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Las petroleras no invierten, el Estado las subsidia

por Pablo Bruetman
24 de enero de 2020

¿Cuáles son las condiciones que reclaman las empresas que extraen combustibles fósiles para radicarse en la Argentina? Durante los últimos años se conformaron con que al menos el 80% de la inversión provenga de dinero del Estado y, ahora, van por más.

Los números mundiales, los números continentales, los nacionales, los provinciales. La cantidad de millones de dólares invertidos por los gobiernos en la extracción de combustibles fósiles. Allí están los datos, las frías estadísticas que paradójicamente hacen arder a nuestro planeta. Pero son tantos los números, tantas las estadísticas, que no se dejan ver. Se cubren entre sí. Se convierten en marañas hasta para los especialistas en desentrañarlos. Y en río revuelto, ganancia de pescadores.

Parece que no están: no los leemos, no se publican en las tapas de los diarios, no forman parte de los discursos presidenciales, tampoco de los ajustes económicos ni de los recortes que propone el Fondo Monetario Internacional para pagar la deuda. Los números parecen ocultos, invisibilizados pero existen. No están en los diarios pero sí en los informes de justamente el FMI: los subsidios a los combustibles fósiles son de casi 20 mil millones de dólares anuales, lo que representa el 2.9% del Producto Bruto Nacional (PBN) en Argentina. ¿Qué significa eso? Que mediante nuestros impuestos les pagamos a las empresas petroleras 435 dólares por habitante por mes. Sin embargo, escuchamos, vemos y leemos en medios de comunicación que nuestros impuestos se “desperdician” en subsidios de planes sociales. ¿Por qué se cuestionan los subsidios a personas humildes y no a empresas millonarias?

Por supuesto que los subsidios a los fósiles no son un problema argentino sino mundial. Por ejemplo en 2015, según el FMI a nivel mundial, los subsidios fueron $ 4.7 trillones (6.3 por ciento del PIB mundial) y siguen aumentando año a año, demostrando que La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se realiza todos los años es pura fachada y no solo no cumple con su objetivo sino que permite un retroceso año tras año en el objetivo de enfriar nuestro planeta . Los mayores subsidios en 2015 fueron China ($ 1.4 trillones), Estados Unidos ($ 649 mil millones) , Rusia ($ 551 mil millones), Unión Europea ($ 289 mil millones) e India ($ 209 mil millones). El carbón y el petróleo representan en conjunto el 85 por ciento de los subsidios mundiales”, dice el informe del FMI.

¿Por qué el FMI tiene tanto interés en medir los subsidios a los combustibles fósiles? “Es la economía, estúpido”, diría Bill Clinton. El FMI necesita cuidar sus dólares. “Los 435 dólares por habitante en Argentina incluye no sólo subsidios directos e indirectos, sino también los costos ambientales y otros ligados al consumo de combustibles”, analiza Marcelo Giraud, geógrafo, docente de la Universidad de Cuyo y ambientalista. Mitigar la crisis climática también tiene un costo en dólares. Y un Fondo Monetario Internacional, históricamente abonado al recorte presupuestario y alejado de las necesidades sociales, no está interesado en que los países que tomen deuda tengan problema para pagarla por el costo económico de las cuestiones ambientales. “Es lo que llaman subsidios post-tax. La mayor parte de los subsidios están relacionados con el costo social de utilizar combustibles fósiles. Son diferentes a los subsidios a los que comúnmente nos referimos, y a los que el FMI llama pre-tax”.

Es la lógica del FMI, bien economicista. Señala que el costo de la energía está subestimado, y que tendría que costar más cara, para consumir menos, y de ese modo evitar esos ‘daños colaterales’. Aunque -obviamente- si los más ricos pudieran seguir pagando lo que se les cante por esa energía, sin importar que el resto se quede a pata, todo eso sería más que relativo”, analiza el especialista.

Mientras señala otro cuadro del informe del FMI, Giraud explica que “para el petróleo, el costo de la contaminación local del aire y el de la congestión vehicular y los accidentes representaría el 38 y 36% de los subsidios "post-tax" o totales”. Todo dentro de los 435 dólares por habitante que calcula fríamente el FMI como políticas de subsidios directos o incentivos fiscales de algún tipo, por parte del Estado argentino hacia las empresas petroleras.

