Es la tercera causa de muerte en nuestro país y uno de los principales gastos de la seguridad social. Si bien el Estado garantiza la atención de todos los pacientes, las deficiencias en el sistema sanitario deja indefensas a muchas personas.
Hace casi un año, a fines de febrero de 2018, la docente Gabriela Ciuffarella fallecía víctima de mieloma múltiple, una forma de cáncer que afecta la médula ósea. Luego de luchar contra el mal, la mujer murió en medio de una fuerte polémica: su familia y el gremio SUTEBA reclamaron insistentemente que la obra social estatal de la provincia de Buenos Aires –IOMA- entregue el medicamento oncológico que necesitaba para seguir su tratamiento.
La tasa de supervivencia de una enfermedad como la que padecía Ciuffarella es variable, según el momento de la detección, pero puede superar los 5 años. Sin embargo, la docente de Lomas de Zamora apenas superó el año (fue diagnosticada en enero de 2017). Es que en materia de lucha contra el cáncer, las desigualdades matan. Los baches del sistema sanitario hacen que muchos pacientes no logren llegar a un diagnóstico eficaz, que permita aumentar la posibilidad de sobrevida, o no logran hacerse de sus medicamentos, como sucedió en este caso.
En Argentina se diagnostican unos 115 mil casos nuevos de cáncer en ambos sexos por año.
Desde que Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada, se han denunciado recortes en el sistema sanitario, incluyendo la degradación a Secretaría del Ministerio de Salud. En estos tres años, los fármacos oncológicos fueron fuente de reclamos, porque no llegan a todas las provincias. Con estos baches, se juega en suerte el futuro de miles de pacientes.
En Argentina se diagnostican unos 115 mil casos nuevos de cáncer en ambos sexos por año. Según diversos estudios, la tasa irá creciendo hasta el 2040, de la mano de un avance en las medidas preventivas para dar con los casos mucho antes de que sea tarde. La contracara de esto es la tasa de mortalidad: las estadísticas muestran que tiene una tendencia a la baja desde hace al menos tres décadas. La lucha contra este mal es un verdadero agujero negro en los recursos de la seguridad social, que no puede afrontar -sobre todo- el valor de las terapias de última generación.
Como Gabriela Ciuffarella, en los últimos tiempos, muchos pacientes del IOMA y otras entidades fallecieron, y muchos otros reclaman por que se garantice su derecho a la salud. La vía judicial es una alternativa, pero suele ser larga y compleja. Por eso, cuando este 4 de febrero se conmemore el Día Mundial del Cáncer, muchos pacientes pedirán, simplemente, no ser los “futuras Gabrielas”.
Mapa de la enfermedad
En Argentina, el cáncer es la tercera causa de muerte, sólo superada por las enfermedades cardiovasculares y las respiratorias. Por su origen, forma parte de las denominadas “enfermedades no trasmisibles”, y es un importante problema de salud pública. Los últimos datos disponibles del Instituto Nacional del Cáncer (INC) de nuestro país dan una tasa de incidencia es de 217 casos por cada 100 mil habitantes, cifra que la posiciona “dentro de los países con incidencia de cáncer media-alta”. A nivel regional, el país está séptimo en la cantidad de pacientes, con 115 mil casos nuevos en ambos sexos por año, con porcentajes similares tanto en hombres como en mujeres.
“En la Argentina, el cáncer de mama es el de mayor magnitud en cuanto a ocurrencia: con un volumen de más de 19 mil casos al año, representa el 17 por ciento de todos los tumores malignos y casi un tercio de los cánceres femeninos”, destacó el último informe del INC, difundido el año pasado. En los varones, la mayor incidencia está dada por el cáncer de próstata, con una ocurrencia de más de 11 mil casos anuales, que representan el 20 por ciento de todos los tumores malignos en varones y 10 por ciento de la totalidad de cánceres registrados en el país.
En Argentina, el cáncer es la tercera causa de muerte, sólo superada por las enfermedades cardiovasculares y las respiratorias.
En cuanto a la mortalidad, las cifras internacionales marcan que el cáncer es la segunda causa de mortalidad general y fue responsable de 8.200.000 muertes en el mundo en 2012. Pero quienes más mueren por el mal son de países en subdesarrollo: según las estadísticas dos terceras partes de los casos fatales ocurrieron en países de ingresos bajos y medios.
Los informes del INC afirman que en 2016 “la mortalidad por cáncer registrada en la Argentina fue de 120,1 cada 100 mil varones y 87,9 cada 100 mil mujeres”. “Con algo más de 62 mil fallecimientos representaron el 18 por ciento del total de las defunciones, precedidas por las enfermedades cardiovasculares (29 por ciento) y las respiratorias (19)”, agregó el instituto nacional.
“Al aumentar la expectativa de vida suba la incidencia y la posibilidad de detectar nuevos tumores”
A futuro, los datos hablan de una suba de los casos globales de cáncer en Argentina y la región. En septiembre de 2018, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), los nuevos casos aumentarán 47,8 por ciento para 2040. Este aumento en la tasa de casos se debe a dos causas, asegura Valeria Cáceres, jefa del Departamento de Oncología Clínica del Instituto Ángel Roffo: “La detección precoz y el envejecimiento poblacional”.
“Al aumentar la expectativa de vida suba la incidencia y la posibilidad de detectar nuevos tumores”, remarcó la especialista. La IARC, vinculada a la Organización Mundial de la Salud (OMS), dio un dato alarmante: la cobertura del examen llega solamente a 46 por ciento de las mujeres argentinas.
