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En Misiones, el periodismo también está precarizado

por Revista Cítrica
23 de mayo de 2024

La provincia arde en lucha. Al reclamo de trabajadores de salud, educación y fuerzas de seguridad, anoche se sumó el sector universitario. El pueblo sale a las calles para decir que no se aguanta más. Mientras los medios locales ocultan esta realidad, trabajadores de prensa denuncian la precarización laboral que padecen.

En la tierra colorada, lxs periodistas y comunicadores, muchos que durante las campañas electorales son sobreexplotados para que ganen los que ganan desde hace dos décadas, pagan para trabajar.

Los derechos laborales, en los medios de comunicación de Misiones, no existen. Los viáticos son escasos e insuficientes -se ofrecen como herramienta de manipulación-. Los francos y los feriados no cuentan en las redacciones. La ley bases y la flexibilización laboral que busca aprobar Javier Milei en el Congreso, parece haber tomado a Misiones como el ejemplo a seguir.

Para algunos trabajadores de Multimedios SAPEM u otros medios privados, resulta humillante y hasta vergonzoso decir cuánto ganan. Sobre todo porque el oficialista Canal 12 y los que reciben sumas millonarias de pauta oficial son los medios de comunicación que contratan de las formas más irregulares y precarizadas a trabajadores con sueldos de entre 160 y 200 mil pesos. 

Camarógrafos de móviles, editores, fotógrafos y asistentes del diario Noticias de la Calle ganan 160 mil pesos. Un salario de hambre. En el canal oficial la situación no es mejor, y hasta puede ser peor. Las condiciones de contratación son múltiples, en la gran mayoría de un nivel de precarización que mantiene en silencio y desorganizados a los trabajadores, y solo algunos logran acuerdos particulares para sobrevivir.   

Están quienes tienen contrato con la Policía y son adscriptos al Canal 12. En la lógica propia del multimedio y avalado por el Ejecutivo provincial, esto significa que la policía de Misiones paga ese salario. Por dar solo uno de tantos ejemplos, esto lleva a que actualmente un policía que cubre policiales y judiciales, cobre muy por encima del salario de un periodista monotributista o contratado por la empresa Marandú Comunicaciones, que cumple funciones en Canal12.

Esos que ganan desde hace 20 años las elecciones provinciales y actualmente gobiernan mantienen un séquito de trabajadores muy bien amansados. A costa de maltrato, denigración, persecución, hostigamiento y censura. El miedo a perder el trabajo es tal que un salario de 180 mil pesos no está tan mal. Están también quienes supieron acomodarse de bufones y buchones. De esta manera, una cúpula de 3 personas malversa la caja del canal provincial a costa de empujar a sus trabajadores a la pobreza.

Ningún trabajador de medios de comunicación en la tierra colorada alcanza un salario que cubra la canasta básica, que en abril fue de 828 mil pesos. Hablo de los trabajadores que tiran cables y operan transmisiones, de los que posponen su vida por desgrabar un audio del gobernador, de los que fuera de horario buscan la primicia o le dan una vuelta al contenido para que una noticia se publique. Hablo de los trabajadores que sabemos que en Misiones no todo es color de rosa, como lo intenta imponer el canal oficial. Allí la censura reina, no podemos decir la verdad ni siquiera en nuestros ámbitos más personales o cercanos. A más de uno le pasó, que su jefe de forma simpática y cínica a la vez le sugiriera que borre determinado contenido de sus redes sociales personales. Hoy con solo imaginar ese apriete, da escalofríos.

Ser periodista, comunicador o trabajador de prensa en Misiones es una película de miedo. Miedo, porque no sabés cuándo te podés quedar sin trabajo. Por lo general quienes están contratados, lo están por seis meses. El mismo día en que te hacen firmar el contrato, te imponen refrendar tu renuncia sin fecha. Se preguntarán si existe prueba de esto. Lamento decirles que la secretaria que oficia el “trámite” no permite tomar fotografías.           

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Los obreros de la comunicación cubren con ojos vidriados de esperanza lo que algunos ya llaman el Misionerazo:

La provincia vive una de las crisis más agudas de los últimos 20 años. El descontento social, consecuencia de una larga asfixia económica a todos los trabajadores de la administración pública y a una gran parte del sector privado, ganó la calle en la última semana.  

Movilizaciones, acampes, cortes de ruta y acciones de protesta de docentes, personal de salud y fuerzas provinciales de seguridad son noticia en la primera plana de los medios nacionales. Al estallido se sumaron empleados de ecología provincial, municipales, guardaparques, taxistas, judiciales y de energía, entre otros. En la tarde del miércoles 22 de mayo, estudiantes y trabajadores de la universidad llevaron la marcha de las antorchas hasta la Avenida Uruguay y Trincheras, donde se sitúa desde hace casi diez días el picante escenario de crisis que vive Misiones. Sumaron así la voz y el reclamo universitario a la larga lista de peticiones y urgencias que el Gobierno del Frente Renovador de la Concordia Social aún no respondió. Al panorama incierto que viven los misioneros, se suma la marcada ausencia del ministro de Hacienda, Adolfo Zafrán, quien debería dar explicaciones acerca del destino de la plata de los misioneros.

El blindaje mediático provincial es perverso. Esconde y silencia la realidad que vive la tierra colorada, más aún en este contexto en el que se levantan, a nivel nacional e internacional, voces misioneras que cuestionan el relato oficial del Frente Renovador.

El incondicional aparato de comunicación con el que cuenta el gobierno provincial, que spamea en radios, portales, canales y prensa gráfica relatos que llegan al absurdo de tan alejados de la realidad, se sostiene con el trabajo de miles de periodistas y comunicadores, históricamente condenados a la pobreza y malestar en su salud por la persecución, los aprietes y la precarización que sufren.  

El trabajo periodístico en Misiones, la tierra sin mal, roza la esclavitud. ¿Por qué los trabajadores del sector aceptamos estas condiciones de trabajo? ¿Por qué no mandamos todo a la mierda y renunciamos? como nos han sugerido tantas veces, incluso los mismos jefes cuando se vieron cuestionados.

Porque el panorama es desolador y todavía más asfixiante. No hay trabajo, o los pocos puestos laborales en los medios ofrecen condiciones aún peores a las que ya vivimos actualmente. Entonces, la nula oportunidad de cambio laboral hace que prácticamente paguemos para ir a trabajar, mientras los empresarios oficialistas continúan abultando sus arcas, a costa del hambre de todo un pueblo trabajador.

*Carta abierta de una trabajadora de prensa de Misiones.