“Los del FMI quieren que paguemos muchísimo más cara la nafta, de algún modo. Ahora, ¿cómo hacer para que esa diferencia no vaya a parar a las petroleras, sino a paliar los problemas que los combustibles fósiles generan? Eso no te lo dicen. O sí, pero de manera súper genérica. Hasta le ponen precio a la sobre-mortalidad debido a la contaminación atmosférica. Según ellos, el costo de las vidas perdidas en un país pobre no es igual al de las muertes adicionales en los países ricos. Es el mismo criterio de las compañías de seguros. No pagan lo mismo a los familiares de un empresario muerto en un accidente que a los de un pobre”.

¿Quién es Mario Mehren?

Así como los subsidios al carbón y al petróleo no aparecen en los diarios, a pesar de representar el 85% de los subsidios mundiales, Mario Mehren tampoco. Mientras hay comunicadores en la radio que se quejan por las migajas que reciben en forma de subsidios las familias más necesitadas, casi nadie menciona en una radio comercial a Mario Mehren. A lo sumo, cuando él quiere (léase cuando el Estado amenaza con quitarle beneficios impositivos y subsidios) acuerda una nota con un diario y amenaza con retirar a la empresa que representa de la Argentina e irse a otro país: “Nos gusta la Argentina pero queremos ganar más dinero”, dice Mario sin ruborizarse. Lo único que importa son los dólares. Pero por lo general Mario no aparece. No lo necesita: es el CEO de Wintershall Holding GmbH, empresa que, con sede en Kassel, Alemania, es el mayor productor de petróleo crudo y gas natural de Alemania. Es una subsidiaria de propiedad total de BASF. Se encuentra activa en Argentina desde 1978 y actualmente trabaja en -al menos- 15 campos de petróleo y gas, donde produce aproximadamente 26 millones de barriles al año, siendo así la cuarta compañía más grande dedicada al gas natural en el país.

Wintershall emplea apenas 2000 personas en todo el mundo. ¿A cuántas perjudica? Su accionar no conoce límites: Argelia, Argentina, Brasil, Dinamarca, Egipto, Libia, México, Holanda, Noruega, Rusia, Emiratos Árabes, el Reino Unido, y por supuesto en Alemania. En el año financiero 2015, la compañía produjo alrededor de 153 millones de barriles de petróleo y sus ventas superaron los 12,99 mil millones de euros.

Cifras inconmensurables para las personas que habitan Río Gallegos, Tierra del Fuego y pueden ver al monstruo de Wintershall que emerge desde el Mar Argentino: Vega Pléyade. ¿Qué es? Una plataforma se ubica a 20 kilómetros de la Bahía San Sebastián, cuya construcción costó 1.100 millones de dólares. Su estructura pesa unas 2.650 toneladas conectadas por un gasoducto submarino de 72 kilómetros a tierra. Total normalidad. Como estos casos hay docenas, centenares, miles. 

Vega Pléyade representó cerca del 7% de la producción mensual de gas natural del país durante 2016, y ubicó a Tierra del Fuego como segunda provincia productora de gas del país, detrás de Neuquén. Últimas cifras de Wintershall: está a punto de cumplir 126 años, fue fundada en 1894. Hace más de 40 que está en Argentina. La pregunta es ¿por qué? Por los subsidios, así de simple.

Por supuesto que Wintershall no es la única beneficiada. Pero ojo que no son tantas las empresas que exploran, extraen y comercializan combustibles fósiles y se financian a través de los subsidios que les entrega el Estado:  YPF, Pan American Energy, Pluspetrol, Sinopec, Tecpetrol, Chevron, Petrobras, Total, Madalena, High Luck Group, San Jorge Petroleum (de Chevron), O&G Developments, President Petroleum, CRI Holding INC, Antrim, Statoil, Mitsubishi, Pampa Energía, Exxon, Mobil, Shell, Dow, PEMEX, Petronas y no tantas más.

