Bafici: Minicrítica de Buscando a Gastón
24 de abril de 2015
Según el cocinero peruano Gastón Acurio, la economía de un país se puede revolucionar cocinando.
Gastón Acurio es uno de los cocineros más famosos y reconocidos. Ha revalorizado la comida peruana en todo el mundo. Y la directora Paula Pérez decidió filmarlo. El resultado es un documental que levanta vuelo cuando prevalece la visión del chef de la cocina como una forma de hacer economía y política pero se cae a pedazos y aburre con los excesivos testimonios elogiosos hacia el protagonista.
Acurio , hijo de un político peruano, tiene restaurantes en los que hace disfrutar de los sabores a personas adineradas. Pero si lo juzgáramos por eso, por ejemplo los jurados de Masterchef merecieran la hoguera. Encima Acurio es consciente de ese “problema” e intenta modificarlo, por ejemplo al acercarse a los productores de papa o a los pescadores artesanales, quienes a su juicio son quienes mantienen el medio ambiente en vez de destrozarlo como las empresas. Además les paga directamente a ellos por los productos y no a los intermediarios que suelen quedarse con la parte más grande de la tajada. El chef quiere cambiar la economía a través de la comida. Y esa idea y esas escenas de carácter documental son las que valen la pena de la película. El resto de la película bien podría haberse llamado “Todos amamos a Gastón” y ser un programa del canal Cosmopolitan.
Acurio , hijo de un político peruano, tiene restaurantes en los que hace disfrutar de los sabores a personas adineradas. Pero si lo juzgáramos por eso, por ejemplo los jurados de Masterchef merecieran la hoguera. Encima Acurio es consciente de ese “problema” e intenta modificarlo, por ejemplo al acercarse a los productores de papa o a los pescadores artesanales, quienes a su juicio son quienes mantienen el medio ambiente en vez de destrozarlo como las empresas. Además les paga directamente a ellos por los productos y no a los intermediarios que suelen quedarse con la parte más grande de la tajada. El chef quiere cambiar la economía a través de la comida. Y esa idea y esas escenas de carácter documental son las que valen la pena de la película. El resto de la película bien podría haberse llamado “Todos amamos a Gastón” y ser un programa del canal Cosmopolitan.