"Milei y Macri criminalizan a la gente en calle"
Florencia Fuertes coordina el Centro de Acompañamiento en consumos de la Villa 31. Desde esa experiencia, advierte cómo el neoliberalismo expulsa a miles hacia la intemperie y cómo la crisis económica golpea en la salud mental y las posibilidades de futuro. Mientras los datos del 3er Censo Popular revelan casi 12 mil personas viviendo en las veredas porteñas, Fuertes pone el foco en la deshumanización de las políticas oficiales y en el rol vital de los espacios comunitarios.
Florencia Fuertes es coordinadora del Centro de Acompañamiento en Adicciones y Consumos (CAAC) en la Villa 31, militante de Barrios de Pie. Desde allí acompaña a personas en situación de calle y a jóvenes que atraviesan consumos problemáticos. Frente al aumento sostenido de esta población en la Ciudad de Buenos Aires, su análisis conecta las políticas económicas con la vida cotidiana de quienes sobreviven sin un techo propio.
“El aumento de personas en situaciones de calle considero que se debe al avance de un modelo económico y político a nivel nacional como mundial que entiende a ‘las personas como seres descartables’. Me refiero al neoliberalismo. Terminas en la calle, si no funcionas para un sistema económico y social donde tenés que poner tu fuerza productiva mental y física (hasta enfermar) a disposición de los servicios de empleadores que hoy en día tienen cada vez más libertad de oprimir derechos laborales y humanos”, sostiene Fuertes.
Los resultados preliminares del 3er Censo Popular de Personas en Situación de Calle- realizado en junio por organizaciones sociales y voluntarios en CABA- confirmaron esa alerta. El relevamiento arrojó 11.892 personas viviendo en la calle, frente a las 4.049 que había informado el gobierno porteño en su propio conteo oficial. El censo fue llevado a cabo durante tres días en tres turnos, con la intención de cubrir la movilidad de una población históricamente invisibilizada.
Fuertes también observa cómo la crisis impacta en la salud mental de quienes terminan fuera del sistema. “Como profesional de la salud mental, noto que muchos jóvenes y adultos con patologías duales, es decir, a parte del consumo problemático, tienen sintomatologías de salud mental. Muchas veces las sintomatologías nos dan a pensar que son previas al consumo. Al comenzar a conocer la historia de la persona, podemos hipotetizar que luego de un estado de salud mental como depresión, trastorno de personalidad, enfermedades neurológicas, los dejó desamparados fuera de la sociedad sin contención quedando en calle y luego, al consumo”.
En paralelo, los números muestran que la crisis se profundizó en la última década. El primer Censo Popular en 2017 registraba 3.560 personas, mientras que en 2019 la cifra había ascendido a 7.251. Hoy, el aumento ronda el 60% con una marcada aceleración en el último año y medio. Solo en 2025, 63 personas en situación de calle murieron en Argentina, 13 de ellas en la Ciudad de Buenos Aires.
En la Villa 31, Fuertes acompaña de cerca a adolescentes que perdieron la posibilidad de proyectar. “En los jóvenes se encuentra la cuestión de no poder encontrar un futuro por diferentes contextos de vulnerabilidad económico-socio-habitacional. Jóvenes que acompañamos en diferentes dispositivos comunitarios, luego de transitar violencias intrafamiliares u otras situaciones, la calle se volvió su lugar donde criarse y pertenecer, por ausencia de un hogar. Y el consumo se vuelve una vía de anestesiar malestares, sin poder proyectarse como ciudadanos. Quedan dentro de un sistema paralelo donde el Estado solo reprime”, relató.
La situación sanitaria también se agravó. “Tuberculosis es una enfermedad que siempre se ha visto en la población de situación de calle. Pero en lo personal, últimamente he acompañado más casos. No puedo confirmar si hay un aumento de personas que padecen tuberculosis en la Ciudad de Buenos Aires. Pero sí registro cómo el desborde general del sistema de salud y desmantelamiento de políticas sanitarias hace inalcanzable poder tratar a personas en situación de calle que lo padecen”, dijo Florencia.
En este marco, los espacios barriales cumplen un rol insustituible: “Primero, reconociéndolos como espacios de primer umbral para trabajar procesos de salud y social. Gracias a dichos espacios y los lazos de confianza que generan por ser dentro de su propio barrio y comunidad, las personas comienzan a transformar su autopercepción y permite reinsertarse social y laboralmente. Para ello, indispensable, la articulación de esos espacios con organismos públicos y centros de salud formal. Hay muchos testimonios de personas que han cambiado su vida o incluso se puede decir que salvaron su vida por estos espacios”.
En contraste, el Ejecutivo nacional avanzó este año con el decreto 373/25 que modificó la Ley 27.654, deslindando al Estado nacional de la responsabilidad de asistir a la población en calle y trasladándose a provincias y municipios. Las organizaciones advirtieron que esta decisión dejó a miles sin protección.
El análisis de Florencia, para cerrar, es categórico: “Milei y Macri criminalizan a la gente en calle. Hoy en día quieren deshumanizar a la gente en situación de calle. Lo culpan de hasta incluso buscar medios para subsistir, con ideas ridículas como culpables de ensuciar la calle al buscar comida en los contenedores de basura. Sacando el foco en lo importante: qué ocurre que hay personas buscando comida en la basura. En vez de resolver esa pregunta, ahora incluso se implementa una multa como castigo a la pobreza”.