"Estoy esperando que suene el timbre y un policía me lea una notificación"
por Revista CítricaFotos: Agencia Télam
28 de septiembre de 2022
El testimonio de un padre cuyo hijo participa de la toma del colegio Lengüitas. El miedo de saber que un patrullero irá a su casa, la desesperación en grupos de WhatsApp y un pedido a la ministra de Educación porteña para que no cierre el diálogo y escuche a alumnos y alumnas. ¿Por qué? Porque hay algo que, así, no funciona.
Es de noche y estoy esperando que suene el timbre. Que se detenga un patrullero y que un policía me haga lectura de una notificación que diga que me tengo que presentar en una fiscalía como responsable por la toma del colegio Lengüitas que está llevando, entre otras personas, mi hijo desde el lunes 26 de septiembre por la mañana. Ya sé lo que me va a decir el funcionario policial: a otros padres y madres ya le ha llegado y han tenido la delicadeza de grabarlo y mandarlo por el grupo de Whatsapp que vibra cada dos segundos con nuevas noticias y temores varios.
Las dudas son muchas entre padres y madres. Hay quienes sostienen que no conviene notificarse, o que antes de que te llegue la notificación deberíamos ir a presentarnos en la fiscalía. Hay quienes tienen el asesoramiento de abogados penalistas y afirman que conviene presentar un habeas corpus para que se identifique previo a que te llegue a tu domicilio el personal competente de la comisaría y anteponer ese recurso jurídico.
Un policía me dirá que soy responsable por la toma del colegio Lengüitas que está llevando, entre otras personas, mi hijo
Lo cierto es que esta noche he podido dormir muy poco. En cualquier momento podría llegar el móvil. Estoy conmovido por el audio de una de las madres: a las 20.25 de ayer, la llamó una vecina porque ella se encontraba en el hospital acompañando a su madre, que operan hoy del corazón. La vecina le contó que la estaba buscando un policía en su domicilio. Lo primero que había pensado, como madre judía, era en su hijo en la toma. J., de 16 años, le había adelantado algo. Según describió, lo primero que tira es la sangre, esa sensación de angustia indescriptible, un ahogo y desesperación, como madre a cargo de su hijo, de su único hijo.
No le podía estar pasando tanto, era el comienzo del nuevo año judío, el comienzo del 5783 y como suele ser tradición dentro de la religión había comido algo dulce pensando que este nuevo año comenzaría con la esperanza –nunca perdida por el judaísmo– de que sea fructífero, con dulzura y expectativas. Y ahí estaba yendo a buscar la notificación, rogándole a su hijo que dejara la toma, que viniera para la casa y saliendo a la mañana siguiente a la operación de corazón de su abuela, que la están operando en este momento, esperemos que con toda la suerte del mundo. Eso sería lo dulce de este comienzo de nuevo año porque de lo otro bien gracias.
Lo primero que tira es la sangre, esa sensación de angustia indescriptible, un ahogo y desesperación
La ministra había cerrado la puerta de la negociación y dejó a los estudiantes, hijos e hijas, encerrados con la toma dentro del colegio. Semejante edificio para ellos y ellas, como si quisieran quedarse a vivir adentro, en vez de acercarse a hablar con ellos para preguntarles porqué habían realizado una protesta tan al límite o también para preguntarse ella misma qué estarían queriendo decir, visibilizar, los más de quince colegios porteños que están realizando protestas en toda la ciudad.
No, la ministra de Educación porteña y el jefe de Gobierno de la ciudad más rica del país doblaban la apuesta. Se piensan que están en el casino, y cómo tienen con qué, intimidan. ¡Qué palabra!, tan cercana a intimar pero exactamente en el polo opuesto; intimidar, causar miedo, decirles a los padres y las madres que tendrán que pagar, que serán responsables totales por lo que hagan sus hijos y sus hijas.
La ministra había cerrado la puerta de la negociación y dejó a los estudiantes, hijos e hijas, encerrados con la toma dentro del colegio
Ojala pudiera hacerme responsable de todo lo que hacen mis hijos, eso significaría que mis hijos son exactamente como yo quisiera que fueran, ojalá –confieso, lo he pensado– que mis hijos fueran como yo siempre soñé, que no hubiera fisura entre lo que sueño y lo que ellos son, pero a mí no me pasó, mis hijos lamentablemente no piensan como yo.
A mí me hubiera costado más que a ellos realizar una toma, quizás porque soy hijo del Proceso, he vivido con tanto miedo eso de esperar la llegada de un móvil policial, que la espera de este móvil aún hoy no me ha dejado dormir demasiado bien. Pero ellos son otra generación y, pensándolo bien, si me vienen a buscar, firmaría la notificación pues secretamente estaría firmando esa responsabilidad total sobre ellos que no conseguí, finalmente que ellos fueran como yo quisiera. Las épocas no son las mismas, y al menos puedo animarme a abrirle la puerta a la policía.
