“La producción de frutas en Argentina puede desaparecer”
por Pablo BruetmanFotos: Juan Pablo Barrientos
25 de abril de 2019
El Frutazo en Plaza de Mayo reunió a productores ahogados por las exportaciones y los intermediarios que se quedan con las ganancias con un pueblo hambriento que hace fila para poder comer.
“Me pagan cinco pesos por la manzana que se exporta, para la que va a jugo industrial dos pesos... además tardan un año en pagar y con la inflación...Al final, con el descarte, ya no te queda casi nada. Estamos complicados”, se lamenta Hugo Bertoli, un productor de peras, manzanas y ciruelas de Río Negro, cuya chacra puede desaparecer en cualquier momento: “Ahora se les fue la mano. Éramos ocho mil productores en la zona y ahora solo quedamos 600”.
Hugo vino a Buenos Aires por segunda vez en su vida. La primera fue cuando volvió Perón del exilio. Esta segunda para regalar fruta, algo que en realidad hace todos los días en su provincia. Pero con una diferencia: en Río Negro le obligan a regalar su producción a los distribuidores por como máximo cinco pesos. Acá, en Plaza de Mayo, se la regaló directamente a quienes la consumen y la necesitan. Y decidió hacerlo él “para ver si nos escuchan, a ver si hay alguna solución. Venimos mal ya hace 20 años”.
El problema con la producción de manzanas, es cierto, no es nuevo pero -según cuenta Carlos Zanardi, referente de la Federación de Productores de fruta de Río Negro y Neuquén- los últimos tres o cuatro años todo se profundizó: “Para el productor empeoró mucho, viene descapitalizado y endeudado. Por eso hacemos el frutazo: para involucrar a la ciudadanía y al Gobierno, queremos que se entienda que los productores de peras y manzanas estamos muy mal, estamos en la etapa final de desaparición”.
"La política del Gobierno no contempla la economía regional, si la contemplara no estaríamos desapareciendo. Si la contemplara diferenciaría entre el productor y el exportador, y no tendríamos que pagar retenciones como si exportaramos granos. El 70% de la pera que se produce, se exporta; entonces la política de comercio exterior nos afecta”, agrega Zanardi.
Queremos que se entienda que los productores de peras y manzanas estamos muy mal
La retención de cuatro pesos por dólar que aplicó el Gobierno Nacional a todas las exportaciones como una medida para frenar el alza de la divisa estadounidense afectó especialmente a productores de frutas que no encuentran ganancia en el mercado interno y no pueden compensar con la exportación. “El slogan que tuvieron fue el de sacar retenciones, y como nos dijeron eso, los productores invertimos y sacamos créditos en dólares. Y ahora quedamos fuera de competencia y endeudados en dólares”, explica Ariel Panozzo Galmarello, presidente de la Federación del Citrus de Entre Ríos, cómo la política exterior de Cambiemos ataca al productor regional.
Las retenciones finalmente fueron un incentivo a la producción de granos: los sojeros viven un año de ganancias extraordinarias y los productores de fruta están pensando en dejar las chacras y darle paso, en sus tierras, a los granos. “Éramos ocho mil y ahora somos 600. En sus chacras ahora le dan paso al maíz o al pasto”, cuenta Hugo.
Los números que dieron a conocer la Federación de Productores de fruta de Río Negro y Neuquén y la Federación del Citrus de Entre Ríos son contundentes: De los 70 pesos que sale hoy un kilo de manzana, 11,18 pesos corresponden al costo de producción; 6,30 pesos por kilo perciben quienes las producen, y todo el resto, es decir 53 pesos, queda en manos de la intermediación comercial y el Estado, a través de impuestos y retenciones. De los 50 pesos que sale un kilo de pera, 11 son del costo de producción, 5 para quienes las producen y los 34 restantes van a los ganadores de siempre; los que no cosechan ni producen. En la producción de peras y manzanas aún trabajan 50 mil personas.
De los 37 pesos que sale un kilo de mandarina, 5 pesos corresponden al costo de producción; 4 pesos ganan quienes las producen, y todo el resto, es decir 28 pesos por kilo, queda mayoritariamente en supermercados e intermediarios. En la producción de mandarinas y naranjas aún trabajan 60 mil personas.
“Con este Gobierno tenemos reuniones pero no nos dan respuestas. Necesitamos una política de Estado que escuche al productor, que limite el libre mercado o que al menos cuando es estación de lo que producimos no nos traigan los cítricos del exterior”, pide Panozzo Galmarello. Y explica que de Israel está llegando Pomelo. Y de Sudáfrica y España naranjas y mandarinas. ¿Por qué se privilegian frutas que viajan miles de kilómetros en vez de las que tenemos cerca y frescas? ¿Por qué importamos lo mismo que producimos?¿Tiene el Gobierno alguna respuesta para eso que no sea hacerlo para aniquilar a los pequeños y medianos productores porque el “libre mercado” así lo quiere?¿Qué tiene de libre el mercado?¿Qué pesa más: el derecho de la población a la soberanía alimentaria o el libre mercado?
¿Qué pesa más: el derecho de la población a la soberanía alimentaria o el libre mercado?
“Estamos convencidos de que atienden los reclamos de las grandes empresas. Dicen que van a buscar las medidas pero al final no sale nada porque son socios de los que se quedan con la rentabilidad de nuestros productos”, asegura Panozzo Galmarello. “No sé quién es el culpable, pero nos están robando. Los supermercados e intermediarios nos están robando cuando la manzana sale del mercado a los comercios. Acá me han dicho que la están pagando 70 pesos y en algunos lugares hasta 90”, se impresiona Bertoli.
Ahora la fruta se acabó. La cola rodea Plaza de Mayo. Como sea llegará otro camión de frutas para que nadie se vaya con las manos vacías. A la espera del camión solo quedan algunas mandarinas con las que juega un productor mientras conversa con algunas jubiladas que hacen la fila: “Menos calidad, menos calidad”, se lamenta. Es que el gusto de las frutas que encontramos en supermercados y la mayoría de las verdulerías no tienen que ver con su gusto original. Maltratadas en camiones, barcos, aviones, llegadas inclusive desde el otro lado del Océano, producidas fuera de estación con venenos, congeladas o cosechadas con químicos para estirar el tiempo en que pueden exhibirse sin pudrirse.
Son 6 bolsas y un carrito. Para dos mujeres. Todas llenas de fruta al mango. ¿Un exceso? Para nada, en menos de una semana no les quedará ni una. Ramona es jubilada y cobra la mínima. Y también es abuela: hoy aprovechó y por fin, podrá llevarles fruta a sus nietos, la fruta que nunca puede comprar. A su lado Beatriz se lleva para sus hijos y “para mi marido que es muy frutero”. “Si hay fruta, se come”, sentencia.
Con la fruta que se llevan hoy harán ensalada. “Es bueno, para no comer tantos fideos y tanta harina, que engordan y no alimentan”, dice Beatríz. “Igual fideos ya ni se pueden comprar con lo caros que están”, la interrumpe Ramona. “Hay que aprovechar esto, por eso llevamos tanto, porque tenemos familias grandes y esto es hoy y después volvemos a no poder comprar”. Hoy la soberanía alimentaria valió más que el libre mercado pero mañana...todo dependerá de si Hugo pueda sobrevivir con su chacra de seis hectáreas o no. Su caso es y será testigo: “Es complicado, no hay fábrica ni industrias. Hay poco laburo, poca chacra. Vamos a ver que pasa hay que lucharla, el barrio vive todo de la producción de manzanas y si seguimos así nos vamos a ir al bombo”.
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