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La lucha por más tiempo

Germán Alemanni
11 de marzo de 2016

Un compañero de Tiempo Argentino nos cuenta cómo están viviendo la toma de la redacción y los tres meses sin cobrar el sueldo.

Treinta y cinco días, con sus noches, de permanencia pacífica en una redacción. Noventa y seis días desde la última percepción salarial. Tres sueldos y medio aguinaldo, al día de hoy, adeudados. Los trabajadores del Grupo 23, entre ellos los de Tiempo Argentino, Radio América, algunos zonales de El Argentino, Cielos Argentinos y Siete Días, vienen peleando contra aquellos que buscan vulnerar sus derechos y mancillar su dignidad. Los hacedores de Cítrica y sus lectores bien lo saben: también padecieron empresarios y claques periodísticos que desertaron, con la complicidad activa del Estado, de sus responsabilidades legales y éticas. Estos y aquellos son el elenco renovado de una misma obra: la creación de medios al servicio de negociados comerciales y políticos.

Pese a ufanarse de poder sobrevivir un año sin pauta oficial en caso de que el kirchnerismo dejara el poder en manos de Cambiemos, como finalmente, para su sorpresa y la sus compañeros de ruta electoral ocurrió, Sergio Szpolski dejó a la intemperie a unas 800 familias apenas un puñado de días después del cambio de gobierno. El desguace y vaciamiento del Grupo 23, del que fue --es-- cabeza visible, junto al heredero Matías Garfunkel, comenzó antes. Mucho antes.

Como si los más de 811 millones de pesos de pauta publicitaria que recibió sólo del Estado nacional --sin considerar la de otras administraciones y empresas gubernamentales y, claro, la privada- no le hubiese bastado para adquirir suficiencia financiera y poner en práctica un plan editorial a largo plazo, Szpolki empezó a desembarazarse de parte de su conglomerado varios meses antes del fatídico octubre de 2015. El cierre de revistas, la deriva a la que sometió a la imprenta Poligráfica y hasta la escasez de insumos de trabajo básicos --como impresoras, como viáticos, como papel higiénico, como agua- fueron el prolegómeno de una decisión societaria que hizo implosión hacia mediados de diciembre pasado, al mismo tiempo que Mauricio Macri daba sus primeros pasos en la Casa Rosada.

El del Grupo 23 es tal vez el caso más dramático del desmoronamiento --hay quienes, más diplomáticos, hablan de “reconfiguración”- del mapa de medios de comunicación que se constituyó a partir y durante el ciclo kirchnerista. Nacidos y/o ampliados para ser punta de lanza de una comunicación contrahegemónica a la del Grupo Clarín, recibieron cientos de millones de un Estado que poco hizo por velar por la protección de sus trabajadores.

Como aclara, siempre, a la par del drama creció la solidaridad efectiva --no tan sólo declamada- de representantes de la política, las organizaciones barriales y/o sociales, las empresas recuperadas, las asociaciones sindicales y estudiantiles. Brazos que fueron abrazos, que fueron refugio. Así, a la par de la lucha callejera en pos de los
Repro para paliar la crisis en la economía doméstica de 800 familias, surgieron nuevas acciones, como las del histórico festival --para un gremio de prensa al menos- que congregó unas 20 mil personas en el Parque Centenario, para pararse contra el intento de quitar la palabra a los trabajadores de prensa, para sustraerles su sustento e identidad.

El boletín Por más tiempo da cuenta del día a día de la lucha por el salario y los puestos de trabajo. La publicación de una edición de Tiempo Argentino, de la pelea contra el lockout patronal que sacó de los quioscos a un diario que lleva seis años poblándolos. Son los primeros pasos de un camino que, pese a los días de bajón, se presenta prometedor. A por ello. 


*German Alemanni- Trabajador de Tiempo Argentino