Compartir

Carnívoros o no, ¿ese es el dilema?

por Saverio Lanza
13 de agosto de 2019

Después del encarnizado ataque mediático a los activistas veganos que irrumpieron en la Feria de la Sociedad Rural en Palermo, y en medio de crisis alimentarias a nivel planetario, la ONU instó a reducir la dieta basada en consumo de carne para luchar contra la contaminación medioambiental. ¿De qué se trata este "difícil arte de alimentarse sana y equilibradamente"?.

Es abrumador. Tanto, que instiga al sentido común y al espíritu crítico a escupir que 'todo es patético'. Sin embargo, buscando, desempolvando, deconstruyendo, existen cosas que no lo son.

Los medios de incomunicación, -o como los rebautizara el gran Eduardo Galeano, Miedos de Comunicación- están acostumbrados a una manera -por lo menos- bochornosa de tratar algunos temas. 

Analizan y pseudo analizan temas como el del veganismo, de una manera absolutamente inapropiada, sin ir al fondo de la cuestión misma de la alimentación; acciones típicas de la bajeza informativa a la que la sociedad se encuentra sometida.

Entre las miles de informaciones importantes que estas empresas -que venden productos noticiosos cual envasados al vacío en góndolas de supermercado- soslayaron en forma brutal, fue la que señaló que la ONU instó a reducir la dieta basada en consumo de carne para luchar contra la contaminación medioambiental mundial.

Los medios de incomunicación están acostumbrados a una manera bochornosa de tratar algunos temas.

Según la Organización de Naciones Unidas, además urge frenar el desperdicio de alimentos, que representa el 8% de los gases de efecto invernadero producidos por el hombre.

Los datos surgieron tras un nuevo informe del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) donde se reclama un cambio global en la dieta, dirigida hacia un menor consumo en cantidades de carne, y -a la vez- un alto contenido en cereales, legumbres, frutas, verduras, frutos secos y hortalizas.

Afirman que se podrían liberar varios millones de kilómetros cuadrados de tierra para 2050 y -potencialmente- reducir entre 0,7 y 8 gigatoneladas al año de dióxido de carbono equivalente. La crianza de ganado requiere grandes cantidades de agua tierra y provoca emisiones.

Según destaca el IPCC, la agricultura, la silvicultura y otros usos humanos de la tierra representan actualmente el 23% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el hombre.

La ONU instó a reducir la dieta basada en consumo de carne para luchar contra la contaminación medioambiental mundial.

En este sentido, proponen retomar las prácticas tradicionales de los pueblos originarios, al decir que "su experiencia puede contribuir a los desafíos que presentan el cambio climático, la seguridad alimentaria, la conservación de la biodiversidad y el combate de la desertización". Este sistema es similar al que lleva a cabo desde hace años la Unión de trabajadores de la Tierra -UTT-, por ejemplo.

Por otra parte, para que se cumpla la firma del Acuerdo de París de 2016 será clave que los gobiernos dicten políticas con el fin de cambiar el uso forestal y agrícola del suelo. 

Cabe destacar que los bosques absorben cerca de un tercio de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), principales causantes del efecto invernadero. De acuerdo con el informe, se derrocha entre un 25 y un 30 por ciento de la comida que se produce en el Planeta.

Para que se cumpla la firma del Acuerdo de París de 2016 será clave que los gobiernos dicten políticas con el fin de cambiar el uso forestal y agrícola del suelo. 

Sin embargo, al igual que las empresas hegemónicas de comunicación masiva, el informe de la ONU -medianamente bien intencionado- también arroja informaciones sesgadas, o desinformaciones.

Revista Cítrica consultó nutricionistas destacadas y especialistas en la materia como para deconstruir el mensaje oficial y comenzar a entender con mayor claridad de qué se trata este "difícil arte de alimentarse sana y equilibradamente".

 

CARNÍVOROS O NO CARNÍVOROS, ¿ESE ES EL DILEMA?

Para la visión experimentada de Miryam Gorban, Licenciada en Nutrición, Coordinadora de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria, de la UBA, "el problema que surgió del informe de la ONU no es por el consumo personal ni por la dieta. Desde 1996 denunciamos que el alimento pasó de ser un bien a ser una mercancía". 