Más números

En la declaración de Pittsburgh de 2009, los países asumieron el compromiso de reducir los subsidios a los combustibles fósiles. En este marco, FARN -Fundación Ambiente y Recursos Naturales- comenzó a analizar minuciosamente esa reducción, estimando cuánto se destinaba a los subsidios a los fósiles en el presupuesto nacional. Y se encontraron una sorpresa: un plan de energía que pretende reducir las emisiones pasando de los combustibles líquidos al gas. De una extracción a otra extracción

 “A nivel mundial se empezó a hablar del gas como ‘combustible puente’. Pasar  del carbón al gas. Pero no se puede poner al gas como una parte de ‘reducción de emisiones’. La matriz nacional debería tender a una mayor cantidad de energías renovables”, explica María Marta Di Paola, Directora de Investigación de FARN. 

En 2019, el 88% de la producción de gas de Vaca Muerta fue subsidiada.

Algunos números del documento FARN: los subsidios a los combustibles fósiles en Argentina 2018-2019:

-Los subsidios a los combustibles fósiles representaron, con respecto a la totalidad de subsidios a la energía, un 97% en 2018 (el 6,5% del presupuesto nacional), un 95% en 2017 y un 99% en 2016.

-Los montos transferidos a las empresas dedicadas a la extracción de hidrocarburos -particularmente para la producción de gas- sumaron en 2018 US$ 340 millones; es decir, un 0,33% del presupuesto nacional y el equivalente a más de 5 millones de Asignaciones Universales por Hijo o al salario anual de 35.000 docentes de enseñanza inicial.

-Pero no sólo las empresas extractivas recibieron fondos: también las compañías distribuidoras se vieron favorecidas. El monto recibido por estas últimas durante 2018 fue de US$ 258 millones, lo que equivale a 778 mil jubilaciones mínimas.

-Durante 2019 los subsidios a los combustibles fósiles suman más de US$ 6.000 millones, cifra que duplica lo que el Estado invirtió durante todo 2018 en Universidades Nacionales.

-El 98% del presupuesto del Plan Garrafa estuvo, en 2016, destinado a los hogares. En 2017 la ecuación cambió por completo: por cada dólar que recibió un consumidor, un productor recibió seis. Ninguna empresa privada recibió más de 300 millones en el período 2016-2018 salvo una: Pan American Energy. La empresa de la familia Bulgheroni fue beneficiada a través del Plan Gas con 1198 millones de dólares. Solo la supera la estatal YPF con 1784 millones. En tercer lugar se ubicó Total Austral con 309 y cuartos, los ya mencionados alemanes de Wintershall  En total las empresas recibieron 4499 millones de dólares.

Sin embargo los números generales omiten un dato fundamental: la distribución de los subsidios cambió brutalmente en 2018. El gas cedió su lugar para el petróleo de Vaca Muerta. Se repartieron 340 millones a empresas hidrocarburíferas. YPF apenas recibió 9 millones.¿Adonde fue el dinero que no recibió YPF? A Tecpetrol, la petrolera de Techint que consiguió la concesión por 35 años de extensos kilómetros de Vaca Muerta y a la que responsabilizan en Neuquén pueblos originarios y ambientalistas de de los sismos que se volvieron frecuentes desde que se inició la extracción de fósiles a través del fracking. 

Presupuestos

En 2013 y 2014 el total de subsidios a los combustibles fósiles representó más del 10% del total de los gastos públicos y fue reduciendo paulatinamente para mantener un promedio del 6% durante la gestión macrista. Durante el último gobierno de CFK “existió una suerte de gran canasta de subsidios, tanto al petróleo como el gas, y a las distintas empresas, a través del Plan Gas, Petróleo Plus, y varios otros. Lo que hizo el Gobierno de Mauricio Macri fue recortar los subsidios a los consumidores y mantener solamente los de Vaca Muerta, para el gas. Hasta la gestión anterior, la principal subvención estaba puesta en manos de las distribuidoras de gas y de las empresas que están en Vaca Muerta, extrayendo ese combustible con un subsidio dolarizado”, compara la analista de FARN.

