"El tiempo de espera y la paciencia se agotaron"
por Saverio LanzaFotos: Mariana Varela
22 de julio de 2019
Juana Antieco pertenece a la comunidad de Costa del Lepá, a 45 kilómetros de Esquel. La historia de 100 años de un reclamo que iniciaron sus abuelos, a quienes les usurparon y quitaron el territorio. La lucha que ella continúa y la amenaza de desalojo y represión.
Juana Antieco pertenece a la comunidad de Costa del Lepá. No hay señal telefónica. Una o dos veces al día se trasladan, tanto Juana, como su hermano Eusebio, y otros integrantes de la comunidad, para poder estar en contacto. Lo hacen con cuidado, "por una cuestión de seguridad", afirma.
"Llevamos casi 100 años de un reclamo pacífico que se inició con mis abuelos, a quienes les usurparon y quitaron el territorio. Después pasó lo mismo con mi padre, y ahora continuamos nosotros", explica Juana, y agrega que "el tiempo de espera y la paciencia se agotaron". Como así también todos los mecanismos de diálogo posibles. Por eso es que llegaron a la determinación colectiva de hacer efectivo el proceso de recuperación de las tierras.
La comunidad de Costa del Lepá pertenece a la Gran Reserva, que es lo que hoy se conoce como Departamento de Cushamen. Fue una reserva indígena creada en el gobierno de Julio Argentino Roca, que otorgó por decreto nacional unas 78600 hectáreas a los pueblos originarios, las cuales fueron distribuidas entre muchas familias.
"Llevamos casi 100 años de un reclamo pacífico que se inició con mis abuelos, siguió con mi padre, y ahora continuamos nosotros"
Costa del Lepá se encuentra a 45 kilómetros al noreste de Esquel. Allí viven unas 30 familias. "Mis abuelos -Zenón Antieco y Manuel Antieco- estaban instalados a ambas márgenes del río. Con el paso de los años empezaron a aparecer mercachifles y vendedores; y también otras familias que habían sido desalojadas de sus territorios originarios. Y mis abuelos les dieron permiso para que hagan su casa, cultiven la tierra y tengan animales. Entonces la zona empezó a poblarse con otros apellidos, algunos de ellos descendientes del pueblo mapuche".
Juana habla de sus ancestros: "Nosotros nos auto reconocemos como mapuche-tehuelche. El linaje materno es tehuelche y el paterno es mapuche. Según nuestros registros, en 1935, censaron la población que habitaba Costa del Lepá y eran todos Antieco. El inicio del conflicto que hoy se desencadena en la recuperación del territorio ancestral fue cuando en 1940 -aproximadamente- apareció un turco llamado Meljem Bestene, que hizo firmar con el dedo a todos los pobladores -excepto a mi abuelo, los mapuches no sabían escribir- y aprovechándose de esa situación, con las típicas mentiras de los terratenientes, les hizo creer que estaban firmando un permiso para hacer un camino".
"Les mintió. Esa conformidad que firmaron era para despojarlos de sus tierras tradicionales. Ahí es donde se inicia un largo proceso de reclamos a través de mis abuelos, que luego continuó mi papá, Julio Antieco. Siempre fueron reclamos en el marco del respeto y pacíficamente, respetando a las autoridades -aunque sabemos que son cómplices de los terratenientes y los estancieros-. Al morir mi papá continuamos nosotros", cuenta Juana.
Señala además que "fuimos expulsados del territorio de una manera muy violenta, a través del Estado, la Justicia y la propia Iglesia. Eso nos llevó a migrar a las periferias de las ciudades, a ser sirvientes de los ricos". Y agrega: "De esas 78600 hectáreas de territorio nos quedaron 2 lotes de 2000 cada uno. El dominio de mis abuelos llegaba hasta casi el pueblo de Trevelin".
Lo cierto es que Bestene no solamente alambró, se hizo una casa y se apropió de las mejores tierras en la vera del río y también en las sierras -que era la zona del pastoreo comunitario- sino que tras 70 años de reclamos (y muchos gobiernos de diferentes partidos políticos que nunca resolvieron nada) ahora busca realizar otro acto ilegal.
"Fuimos expulsados del territorio de una manera muy violenta, a través del Estado, la Justicia y la propia Iglesia"
"Como Bestene nunca pudo obtener la totalidad de los títulos de propiedad de esas tierras, después de que se nos reconozcan nuestros derechos, vendió esos territorios de modo ilegal a los hermanos Pintos, quienes los compraron hace 2 años. Mi hermano les explicó que estaban comprando terrenos que habían sido usurpados y que nunca iban a ser dueños de ese lugar, porque se trata de tierras comunitarias. Pedimos una mesa de diálogo para resolver la situación y nunca nos respondieron. Desde el gobierno provincial tampoco hubo respuesta. Agotadas todas esas instancias se llegó a la medida concreta de hacer efectiva la recuperación de los territorios", relató.
"La mayoría de las grandes extensiones territoriales patagónicas están en manos de extranjeros. Si Benetton quisiera traer gente y formar un estado independiente dentro del territorio que se llama 'Argentina', lo podría hacer tranquilamente. Un montón de terratenientes extranjeros se quedaron con las mejores partes de los territorios, zonas boscosas, ríos y lagos, como es el claro ejemplo del amigo de Mauricio Macri, Joe Lewis, que tiene cercado el Lago Escondido, y nadie puede acceder. Esta es la realidad que vivimos en el sur. No es casualidad que la ministra Patricia Bullrich haya articulado al Comando Unificado en esta zona, porque aquí los mapuche nos hemos posicionado para empezar a dar batalla de recuperación de nuestro territorio y de nuestro derecho a vivir nuestra vida como mapuche", señala.
Juana aseguró que "cuando una reafirma su derecho ancestral en los territorios que venimos habitando desde hace tantos años, llega a la conclusión de que tiene que ejercer un control y dominio territorial sobre esas tierras que demandamos. Estos procesos no son casuales. Nos cansamos de estar en las periferias de las ciudades y de ser servidumbre. Recuperar nuestra identidad y el saber milenario nos lleva a volver a querer estar en contacto con nuestro territorio, viviendo en armonía con las diferentes fuerzas con las que cohabitamos".
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