"¡No pasarán!"

por Revista Cítrica
Fotos: Vicky Cuomo
02 de diciembre de 2019

La vigilia para defender al Bauen del desalojo se extendió desde la medianoche y continuará toda la semana. Hubo cerca de 3000 personas compartiendo actividades culturales en las salas que el macrismo quiso clausurar en Buenos Aires. Volvieron a funcionar el bar Utopía y las salas de teatro. Hubo bombos, banderas, choripanes y el grito estruendoso de la gran Norita. No vino ningún oficial de Justicia. ¿Se animarán?

Es 2 de diciembre en el Hotel Bauen. Barrio porteño de Balvanera. El reloj marca las 10. Mitad de mañana. No hay noticias de la oficial de Justicia. ¿Vendrá? ¿Qué sentido tendría venir y decirle a la sociedad (porque es la sociedad la que está en el Bauen, aunque la gestionen sus trabajadorxs) que se vaya, que se retire? ¿Cuál es el argumento? ¿Que hay un grupo empresario que compró este inmueble con un crédito del Estado que nunca pagó, que luego lo fundió y dejó sin laburo a sus empleados y empleadas en la calle? ¿Que pretende "recuperarlo" después de 18 años en que lxs mismxs trabajadores pusieron en valor al hotel y lo convirtieron en un espacio cooperativo? ¿Eso van a decir cuándo vengan? ¿Vendrán? 

Algunes pibes de La Poderosa ya no aguantan más de pie, se recuestan y cierran los ojos. Están de vigilia desde la noche anterior. Ni la sociedad ni lxs trabajadorxs bajan los brazos. El bar Utopía, el mismo que el Gobierno de la Ciudad clausuró hace dos meses para ahogar económicamente a la cooperativa, hoy volvió a funcionar. En una esquina, Radio Rebelde transmite en vivo e invita a Cítrica al aire. Hablamos de injusticias judiciales, de cómo convertir empresas abandonadas por patrones en algo lindo y sustentable como hizo el Bauen con el hotel, como lo hicimos también con los restos del Diario Crítica para transformarlo en Cítrica. Hablamos también de autogestión y de periodismo autogestionado. De periodismo sin operaciones. Coincidimos en que no hacemos periodismo alternativo, que hacemos periodismo. Periodismo sin operaciones. Sin intereses empresariales ni partidarios. Pero lo mejor sucede en la pausa cuando se acerca una señora al estudio de radio improvisado en dos mesas del bar: “Hola, yo quiero decir que estoy de acuerdo en cómo funcionó el hotel en estos 18 años. Quiero decir que está bien así. Que es como corresponde. Que está muy en manos de quienes lo trabajan. Quiero firmar una planilla, quiero que quede registrado mi apoyo. Quiero ayudar".

 



Cerca del mediodía empiezan a llegar más banderas. Son las organizaciones sociales, políticas, sindicales y de derechos humanos que también vienen a decir que el Bauen no se toca, que el Bauen no se va. "¡No pasarán! ¡No pasarán! ¡No pasarán!", grita la enorme Norita Cortiñas con el puño en alto. Casi no se la ve porque son miles las personas que la rodean en la puerta del Bauen. Está rodeada de arenga, de amor, de trabajadores y trabajadoras que sienten que el Bauen es tan suyo como de las casi 200 personas que trabajan en el complejo de cooperativas que funcionan en el hotel. "No pasarán porque en la Argentina no sobra ni un trabajador ni una trabajadora. El Bauen no va a cerrar las puertas porque las fábricas recuperadas engrandecen a la patria. Si se cae el Bauen nos caemos todos". Eva Lossada, presidenta del Hotel Bauen Cooperativa de Trabajo, la abraza. Y se suma a la misma arenga: "No pasarán porque acá estamos trabajando. Es nuestro derecho. Estamos para eso. No pasarán".


"No pasarán porque acá estamos trabajando. Es nuestro derecho. Estamos para eso. No pasarán"
 

En el acto hay unas 3000 personas bancando la que también es su casa. Por allí pasa la voz de compañerxs de Zanón, otro emblema de fábricas recuperadas que también lleva 18 años gestionada por sus trabajadorxs. Y pasan también aquellos que comenzaron a organizarse en los mismos pasillos del Bauen: lxs metrodelegadxs y lxs compañerxs de la Confederación de Cooperativas del Trabajo. 