"En este proceso del 'alimento-mercancía', hoy se disputa a ese alimento con los animales y con los automóviles. Es decir que ese alimento, que antes era solamente para nosotros, hoy se utiliza para alimentar al ganado y para producir energía. Esa disputa se está dando todos los días en el territorio. Alimentar animales o conformar combustibles exige extender la frontera agropecuaria y liquidar los bosques. Esto produce un círculo vicioso, porque se altera al clima", destaca. 

"El desastre climático que nosotros tenemos en este momento es producto del modelo productivo que genera alimentos para dar energía o alimentar animales. Esta es la disputa hegemónica que se está llevando a cabo. Este es el problema. El tema fundamental es que el desastre de los bosques alteró las cosas, por un lado, y el  exceso de consumo de la energía fósil cambió a la naturaleza de tal modo que se producen estas catástrofes climáticas", señala Gorban. 

No podemos prescindir de los alimentos de origen animal porque ellos nos proveen de las proteínas más completas

Sobre el tema específico de consumir carne o no, "nosotros podemos buscar una dieta más equilibrada. Estoy de acuerdo con una dieta más armónica en calidad, cantidad y demás. Pero no podemos prescindir de los alimentos de origen animal porque ellos nos proveen de las proteínas más completas. Nos dan las vitaminas y el hierro necesario para nuestra sangre y el desarrollo de nuestro cerebro. No podemos prescindir de eso. La prueba está en que los veganos tienen un montón de carencias nutricionales y hacen que seamos -en general, unos por exceso, y otros por carencias- 'los mal comidos', como dice Soledad Barruti". 

"Nosotros tenemos que apuntar a una dieta más armónica, pero no a privarnos de la carne. Tendría que ser un cambio cultural y de conciencia que signifique que la dieta sea suficiente, que tenga todos los nutrientes necesarios para una vida plena. Que tenga calidad, y que sea armónica, es decir, no consumir la cantidad de carne que se me cante, sino la suficiente para absorber las proteínas, el hierro, las vitaminas, etcétera. Y que sea adecuada: no es lo mismo la alimentación que tiene que tener un oficinista que alguien que trabaja en el campo; de la misma manera que no va a ser la misma la alimentación de un futbolista que aquel que da clases en un aula. Tiene que responder a todos esos patrones. Y tiene que tener un equilibrio armónico. Nosotros estamos planteando ese tipo de alimentación. Nuestro organismo es complejo, los nutrientes son complejos, y necesitamos proteínas, calcio, hierro, fósforo, vitaminas. Por eso digo que debemos cumplir con las leyes de alimentación que son: cantidad, calidad, armonía y adecuación", concluye la especialista.

 

EL VEGETA-VEGANISMO Y LA CONTRACULTURA

Rocío Hernández es licenciada en nutrición, especializada en vegano vegetarianismo. En este contexto remarca que "los licenciados en nutrición estudiamos en una determinada universidad, que está financiada por un determinado formato a cumplir. Es decir que estudiamos para 'recomendar' la producción de un determinado país. Por ende, las recomendaciones oficiales están dadas y enmarcadas en base a eso. Para poder 'no recomendar' esas 'recomendaciones oficiales' tenemos que especializarnos, si es que queremos seguir otro tipo de corriente".

"Yo soy licenciada en nutrición y me especializo en nutrición vegana vegetariana. Y no solamente de manera profesional, sino también de forma personal. Es lo que soy. Tuve que hacer un recorrido individual al respecto, porque -claramente- la universidad no me pudo abastecer de esa información", explica.

Es posible llevar una dieta sostenible, sustentable, sin dañar al planeta, al medio ambiente, y a los animales. Tenemos mucha evidencia y ciencia al respecto.

Afirma además que "en la actualidad contamos con muchísima información para poder empezar a pasar del concepto de 'dieta saludable' -que únicamente refiere a un plano individual- y empezar a pasar a lo que son 'las dietas sostenibles y sustentables', que refieren al plano colectivo poblacional. Esto nos ayuda a pensar el informe de la ONU que declara que tenemos que consumir menos carne, necesariamente, porque estamos explotando nuestros principales recursos naturales. Pero no es sólo eso: también estamos dañando a otros seres que no nos pertenecen". 

"Es posible llevar una dieta sostenible, sustentable, sin dañar al planeta, al medio ambiente, y a los animales. Tenemos mucha evidencia y ciencia al respecto. Las dietas basadas en plantas son aptas para todo el ciclo vital. Existe una interesante conciencia colectiva acerca de lo que es el impacto medioambiental que provoca la producción de carne. Hay un determinado formato político y económico que sostiene eso y que hace que necesitemos consumir carne, cuando en realidad no es así", detalla Rocío.

