéndose en la alimentación infantil es relativamente nuevo. 
Las últimas dos generaciones fuimos alimentadas con leche de fórmula y Nestum. Antes no existían esos productos. ¿Qué es el Nestum? Nadie leyó que es. Bueno, es harina y azúcar. ¿Realmente necesitan comer harina y azúcar? ¿Hay otra forma de ofrecerle esos nutrientes que no sea agregando azúcar a las cosas? Y ahí hay también una cuestión que tiene que ver con nuevos conocimientos. La verdad es que hace 20 años no sabíamos cuán malos eran los ultraprocesados y tampoco se consumían las cantidades astronómicas de azúcar que se consumen en el día de hoy. Actualmente, el azúcar está escondido en todos lados, porque una dice: “Mi hijo no come golosinas”, pero tal vez la galletita de agua o el pan del super tienen azúcar, y un montón de cosas en el camino sí tienen azúcar. Por más que no le pongamos la cucharada de azúcar, la consumimos, entonces es difícil combatirlo. Hoy vemos las consecuencias del consumo desmedido de esos aditivos. Casi el 70 % de las infancias tienen caries, pierden dientes, les duele la boca, tienen infecciones, tienen internaciones por tener caries, es grave, y eso tiene que ver directamente con el consumo de productos azucarados, sin dudas. Tenemos que cuestionar más lo que compramos dentro de un paquete porque no tenemos ni idea de dónde se hizo ese choco arroz que viene dentro de un paquete de plástico.

–Con este escenario, se necesita imperiosamente que se aplique la ley de etiquetado en Argentina… 

–Sí, por supuesto la ley de etiquetado está buenísima pero no va solucionando todos los problemas que tenemos de ninguna manera porque tiene que estar acompañada por educación alimentaria, y esos tiene que venir de la mano de políticas de Estado, como el parto respetado, que hay ley pero muchas veces tenemos que recordar en las instituciones que el parto debe ser respetado. 

–Hace algún tiempo que la Sociedad Argentina de Pediatría viene hablando del efecto de los agrotóxicos en la salud infantil. ¿Qué impacto tienen los agrotóxicos en el desarrollo de un niñe?
 –El impacto que tiene los agrotóxicos en las infancias es terrible. Por un lado, está la presencia de agrotóxicos en alimentos, y otra cosa es en el ambiente en general, porque las fumigaciones en lugares rurales impactan en el neurodesarrollo, en el sistema nervioso, en la presencia de cáncer infantil. Cuando un niño o niña entra a nuestros consultorios tenemos que hacer ciertas preguntas que nos van a ayudar a ver la totalidad de la situación ¿Dónde vive ese niño, qué tipo de agua tiene en su casa, qué animales conviven con la familia? ¿Qué pasa en la tierra donde viven? Esas cosas tenemos que tener en cuenta a la hora de hacer una historia clínica. Pero de esas cosas hablan poco en salud.

–Las clases populares que tienen que llenar las ollas con algo, y ese algo termina siendo mucha harina y poco nutriente. ¿Cómo se avanza en una educación alimentaria que incluya a todos los sectores para que comer sano sea un derecho?
–En realidad es toda una cadena, que tiene que ver con la nutrición de la persona gestante, con el acompañamiento de la lactancia deseada, con el inicio de la alimentación complementaria y con que toda la familia pueda nutrirse saludable y respetuosamente. Cuando estos factores no se dan, hay riesgo de anemia infantil y se afecta el neurodesarrollo de ese niño o niña, y el Estado gasta en suplementos de hierro y en tratamientos contra la anemia. Con mayor acceso a la información sobre la soberanía alimentaria y lactancia, esas infancias crecerían más sanas.  

CON RESPETO, LA ÚNICA FORMA DE CRIAR 

–En un mundo adultocéntrico, donde todo gira en torno a la productividad, ¿De qué hablamos cuando hablamos de crianza respetuosa? 
–Lo más importante es pensar que el respeto no es opción para ninguna persona, que la crianza respetuosa es la única forma de crianza, es una forma de vivir en sociedad, porque las infancias son parte de esta sociedad. No hay que pensar que es una opción ser respetuoso con las infancias. Dentro de una crianza respetuosa va a haber límites porque necesariamente hay una relación asimétrica donde hay una persona adulta que acompaña y muestra el mundo de cierta manera, pero siempre debe ser con respeto.
Un ejemplo muy gráfico para repensarnos: Cuando nos chocamos con un niño, ¿le pedimos disculpás o lo retamos porque “se puso en nuestro camino? ¿Si a un adulto le pido disculpas cuando me lo choco, por qué a un niño no? ¿Por qué seguimos mirando todo desde nuestra perspectiva?
Las infancias siguen estando muy desprotegidas porque tenemos todo este paradigma donde creemos que podemos violentarlos. Las estéticas dicen que hay 46% de las familias admiten haber usado castigos físicos, sin hablar del maltrato psicológico, económico.
 

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