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RECUERDOS DE LA COCA-COLA

El Diario del Centro del país
16 de diciembre de 2012

En Villa María, Córdoba funcionó, desde inicios de la década del 60 hasta 1986, una embotelladora de Coca-Cola. El Diario del Centro del País buscó y entrevistó a uno de los empleados que trabajó en aquella planta.

“A la esquina de la Coca”, sigue siendo una referencia para hacer alusión al sitio donde hoy funciona un supermercado pero que por años estuvo la embotelladora que generó centenares de puestos de empleo de calidad.

Un habitante del “Roque”, Carlos Osvaldo Giménez,  fue un trabajador del lugar. Alcanzó a jubilarse como programador de la producción de todas las plantas que tenía la “Coca” en el interior de la provincia de Córdoba. “Yo le hice ganar muchos millones de dólares a la empresa”, aseguró, al referirse al énfasis que le ponía cada día en programar lo que se iba a producir, para que las plantas fueran eficientes.

“Entré cuando tenía 28 años, la edad máxima de ingreso. Comencé barriendo, luego pasé por el laboratorio, la embotelladora y terminé como programador”, dijo Giménez a EL DIARIO en los Barrios, desde su casa en el barrio, la que habita desde hace 44 años.

Lo había recomendado el magistrado Nores Boderó, quien fue el que vendió el terreno a la empresa norteamericana.“De Buenos Aires venía el concentrado y acá se preparaba el agua con azúcar, se filtraba y después se hacían las mezclas y se embotellaba”, explicó el conocedor del proceso industrial.

Hoy, a sus 78 años,Carlos recuerda las épocas de “oro” del trabajo en el lugar. “Conmigo se portaron muy bien y con casi toda la gente. Un día, un compañero necesitaba sangre para transfundir a su mujer y el gerente hizo parar la producción, algo que era sagrado, para que todos fuéramos a donar sangre”, recordó.

Eran estrictos con el trabajo y el horario. “A las 6 de la mañana se apretaba el botón de inicio de la actividad y se trabajaba hasta las 10, que era el momento de la media hora de descanso. Te pagaban el almuerzo o la merienda, según el caso”, afirmó.

La Coca tuvo inserción en la comunidad. “Desde los vidrios cualquiera podía ver todo el proceso automático de embotellado y además, los domingos, se hacían almuerzos con comerciantes de Villa María para que pudieran observar el proceso”, señaló.

En los mejores tiempos “teníamos tres turnos de producción”, lo que implicaba que en ese sector solamente se requirieran más de 130 trabajadores.

El trabajador hoy jubilado, vecino del Roque y ex rugbier (jugaba en el San Martín) recordó que con lo que ahorró en un año de trabajo, se pudo construir 50 metros de la casa que hoy habita.

El proceso de crecimiento personal que tuvo de la Coca es indudablemente debido a su dedicación al trabajo y a su capacidad para aprender. “Ayudó mucho que yo tenía conocimientos porque hice el secundario. Sabía algo de física, de química y todo eso me ayudó a aprender lo del laboratorio”, dijo.

 

El final

 

Promediaban los ´80 y las plantas de Coca Cola trabajaban a menos de la mitad.

Fue por eso que la empresa decidió cerrar la embotelladora de Villa María y concentró la producción en Córdoba capital. “Es matemático. La de Córdoba trabajaba al 45% y la de Villa María igual. Se juntaron ambas y produjeron al 90%”, dijo Giménez, al explicar los motivos del cierre.

Cuando conoció la noticia que se la comunicaron en Córdoba, él no lo tomó tan mal. La familia sí. “La Coca había significado progreso para nosotros, para el barrio y para toda la ciudad. Lo lamentamos mucho”.

Igual, Giménez siguió trabajando, a otro ritmo, haciendo inventario de las máquinas que quedaban durante dos años más. Luego, logró jubilarse.

Agradece a la vida haber tenido un trabajo como el que tuvo, que le permitió sostener a su familia y desarrollarse personalmente.

 

El barrio

 

Como vecino, Giménez recuerda que hace 44 años, cuando fue a vivir al Roque Sáenz Peña, no había nada. “Fuimos a pedirle luz al intendente Jaca y él nos dijo que si nosotros colocábamos los postes, ellos tendían el cableado. Así hicimos y empezamos a tener luz”, recordó.

Con sus álbumes de fotos en los que tiene retratada su juventud, su deporte preferido, su familia y su trabajo, Giménez nos despide de su casa, compartiendo los recuerdos que forman parte de la historia de centenares de vecinos de la ciudad.