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El país que nos quieren vender

por Maxi Goldschmidt
23 de febrero de 2017

De un encuentro nacional de cooperativas, en el que se denunció que “este gobierno nos viene haciendo pedazos”, a la visita de Macri a España, donde el rey aplaude “los esfuerzos” y lo felicita por “el proceso de transformación”.

Una síntesis del país, una foto de este presente. Eso y mucho más ocurrió en Ezeiza durante tres días, en los que cooperativistas de diferentes provincias se reunieron para definir una estrategia en común en medio de este contexto desfavorable, frente a un gobierno que "no ha tomado ni una sola medida para que los trabajadores y las trabajadoras podamos vivir un poco mejor”.

Pero esta noticia, ni la crónica de los testimonios en primera persona de mujeres y hombres que, desde Tierra del Fuego a Jujuy, están sufriendo la persecución y la asfixia del Estado, no aparecerá en Clarín, TN ni en todos sus otros tentáculos mediáticos.

La noticia es otra. No llega desde el Centro Recreativo de Ezeiza, donde tuvo lugar el plenario cooperativo. Sino que pasa de largo, y -un poco más allá- en el aeropuerto, se toma un avión hacia Madrid. Allí, Macri es recibido con todos los honores. El Rey lo felicita por los “esfuerzos” y por el “proceso de transformación”. Esa es la noticia.

La apertura de las importaciones, como medida económica y política de la gestión de Cambiemos, marca un camino sin retroceso en Tierra del Fuego, donde se encuentran las mayores ensambladoras de electrónica del país. Muchas de esas fábricas empezaron a reducir la producción o cerrar sus puertas.“A causa de las políticas que se están implementando, sufrimos la pérdida de las fuentes laborales. Yo represento a una cooperativa de servicios de transporte. En mi provincia hay mucha gente desocupada y nuestro trabajo disminuyó en un 60%. Nadie toma un taxi ni hace un flete en tiempos de crisis. Tenemos compañeros que han buscado otros horizontes, tuvieron que alejarse para buscar mejores ingresos. Son demasiados los que están quedándose en la calle”, relata Miguel Cardozo, de la cooperativa Taxicoop, de Tolhuin, una ciudad que se encuentra a 110 km de Ushuaia.

¿Por qué sería noticia la realidad que describe Miguel del sur de nuestro país? Noticia son las palabras del presidente de la Nación, en pleno Congreso español, expresando que “hemos logrado en 14 meses superar la crisis y poner las bases para volver a crecer. Ahora, con las reglas de juego claras, espero que las empresas españolas profundicen su participación en Argentina. Además, ahora tenemos una estabilidad que garantiza el progreso en el futuro".

Y mientras seguimos indigestándonos con la crónica de Clarín acerca del menú real para agasajar a Macri (sopa de champiñones, puerros y huevos de codorniz, lomo de bacalao al horno, con tomate, papá canaria, pimiento rojo y sésamo, y mousse de chocolate) y por la “preocupación” y los “nervios” de los miembros de la delegación argentina para conseguir un frac acorde a la ceremonia, volvemos a las palabras de una compañera valiente y sin pelos en la lengua, María Fernanda Marza:

Tenemos que aprender a ser creativos, buscar nuestras propias herramientas y ser totalmente autogestionados. Hay que usar la herramienta de la comunicación para amigarnos con las tecnologías. Es fundamental visibilizar nuestra construcción colectiva.

Ella, presidenta de la Cooperativa Diseños de mi Pueblo, de Salta, lleva con orgullo una historia de lucha y dignidad junto a otras mujeres que un día se levantaron y dijeron basta a los abusos y atropellos de los hombres. A los hombres que vivían con ellas, y a los que mandaba el Gobierno y la Policía.

“Hay que recuperar el entusiasmo y seguir trabajando en la lucha para que nuestros derechos no sean avasallados por este Gobierno al que no le importa para nada el cooperativismo, y mucho menos las trabajadoras”, nos aconseja Elsa Vega, presidenta de la cooperativa Creciendo Juntas, de La Rioja. Otra mujer que, con sus compañeras, recuperó la textil en la que trabajaba para un patrón. 

Historias como estas sobran dentro del cooperativismo. Historias que transforman la mierda en laburo y dignidad. Y esas historias, muchas en estos tres dias en el plenario organizado por la CNCT, no las va a contar ni Clarín ni La Nación. Las tenemos que contar nosotros. Las tenemos que hacer carne y bandera. Las tenemos que hacer política y comunicación; una política y una comunicación que no sea del sector, sino que sea del país. Para que más temprano que tarde -y mientras los tipos que gobiernan sigan por el mundo preocupados por alquilar trajes o vender la Patria- construyamos una alternativa política, económica y social. Una construcción que no dependa del Estado, sino de nuestra propia experiencia, fortaleza y organización.