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Cuando la realidad supera a la ficción

por Laura Litvinoff
Fotos: Vicky Cuomo
19 de abril de 2020

El cine y el teatro independiente ensayan estrategias de subsistencia para que los puestos de trabajo y los espacios de creación no se vean forzados a un final anunciado. 

Así como la gran mayoría de los sectores de la economía se ven afectados por la interrupción casi total de todas las actividades en medio de la pandemia Covid-19, el teatro independiente y la industria cinematográfica no se encuentran ajenos.

Todas las personas que trabajan en esas actividades, la mayoría monotributistas o trabajadorxs informales, a los cuatro años de políticas neoliberales de ajustes sistemáticos al sector ahora deben sumarle la incertidumbre que domina al mundo entero a partir de la llegada del coronavirus. 

¿Cómo están afrontando este momento las personas que integran esos espacios? ¿Qué reflexiones les genera? ¿Cuáles son las estrategias que se están armando frente a las necesidades que surgen de este contexto? 

“La situación es desoladora y hay una total falta de perspectiva de cuándo podremos volver a nuestro trabajo, que es una actividad grupal y de contacto”, Vanessa Ragone.

 

Luz, cámara y… apagón 

La industria cinematográfica y el teatro han sido dos de las primeras actividades que debieron interrumpirse por la pandemia y, más que seguro, serán también de las últimas en poder volver, porque desde el aislamiento social obligatorio se ha cancelado toda actividad que implique cualquier tipo de contacto social entre las personas, algo que resulta inevitable para que ambas actividades puedan realizarse.

A raíz de esta medida, sin duda necesaria en pos de cuidar la salud y el bienestar de la gente, miles de puestos de trabajos, tanto del cine como del teatro, se están viendo completamente afectados.

“La situación es desoladora, hay muchísimas películas que quedaron paradas en medio de sus rodajes, estrenos imposibles de realizarse, necesidad de sostener gastos fijos importantes sin tener ningún tipo de ingreso, falta total de una perspectiva de cuándo podremos volver a nuestro trabajo, que es básicamente una actividad grupal y de contacto.”

Quien se alarma es Vanessa Ragone, productora y directora de cine. 

Y agrega: “En una actividad como la nuestra, que es temporal y en la que nunca se sabe cuando vendrá el próximo proyecto, ya hay miles de técnicas y técnicos, actrices y actores, equipos de producción, guionistas, directoras y directores, desempleados y sin perspectiva de trabajos a corto plazo, ni recursos para sostenerse por un tiempo que puede llegar a ser muy extenso.” 

La actriz y cineasta Belén Blanco también tiene una sensación parecida al respecto: “Es difícil hablar solo del evidente caos que genera que todo se detenga. No hay para nosotros, las actrices y los actores, proyectos a corto ni a mediano plazo, todo está en pausa, y eso evidentemente nos causa muchos problemas en una situación que ya de por sí es de plena incertidumbre”.

Según cifras del SICA (Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina), a partir de la pandemia se detuvieron 30 rodajes entre documentales, ficción y publicidad. Y también dejaron de rodarse todas las series de empresas de TV y de Netflix que se venían filmando ya sea tanto en el país o bien con equipos argentinos.

Tomando en cuenta estas cifras y calculando que una película mediana tiene un equipo promedio de entre 30 y 40 técnicos, 4 o 5 actores principales y 100 o 200 extras (más catering para toda esa gente, transporte para equipos y demás) serían, como mínimo, más de 9 mil puestos de trabajo interrumpidos contando solamente al sector audiovisual. 

Por el lado del teatro independiente, y por las particularidades de este tipo de actividad (no es una industria, está formada por cooperativas de trabajo, la mayoría de las personas que trabajan en ella lo hacen ad-honorem o cobran un sueldo mínimo por el valor de las entradas, etcétera), es posible decir que cualquier vaivén económico del país puede llegar a perjudicarle mucho más que a cualquier otro sector. 

Según el empresario teatral Carlos Rottemberg, durante los últimos años del macrismo las funciones de teatro se redujeron hasta un 30%. Como consecuencia de esto, y analizando exclusivamente al teatro independiente, también habría que sumarle el hecho de que durante ese tiempo muchas de sus salas se vieron obligadas a cerrar ante la imposibilidad de pagar los costos cada vez más elevados de los alquileres y de los servicios públicos.

Según datos de Artei (Asociación Argentina del Teatro Independiente), hoy existen 102 salas que pudieron sobrevivir a esas épocas aciagas. Y a eso habría que sumarle las 30 salas que figuran en “Escena” (otra de las asociaciones de teatro independiente) más, aproximadamente, otros 30 espacios que también funcionan y que no forman parte de ninguna de esas organizaciones.   

Por otro lado, ninguna de esas salas puede mantenerse solamente por el ingreso recibido de las funciones que realiza, por lo que, en la mayoría de ellas,  además de obras de teatro también suelen desarrollarse otras actividades como seminarios, clases o talleres de formación artística. 

El maestro y director de teatro Ricardo Bartís habla sobre el presente: “Al sector alternativo del teatro, del cual yo formo parte, esta situación le complica muy particularmente, porque se han suspendido todas las actividades, y nosotros dependemos exclusivamente de dar clases y de los grupos de formación para sostener una parte importante de nuestro espacio. La parte sustantiva de nuestra economía deriva de eso, y esto es así desde el origen de nuestro teatro, es decir desde hace más de 30 años”.

 "El neoliberalismo es un sistema atroz, anti-humano, que coloca al planeta al borde de la extinción", Ricardo Bartís. 