Los bombos retumban por la Avenida Callao y el calor se mezcla con el humo de los chorizos. Sólo funcionan dos carriles. Autos, taxis y colectivos. No hay insultos, no hay recriminaciones: sí hay bocinazos y aliento. Los demás carriles están ocupados por organizaciones sociales, sindicatos, adolescentes y personas de a pie que vinieron a abrazar esta mole de cemento que siempre tuvo las puertas abiertas, y que ahora, otra vez, se las quieran cerrar.

 



Cuando termina el acto, todo el Bauen es un ir y venir de personas. Hay actividades culturales en forma simultánea en el Salón Simón Bolívar y en la Sala Osvaldo "Chacho" Dragún. Pero también van y vienen lxs 80 turistas que, a pesar de la clausura, decidieron volver a hospedarse en el hotel. Porque el hotel es de todes, porque el Bauen se defiende.

En el lobby, un hombre anuncia con un megáfono en medio de la multitud que está por empezar una nueva función de la cooperativa de teatro El Descubridor. Dice que empezará en apenas unos minutos en la sala "Chacho" Dragún que funciona en el subsuelo. No dice --y pocas personas lo saben aquí-- que esa sala fue refaccionada este año para que el hotel volviera a tener una oferta teatral de nivel internacional todos los fines de semana, pero el Gobierno de la Ciudad nunca se la habilitó. Algunxs lo escuchan y le preguntan dónde es. “Por ahí. Acérquense. La entrada es libre y gratuita”, dice con el megáfono en mano. Una de las que entra es Elsa: no se acuerda cuándo fue la última vez que estuvo en un teatro. Está contenta. La oportunidad de volver se la brindó el Bauen.  

A pocos metros, una compañera reparte las últimas ediciones de Cítrica, nuestra revista cooperativa que funciona en el tercer piso del Bauen desde hace cinco años. Al mismo tiempo, empieza una fila para llevarse un platito con arroz con pollo. Las cocineras y cocineros del Hotel cruzan sus manos para entregar la comida. 

 



Un rato después del almuerzo, Andrés Ruggeri habla ante un auditorio casi lleno. Y dice: “El Bauen es un ejemplo de las fortalezas y debilidades de las recuperadas en este país. La cooperativa creció, transformó la naturaleza de este lugar. Hizo todo eso sin tener el papel que la habilitara. Eso, de una buena vez, hay que resolverlo”. Ruggeri hace historia. Y explica cómo el macrismo no dejó recuperar fábricas o empresas. Explica, también, cómo cortó con represiones feroces los pocos esbozos. Menciona a Acoplados del Oeste, a AGR, a Pepsico. “Las recuperadas llegan arrastrándose al final del macrismo”, grafica Ruggeri. Heridas, ahogadas. Rasguñando la última piedra de donde agarrarse. Pero acá están: vivas.

"El Bauen es un ejemplo de las fortalezas y debilidades de las recuperadas en este país. La cooperativa creció, transformó la naturaleza de este lugar"

A las 19 el salón Simón Bolívar, que el viernes recibió a 600 personas en una cena solidaria para bancar a lxs trabajadorxs del Bauen, se convierte en escenario de conciertos. Por allí pasan Raúl Malosetti, Rolando Goldman y José Balé. La sala se llena. La gente sigue yendo y viniendo por todos los pasillos del hotel. Charla en el café, en el lobby, en los ascensores. Más tarde llega "Un rubio peronista" con su stand up. Nos hace reír sobre estos años de macrismo. Reímos para no llorar. Reímos para seguir resistiendo. Reímos para sostener una lucha que ya se convirtió en histórica.

"El apoyo que recibimos hoy es muy importante. Esperemos que la política tome nota de esto y resuelva después del 10 de diciembre votar rápidamente la ley de expropiación y, en este caso, en vez de que el poder ejecutivo la vete (como hizo Mauricio Macri en 2016), el nuevo poder ejecutivo la reglamente y se termine de una vez por todas esto que nos tiene en vilo desde hace por lo menos 10 años. Parece mentira, pero cada uno de los fines de año desde entonces tenemos este inconveniente", dice Federico Tonarelli, vicepresidente de la cooperativa Bauen.

Son las 22. El Bauen sigue despierto. Y seguirá de vigilia toda la semana. ¿Se animará la Justicia a intervenir en este emblema del trabajo cooperativo y recuperado en pleno centro de Buenos Aires? Por lo pronto, la resistencia continúa. Y como dice Norita, la madre de todas las batallas: "¡No pasarán!".

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