Miguel Grinberg, el ser que vio el futuro
por Revista CÃtricaFotos: Juan Pablo Barrientos
05 de marzo de 2022
Sentido del humor, reflexiones profundas e impulso creador convivÃan en un humano que llegó antes que nadie a todo: el rock, la autogestión, la agroecologÃa y más. Siempre con un espÃritu colectivo y esperanzador, Miguel nos dejó infinitos legados. Entre otras cosas, la semilla de CÃtrica.
¿Quién era Miguel Grinberg? ¿Quién era Miguel? ¿Un meditador? ¿Un gurú? ¿El amigo de Spinetta? ¿El primer crÃtico de Rock? ¿El descubridor del rock nacional? ¿Un poeta? ¿Un músico? ¿Un periodista? ¿Un editor? ¿Un difusor de contenidos? ¿El beatnik argentino? ¿Un pionero de la ecologÃa? ¿Un radialista? ¿Un creador infatigable? ¿Un hacedor de medios de comunicación independientes y autogestivos? ¿Un tipo que no se cansaba nunca de caminar las calles de Buenos Aires? ¿Un cliente del mÃtico Bar La Perla? ¿Un señor que predecÃa el futuro?
Miguel era muchos en un cuerpo flaco, bien flaco como el de su amigo Luis Spinetta, con quien compartÃan la pasión por la música, la poesÃa y la belleza de las cosas.
Miguel meditaba. Con un grupo de meditación y también en las asambleas del diario CrÃtica de la Argentina y después también en las de CÃtrica. Mientras todes hablábamos y discutÃamos, él cerraba los ojos, meditaba y se relajaba. A veces, dicen algunes, haberlo escuchado roncar. Nunca bostezar porque nunca le faltaba el respeto a nadie. OÃa, meditaba y hasta dormÃa. Pero escuchaba todo, aunque fuese en sus sueños. Y en algún momento, hablaba, compartÃa su paz y nos tranquilizaba. Y el aire espeso se iba con una ráfaga de viento.
Miguel era nuestro gurú, nuestro faro. La persona que sabÃa por dónde y cómo debÃamos crecer. Nos enseñaba a no sufrir, a que las cosas es más probable conseguirlas con paciencia que con ira y nerviosismo.
Miguel era amigo de todos y todas. De los grandes del rock nacional.
El segmento de CÃtrica que más le importaba a Miguel era el de poesÃa. Siempre estaba buscando reivindicar a un poeta nobel u olvidado. Pero lo que más le importaba era la poesÃa misma.
Miguel era todo. Los martes se juntaba en el Galpón de Chacarita con su grupo de meditación. La madrugada de los sábados hablaba con sus amigos, los músicos, los pioneros del rock nacional, en su programa de Radio Nacional. El resto de la semana caminaba, escribÃa, leÃa, creaba. Fundaba medios de comunicación. Se autogestionaba.
La edición número 5 de CÃtrica, publicada en 2013, tenÃa una editorial sobre la transformación del periodismo bajo la patronal al periodismo cooperativo. Él agregó una sola lÃnea: periodismo cooperativo, autónomo, federal, solidario y cÃtrico. Miguel describÃa a CÃtrica, pero también se describÃa a él. A la persona atrás del mito.
Hay muchos Migueles. Rockeros, poetas, sensibles y ecologistas. Cada quién elegirá su Miguel para recordarlo. Nuestro Miguel será siempre el de la construcción. El Miguel que nunca levantó la voz. El Miguel siempre tranquilo. El Miguel de los ojos cerrados. El de las asambleas. El que siempre ponÃa su ladrillo y alguno más. El que no veÃa conflictos, sino soluciones. Un Miguel que mientras el mundo se derrumbaba, estaba pensando en cómo reconstruirlo. A pura conciencia, trabajo y dedicación.
Una vez hubo una discusión. Una cadena de mails con insultos hacia un proveedor. Miguel meditó e intervino: “En vez de imaginar quién tuvo alguna culpa, demos los pasos necesarios para que no ocurra nuevamente. Es asà de sencillo. Precisamos arrimar ideas, no frotarlas para que hagan llamaradas”. Miguel nunca tiraba un ladrillo, siempre construÃa.
Fue padre fundador de algunas joyas del periodismo argentino, como las revistas Mutantia y Eco Contemporáneo, cuyos ejemplares dispersos cotizarán de aquà en más a precio oro en las librerÃas de usados. Como prueba de la osadÃa de Miguel, Mutantia construyó una trinchera ecologista y pacifista en la Argentina de 1980, cuando la dictadura controlaba los cuerpos y las ideas circulantes. Miguel recordaba: “La temática fue siempre antisistema. Salió en una época en la que la ecologÃa no era popular ni prioritaria en ningún medio. A mà me causaba mucha gracia porque los censores discutÃan que no se entendÃa nada. No lograban discernir para qué lado pateaba la revista porque tocaba temas que no tenÃan familiarizados”.