 

Poniéndole el cuerpo a la pandemia

"Lo monstruoso de esta pandemia es que pone en escena algo que el teatro ya viene planteando desde tiempos inmemoriales: la humanidad pone en peligro su propia existencia, el sistema capitalista en sus formas actuales, el neoliberalismo, es un sistema atroz, anti-humano, que coloca al planeta al borde de la extinción", continúa reflexionando Bartís. 

Para Vanessa Ragone, "hace tres meses atrás esta situación era inimaginable. O era una película de Steven Soderbergh sobre algo remoto y distópico. Hoy la distopía llegó a Belgrano y Entre Ríos, la esquina en la que vivo, donde la cola con barbijos para ir a la verdulería da vuelta la manzana. Y yo soy parte de las personas privilegiadas que tenemos un techo, un barbijo y posibilidad de comprar verduras”. 

El director de teatro y la productora de cine reflexionan sobre la pandemia y se preocupan, como el resto de la sociedad, por la falta de un horizonte claro que defina cuándo podría llegar a terminarse todo esto. Entonces, ¿cuál podría ser la mejor forma de hacerle frente a este contexto?

Belén Blanco: “Los actores y las actrices tenemos una capacidad de inventar algo todo el tiempo, porque la realidad es que somos improvisadores: conocemos mucho esta sensación de incertidumbre porque, por el tipo de trabajo que hacemos y el país donde vivimos, nunca sabemos exactamente qué nos va a pasar dentro de un rato, cómo vamos a hacer para comer, o qué vaivenes económicos va a tener nuestro año. En ese sentido creo que, quienes nos dedicamos a esto, corremos con cierta ‘ventaja’ en relación a otras profesiones”.

En relación a esto, desde el comienzo de la cuarentena obligatoria la propuesta de muchxs artistas ha sido la utilización de la tecnología para poder continuar mostrando sus trabajos, ofreciéndole también a la sociedad una amplia variedad de actividades culturales, como obras de teatro y películas online, cursos artísticos virtuales, transmisiones y charlas en vivo por Instagram, entre otras. Sin duda todas alternativas ingeniosas y creativas que, además, ayudan a pasar el encierro de la mejor manera posible. 

Otra de las acciones importantes, que muchos canales de televisión y páginas web ya están realizando, es la liberación de contenidos culturales nacionales. Este tipo de iniciativas no solamente colaboran con la difusión de las valiosas producciones que existen en el país, sino que también brindan la posibilidad de que los actores y las actrices que han formado parte de ellas puedan cobrar un porcentaje correspondiente por el derecho de exhibición de imagen. 

Sin embargo, si bien todas estas propuestas pueden representar algún tipo de alivio económico, a la hora de tener que juntar el dinero necesario para poder vivir hoy, ninguna de estas terminan siendo cien por ciento redituables. 

"Todo lo que está pasando nos tiene que hacer redefinir y repensar para dónde vamos y qué queremos como sociedad”, Belén Blanco.

En su rol de presidenta de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica, Ragone se encuentra en la búsqueda de fondos legítimos que ayuden a aumentar el Fondo Nacional de Fomento Cinematográfico que administra el INCAA: “La Ley de Cine marca que los OTT (en inglés “Servicios de Libre Transmisión”, como Netflix, Amazon, entre otras plataformas) deben derivarle la mitad del IVA que tributan al Fondo de Fomento, pero eso aún no ha sido reglamentado”. 

Ragone agrega: “Si el Fondo de Fomento tiene chance de aumentar, seguramente podrá pagar subsidios que adeuda y eventualmente implementar concursos u otras actividades que le permitan a los trabajadores de la actividad pasar este momento en una suerte de ‘hibernación’, pero subsistiendo hasta que la actividad se pueda ir retomando”.

En relación al teatro, Bartís aporta: “Todas las personas que nos dedicamos al circuito alternativo del teatro no podemos vivir solamente de las obras que hacemos, y mucho menos ahora, que nos vimos obligados a cancelar todos los espacios de formaciones artísticas. Por eso hoy dependemos estrictamente de las presentaciones a los organismos oficiales para obtener alguna ayuda, sobre todo para poder solventar aunque sea de manera parcial, lo que son los sueldos que reciben las personas que dan clases, además de permitirnos también pagar los servicios esenciales como la luz y el gas”.

“Esta pandemia es como un gran río que nos divide, y me pregunto si como sociedad vamos a permitir, por ejemplo, que la Salud o la Cultura sean una Secretaría, como lo fue hasta el año pasado... me gustaría que por lo menos todo esto que está pasando nos haga redefinir y repensar para dónde vamos y qué queremos como sociedad”, concluye Belén Blanco.

Por todas esas cuestiones que remarcan lxs artistas, parecería ser que ahora más que nunca resulta sumamente importante la intervención del Estado, tanto nacional como del Gobierno de la Ciudad, mediante la implementación de políticas públicas que sean útiles para que estos sectores, tan necesarios y queridos por toda la sociedad, puedan afrontar esta pandemia de la manera más justa y digna posible.

Uno de los organismos que ya lanzó un programa de emergencia es el Instituto Nacional del Teatro: el Plan Podestá representa una ayuda extra para este momento, además del subsidio que todos los años otorga el INT tanto a las salas de teatro como a sus obras. Las bases del mismo se pueden consultar en www.inteatro.gob.ar.

Por su parte, Proteatro (el programa del Gobierno de la Ciudad que protege el desarrollo de la actividad teatral no oficial de Buenos Aires) si bien aún no dispuso de ninguna ayuda al sector, por estos días anunció la creación de un subsidio extra que pronto estaría siendo publicado en su página web (buenosaires.gob.ar/proteatro). 

También, desde el INCAA anunciaron que en los próximos días se lanzarán entre tres y cinco concursos de caracter federal que ayudarán a reactivar la industria cinematográfica y que incluirán, tanto en ficción como documental, series, películas y formatos web.