"Negros vayan a estudiar, búsquense un laburo digno"

por Revista Cítrica
Fotos: Federico Imas
13 de septiembre de 2019

Una familia de vendedorxs ambulantes de Flores sufre la violencia de la Policía de la Ciudad: golpes, robo de la mercadería y denuncias. "Nos tratan peor que a los delincuentes".

Griselda vende sándwiches por las calles de Flores. Es vendedora ambulante hace más de 10 años. Sus hijos también lo son. Ella les enseñó el oficio, y toda la familia hoy vive de la venta ambulante. Si no trabajan, no comen.

En una nueva cacería de la Policía de la Ciudad, el sábado pasado Rodrigo, el nieto de Griselda de 14 años, fue golpeado, esposado y llevado a la comisaría en un móvil policial; a Jonathan, Ezequiel y Ruth, hijxs de Griselda, les sacaron la mercadería, les golpearon, insultaron, gasearon y pasaron 20 horas en la comisaría. ¿El delito? Vender sándwiches en la calle. Trabajar.

“Negros vayan a estudiar, búsquese un laburo digno’, nos decía un policía. ‘Gorda, salí de acá. Salí, gorda’, me decía otro de Espacios Públicos. Nos basurean siempre. A mí una oficial me sacó la mercadería; me empezaron a pegar y tirar gas en los ojos, de todo nos hicieron. Y encima la oficial que me agredió me denunció a mí por agresiones. Yo solo intenté defenderme de sus golpes. No tenemos ningún derecho, nos corren y golpean, y nos denuncian. Nos tratan peor que a los delincuentes”, comenta Griselda.

Griselda vive en Morón. Todos los días viaja en el tren Sarmiento hasta Flores. Después de la represión y las detenciones, se pasó varios días sin trabajar. Todavía tiene un ojo morado, golpes en las piernas, la cabeza y los brazos. Y no es la primera vez que sufre la violencia policial. Hace dos semanas un policía de la Ciudad le pateó la mesa de sándwich y el año pasado ya se habían llevado detenido a su hijo Jonathan.

"Lo que más nos dolió fue lo de Rodrigo", asegura. El sábado, a su nieto Rodrigo lo golpearon, lo esposaron y lo subieron a un patrullero. “A mi nene le pegaron patadas, le golpearon la cabeza y el tobillo. Él se asustó y yo empecé a los gritos. No me dejaban ir y finalmente me llevaron en otro móvil. Media hora estuvo mi nene detenido ilegalmente en el patrullero”, cuenta Ceci, la mamá de Rodrigo.

“Estamos trabajando, ganándonos el pan. No hacemos nada malo. ¿Por qué nos tratan así? Ahora siguen acá, como si nada. Eso nos da mucha impotencia”, dice Griselda en la esquina de Bacacay y Argerich. Le tiene miedo a la policía pero volvió a trabajar. No le queda otra, tiene que comer.
 

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