Hubo una vez que CÃtrica no pudo imprimirse. Se habÃan caÃdo las publicidades. No habÃa plata para pagar la impresión. ¿Qué dijo Miguel? “No me parece trágico. Llamé a la NASA y me aseguraron que eso no alterará la salida del sol en ningún momento. Pero tengamos la revista lista ya”. Y se puso a redactar.
Nunca escribÃa en contra de nadie. Siempre sus textos eran positivos. Y veÃa el futuro. La primera nota que escribió en CÃtrica fue sobre los pueblos fumigados. Nosotres no tenÃamos idea de qué iba a hacer/ser CÃtrica. Él ya lo sabÃa: iba a defender los cuerpos y los territorios. Y nunca iba a dejar de decir las cosas por su nombre. Por eso aquella vez usó una palabra que no usaba nunca. Nunca le decÃa a alguien que estaba equivocado. Pero esa vez lo consideró indispensable. El tÃtulo que le habÃan puesto a su nota para hacerlo entrar en la cantidad de caracteres disponibles era “Soja criminal”. “Es un concepto muy equivocado, el villano máximo es el glifosato fumigado”, clamó Miguel. “Cuando el glifosato mata”, le propusieron. “Glifosato homicida”, respondió. Las cosas por su nombre.
Cuando la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (AReCIA) era un anhelo, Miguel asistió a una reunión donde “la voz cantante” fue Claudia Acuña, fundadora de MU. “Es un lugar en el que tenemos que estar”, nos sugirió el maestro. Hoy AReCIA se ha consolidado y nuestro aporte al colectivo de publicaciones autogestivas sigue firme.
Miguel tenÃa claro que no habÃa construcción posible sin risa y alegrÃa. Por eso, siempre respondÃa los mails con alguna humorada. El jueves 1 de diciembre de 2016 a las 7.10 de la mañana, Miguel nos mandó un mail. PedÃa que le pasemos el número de teléfono de la redacción. Lo habÃa perdido. A eso de las 11 le contestamos. “Acá estamos de fiesta porque se votó la expropiación del Bauen”. Por fin el Hotel Bauen iba a pertenecer a la cooperativa de trabajadorxs que lo habÃa vuelto a poner en marcha. Miguel respondió enseguida: “Bébanse todo que aún hay fiestas celebrables”. Vaya si tenÃa razón. Después vino el veto del ex presidente Mauricio Macri a la expropiación, la pandemia y el cierre del hotel en donde funcionaba nuestra redacción.
La última vez que le pedimos a Miguel que escriba, fue en una edición de 2018. Era un número sobre alimentos fumigados y agroecologÃa. Él aportó su visión: “Hoy comer no es necesariamente nutrirse, y nutrirse no es necesariamente padecer. Cometimos el error de perder el control de la producción de alimentos”. Miguel tenÃa identificado el problema. Pero, como siempre, pensaba en la solución, en dónde poner su ladrillo. “Todos tenemos el NO rápido y sabemos muy concretamente contra qué estamos, pero a la hora de estar a favor de algo nos resulta más difÃcil porque para eso, también tenemos que re-aprender a estar CON OTROS”, escribió.
Miguel no escribÃa en contra de nadie. Eso era lo fácil. Él estaba viendo el futuro, nos estaba enseñando que la salida es colectiva.
Las semillas de Miguel Grinberg
Algunas almas sensibles que conocieron de cerca al maestro Grinberg hablan de los brotes que han germinado para siempre, del camino por continuar y de la presencia imborrable más allá de la ausencia.
Lo que aprendimos del periodismo cÃtrico
Con la excusa de las 100 ediciones de la revista impresa, hacemos un balance del camino recorrido y los horizontes que queremos construir desde esta vereda de la comunicación y la vida. Una historia de 12 años con la guÃa de maestras y maestros, compañeres de trinchera y la certeza de que el periodismo se construye desde los territorios.
Miguel Grinberg: la música sin tiempo
El mÃtico periodista de rock y de tantas otras vanguardias organizó el festival Mariposas de Madera, donde leyendas de la música nacional compartirán escenario en el Gran Rex (CABA). El recuerdo de Spinetta, los cambios con respecto a los orÃgenes y una frase que le duele: “El rock como género quedó atrás”.