Explica que "si lo que interesa es disminuir el impacto, o ayudar al medio ambiente, y la vida de otros seres que en realidad no nos pertenecen, y también nos interesa nuestra salud, lo principal que tenemos que hacer es mirar hacia una alimentación basada en plantas y dejar a los animales en paz". 

En este sentido, concluyó que "tanto el veganismo como el vegetarianismo demuestran que una alimentación sin productos de origen animal es posible, viable, sustentable y sostenible".

UNA COMPRESIÓN SOCIAL Y GLOBAL

Por su parte, la Nutridocente María Belén Amicone, señala que, más allá de una posible visión academicista y genérica, "el tema de la carne es algo que me está interpelando en estos tiempos, y así fue que me formulé la pregunta sobre si debería o no hacerme vegetariana". 

En este contexto añade que "cabe repensar la relación del humano con la carne. Resulta necesario pensar a la carne en todas sus dimensiones, con respecto al placer, al pecado, lo que nos hizo humanos, pero a la vez lo que nos hace todo lo malo referente también al ser humano". 

"Entiendo que es fundamental revalorizar los sabores de los pueblos originarios, porque el hecho de que esos alimentos sigan existiendo es la prueba que tenemos frente a nuestros ojos de que tienen el conocimiento para poder seguir generando vida, a pesar de que estamos inmersos en un sistema que nos lleva -por todos lados- hacia la muerte", explica. 

Es fundamental revalorizar los sabores de los pueblos originarios, porque el hecho de que esos alimentos sigan existiendo es la prueba de que tienen el conocimiento para poder seguir generando vida.

Con respecto al tema de la carne y al veganismo y vegetarianismo, "entiendo que se convierten en preceptos que llevan a una suerte de fundamentalismo. Y ya uno no piensa por qué lo hace, sino que simplemente lo está haciendo. Divide, y provoca que además quien no lo hace, está por fuera, y es distinto de uno, ya sea carnívoro, vegano, vegetariano, o cualquier otra opción. Creo que el problema no es ni el consumo o no de la carne, sino la manera en que la producimos, consumimos y desperdiciamos". 

"Entiendo que podemos sobrevivir sin comer carne a nivel orgánico, pero no creo que el problema sea el consumo. También existe una situación cultural que interviene, porque de muchos modos la carne hermana, genera una unión, una cena. Creo que si uno tiene la capacidad de dar las gracias por esa comida, y que si hubo un animal que dejó de vivir para que vos estés comiéndolo, haciéndote cargo de eso, no debería haber ningún problema. El problema es cuando eso queda sepultado, tapado. Es muy difícil que a la larga no salga, no emerja de alguna manera. Y que cuanto menos interés le prestemos a eso, más se va a hacer sentir la Madre Tierra", detalla la especialista. 

Podríamos pensar en aumentar nuestro consumo de legumbres. Para esto es necesario y fundamental el hecho de que debemos ponernos a cocinar.

Reflexiona además que "al mismo tiempo me provoca pensar que sin el pecado de la carne tampoco podría existir la vida. En una canción de Violeta Parra dice que 'cuando se muere la carne, el alma se queda oscura', y entiendo que el alma se llena de colores cuando puede conocer los placeres y los dolores. Eso me lleva a pensar que el problema no es la carne en sí sino la forma en que nos estamos relacionando con ella, y también con el Planeta". 

Concluyó que "por otra parte tampoco deja de ser verdad que las legumbres son fabulosas, y que podríamos comer menos carne y ser más responsables en ese sentido. Podríamos pensar en aumentar nuestro consumo de legumbres y eso sería genial desde un montón de puntos de vista. Para esto es necesario y fundamental el hecho de que debemos ponernos a cocinar, y aprender sobre aquello que estamos cocinando. Eso es algo que fuimos perdiendo, pero que estamos a tiempo de recuperar. Tenemos que empezar a desarrollar eso porque es lo que nos va a permitir mantenernos con vida como especie. Ese saber es ancestral y lo estamos perdiendo. Se recupera tan simplemente como 'poniéndose a cocinar', volviéndonos a relacionar, a ver de dónde sale la comida, cómo se transforma. Nos permite desarrollar sabores o recuperar otros que también nos van a proveer placeres".