Ojala pudiera hacerme responsable de todo lo que hacen mis hijos, eso significaría que mis hijos son exactamente como yo quisiera que fueran
Me pregunto acerca de la ministra Soledad, ¿te puedo llamar así por tu nombre de pila? No me animo a llamarte Sole, pero sos apenas seis años más joven que yo, ¿sos también, como yo, hija del Proceso? ¿En esa época también tenías que estar pendiente de la llegada de móviles de la policía pero sin identificación y sin timbre en la puerta? (eso no les pasó sólo a los “subversivos/as”, justamente lo que hacían los militares y policías era amedrentar a la población en general para que no se animaran a pensar de una manera distinta).
Me pasa que no me gusta esperar, entonces me gustaría escribir bien mi dirección para que me vengan a anoticiar de que mis hijos hacen exactamente lo que yo digo que hagan y de paso me gustaría invitarte a mi casa, yo creo que podríamos hablar tomando un café y esperar juntos la llegada de ese patrullero. Sería bueno para un político ponerse en la piel del otro, creo que Aristóteles dijo alguna vez que la política era el arte del lograr el bien común, y que quizás también pudieras ir a la casa de esa madre abrumada o quizás la podríamos llamar juntos.
Me han dicho que has dicho que algunos padres y madres tienen el manual del buen kirchnerista. ¿Me podrías decir dónde está, quién lo escribió? Yo no he escuchado que dijeras eso, no creo que aceptaras que exista tal manual, ¿te acordás del viejo manual que se utilizaba en nuestras épocas de alumnos secundarios? ¿A qué escuela fuiste? En tu hermoso proyecto de la escuela del futuro eliminaste a los viejos manuales, seguro que sabías que era el lugar del depósito de lo que se sabe, ese lugar de lo inalterable como si el saber pudiera estar depositado ahí y no cambiara, pero ese proyecto que es tu gran apuesta para el futuro, con muy buen tino reniega del manual.
Todo proyecto, por más buenas intenciones que tenga, necesita ser implementado y para eso se requieren tres cuestiones, dos las están reclamando de manera extrema los chicos y las chicas con las tomas de más de siete colegios y ocho más con pernoctes, como si a los estudiantes les gustara hacer campamento nocturno en sus aulas.
Me parece que habría que ir a preguntarles a los alumnos y las alumnas, al menos, sobre qué piensan que está mal
Me parece que habría que ir a preguntarles, al menos, sobre qué piensan que está mal. Y ellos te dirían dos cuestiones, yo en intimidad (y no con intimidación) te diría una tercera. Empecemos por la mía. La escuela del futuro agregó muchas horas de escuela para los chicos, tres veces por semana, están en la escuela alrededor de 8 horas, y para eso se necesita una plantilla docente suficiente. Actualmente en las escuelas públicas existe más de un 30% de horarios libres y todo esto de las tomas también se desencadenó por la obligación que mandaste de permanecer todo el tiempo, estén o no los docentes en el aula, porque las escuelas hacían lo posible para acomodar los horarios para que los estudiantes pudieran irse antes si sabían de las horas libres, luego ya eso fue imposible, y terminó convirtiendo a la escuela en una guardería, ¡con lo grandes que están los chicos y chicas!
Lo que ellos te dirían serían dos cuestiones. La primera: las tomas de colegios en 2018 tuvieron que ver con el comienzo de la escuela del futuro. Ya se veía que era un proyecto un poco pretencioso, y ahora, estas tomas en 2022, cuando hay que implementar las ACAP, que significa actividades de aproximación laboral, y se encuentran con que tienen que lavar platos en un hotel como actividad de acercamiento laboral para una escuela especializada en idioma. Seguramente te quisieran decir algo sobre esa implementación. La segunda cuestión también tiene que ver con lo mismo, el tema viandas. Son adolescentes y si les proponés un proyecto intachable para estar ocho horas en la escuela, es necesario pensar en un horario de almuerzo y también en otras dos “comidas”, a media mañana y a media tarde. En una ciudad donde la pobreza es de un tercio de la población infantil, sería bueno que tuvieran esas viandas, porque ocho horas es mucho, ¿fuiste turno completo a la secundaria? Entonces si no te acercás porque has decidido cerrar las puertas de los colegios, acordate de tu hambre a sus edades o, al menos, escúchame café de por medio.
Si les proponés un proyecto intachable para estar ocho horas en la escuela, es necesario pensar en un horario de almuerzo y también en otras dos “comidas”
Yo no voy a decir que existe el manual del funcionario del gobierno porteño, no puedo creer que convenga azuzar el discurso del odio. Azuzar me parece una palabra parecida a endulzar, ésa que la madre judía no saboreó en su primer día del año y que intenta que sea hoy, un día que salga todo bien; ahora la llamaré para ver cómo le fue, y de paso le preguntaré por esa notificación. No sabré que decirle, que no prosperará pero que debe ir con abogado oficial o alguno contratado por su bolsillo.
Y luego de que nos escuchemos, quizás nos podremos poner de acuerdo. Las tomas son protestas que duran un tiempo. Un día se acaban pero hay problemas que continuarán como esa distancia entre grandes proyectos e implementaciones deficitarias, que no cuentan con el presupuesto, la logística y el diálogo permanente. La escuela del futuro si no evalúa constantemente su desempeño indefectiblemente implosionará en nuestras propias caras. Esperame un segundo porque están tocando el timbre, ¿qué me recomendás? ¿Firmo la notificación o no la firmo?
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