Aún no hay presupuesto para el 2020 debido al cambio de gobierno. FARN hizo un relevamiento del proyecto de Ley de Presupuesto presentado por el macrismo pero debieron desecharlo: “Igual no creemos que esto vaya a modificarse mucho. De hecho, por las resoluciones que se han ido  publicando, las partidas presupuestarias hacia Cammesa, y las que se destinan a los fósiles, no sufrirían una reducción sustancial”, anticipa la especialista en referencia a la empresa de gestión privada con propósito público, creada por decreto en 1992.

Durante el lapso 2016-2018, el 86% de lo que invirtió Pan American Energy y el 83% de lo que invirtió Wintershall fueron cubiertos por los subsidios nacionales.

“Nuestra idea es remarcar que, en un contexto de crisis económica y de necesidades sociales insatisfechas, no sería una buena medida continuar subsidiando a las empresas que extraen gas y petróleo. Y en este caso, a las empresas que extraen gas en Vaca Muerta”, explica Di Paola. FARN computa el tema de subsidios utilizando la definición que tiene la Organización Mundial del Comercio, que refieren a todas las subvenciones que se destinan a la producción, extracción o distribución de fósiles.
FARN denuncia algunos “números que hacen ruido”. Publicaron en un estudio que un incremento del 1% en el tipo de cambio significa $6.600 millones adicionales en subsidios energéticos respecto de lo presupuestado. Según datos oficiales, los subsidios energéticos para 2020 suman $280.643 millones; FARN, sin embargo, identificó un total de $307.136 millones. Para 2020, el monto en subsidios energéticos duplica el de la Asignación Universal para la Protección Social. Los subsidios energéticos para 2020 superan en un 25% lo destinado a las universidades nacionales. El gas subsidiado para 2020 equivaldría al 4% del total de emisiones de gases de efecto invernadero de Argentina.

“La diferencias de números que tenemos con el Estado -principalmente- son dos cuestiones: una es el gasto que hay en las partidas presupuestarias destinadas a infraestructura vinculadas al gas y al petróleo. Y el otro tema, son  los gastos tributarios. Es decir, las exenciones tributarias que se le dan al sector y que el Estado no las venía considerando como subsidios. Allí es donde difiere nuestro cálculo con el del Estado, y es por eso que nos da un resultado mayor como parte del presupuesto nacional”, explica.

Señala además que se debe tener en cuenta el hecho de que FARN hace este cálculo “en base al presupuesto y no a la ejecución presupuestaria, sabiendo que la ejecución presupuestaria varía bastante de lo que es el presupuesto. De hecho, el año pasado hubo una diferencia de casi 600% en lo que son los subsidios a los fósiles en el plano de Vaca Muerta, dada la devaluación monetaria, ya que los subsidios son en dólares”.

“En 2019, el 88% de la producción de gas de Vaca Muerta fue subsidiada. Las empresas que recibieron subsidios fueron 13, se llevaron el 0,20% del presupuesto nacional, que equivale a 4 millones de Asignaciones Universales por Hijo (AUH), o 665 mil salarios mínimos, o 5 meses de recaudación de lo que es el monotributo”, compara. Y agrega que “respecto de los datos de 2020, este 5% del Presupuesto Nacional duplica lo que se había presupuestado a las AUH y representa un 50% más de lo que se destinan a las universidades nacionales”.  

“De este monto, el 17% se va a destinar puntualmente a Vaca Muerta, y se estima que la producción subsidiada  puede llegar a  incrementar en un 4% las emisiones de gases efecto invernadero de nuestro país”, señala Di Paola. Cabe destacar que en el presupuesto 2019, por cada peso que se destinaba a las energías renovables o limpias, 59 pesos iban para las energías etiquetadas como sucias.

Durante el lapso 2016-2018 “comparamos lo que son los subsidios que recibieron las empresas en Vaca Muerta y cuánto invirtieron ahí. El resultado fue que el 86% de lo que invirtió Pan American Energy y el 83% de lo que invirtió Wintershall fueron cubiertos por los subsidios nacionales. Es decir que -claramente- el Estado Nacional durante estos años estuvo subsidiando la compra de activos fijos por parte de estas empresas.