La (in)seguridad social
Este año, el Día Mundial del Cáncer tiene como lema #IAmAndIWill, algo así como “yo soy y voy a”, intentando llevar un mensaje esperanzador a quienes padecen este mal, que la ciencia logró en algunos casos “cronificar”, gracias a los nuevos descubrimientos. Pero eso tratamientos no siempre llegan en tiempo y forma, como sucedió con Gabriela Ciuffarella, la docente que falleció a la espera de un medicamentos oncológico.
Muchos afiliados están a la espera del tratamiento, y otros fallecieron a la espera del mismo.
Los médicos le habían recetado Carfilzomib, un fármaco que tiene una acción antiproliferativa en tumores hematológicos, como el mieloma múltiple. El caso de la docente de Lomas de Zamora no es único, ni mucho menos. Muchos afiliados están a la espera del tratamiento, y otros, como el ex subcomisario de la Policía Bonaerense de Chascomús Claudio Aristegui, fallecieron a la espera del mismo.
En el país, recuerda Cáceres, existe el programa Médico Obligatorio (PMO), que es “una cobertura obligada para obra sociales y prepagas, para que el paciente oncológico tenga cobertura integral de su tratamiento”. “Para los pacientes carenciados, a diferencia de lo que ocurre en otros países, tenemos cobertura a través del Banco Nacional de drogas Oncológicas y los bancos provinciales”, agregó la especialista del Instituto Roffo.
El directorio del IOMA, que encabeza un representante de la gobernadora María Eugenia Vidal, tuvo un record de rechazos de estos pedidos, incluyendo los fármacos antitumorales.
Esto pone al país en un lugar mejor en la lucha contra el cáncer a nivel regional, aunque no alcanza para terminar con la desigualdad. Tener una obra social que no cumple con las órdenes judiciales –último recurso de los afiliados casi desesperados –por falta de capacidad o desidia, termina atentando contra la sobrevida del mal.
El IOMA es un ejemplo de los problemas que existen hoy en el país para acceder a tratamientos oncológicos. El año pasado, el organismo tuvo un aumento de más del 30 por ciento de los reclamos judiciales por medicamentos y otros insumos, según los datos que difundió la Defensoría del Pueblo bonaerense. Esto generó otro fenómeno: el directorio de la entidad, que encabeza un representante de la gobernadora María Eugenia Vidal, tuvo un record de rechazos de estos pedidos, incluyendo los fármacos antitumorales.
La abogada que acompañó en su reclamo a Ciuffarella presentó en su momento un amparo y acusó al gobierno de la provincia de Buenos Aires de “abandono de persona”
Un informe reservado indica que los seis tratamientos que más se negó a cubrir la obra social provincial fueron el propio Carfilzomib, Palbociclib (cáncer de mamas), Tsh recombinante y Trametinib (cáncer de tiroides), Trastuzumab SC (cáncer de mamas), y Vismodegib (carcinoma de células basales). Cada rechazo es un final incierto, en esta pelea desigual, contra la enfermedad y contra la burocracia.
La abogada que acompañó en su reclamo a Ciuffarella presentó en su momento un amparo y acusó al gobierno de la provincia de Buenos Aires de “abandono de persona”. A la espera de los seis frascos de fármacos que necesitaba (con un valor de 200 mil pesos cada uno), ingresó a una clínica privada con pérdida de conocimiento, y luego fue derivada al hospital Santojanni, con una neumonía producto de la metástasis en los pulmones. Murió a los pocos días.
Durante los tres años de macrismo, los bancos de drogas experimentaron retrasos y faltantes en la entrega, incluso superiores a los registrados en la seguridad social. Desde la actual secretaría de Salud aseguran que trabajan para evitar estos inconvenientes. Por eso, esta semana la ministra de Desarrollo Social Carolina Stanley (a cargo del área desde la degradación de 2018) firmó la resolución administrativa 42/2019 para la compra de tratamientos oncológicos por casi 200 millones de pesos. Además, fuentes de Dirección Nacional de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (DADSE), a cargo de la atención de personas en situación de vulnerabilidad, remarcaron que “de cada 10 subsidios entregados, siete corresponden a fármacos oncológicos”.
¿Hay cura en el horizonte?
La ciencia avanza hacia tratamientos más efectivos contra el cáncer, más allá de algunas proclamas pseudocientíficas que hablan de “la cura” del mal. En los últimos tiempos, aparecieron las “biopsias líquidas”, formas de diagnosticar un tumor menos invasivas, radioterapia con menos efectos secundarios, y muchos medicamentos. Estos últimos son parte del desarrollo de la industria farmacéutica multinacional, que generó un modelo de negocios que hace que la desigualdad en el tratamiento se potencie.
Un informe realizado por la Asociación de Agentes de Propaganda Médica (AAPM), gremio de los visitadores médicos que trabajan para los laboratorios, analizó la estructura de precios de los oncológicos, y los comparó con lo que sucede en otras partes del mundo, y descubrió otra desigualdad que atenta contra la lucha contra el cáncer.
En los últimos tiempos, aparecieron las “biopsias líquidas”, formas de diagnosticar un tumor menos invasivas, radioterapia con menos efectos secundarios, y muchos medicamentos.
Según el trabajo, que comparó en el año 2016 precios de lista de medicamentos de Argentina, Reino Unido y España, concluyó que los tratamientos en nuestro país “puede ser casi 300 veces más caros”. Uno de los ejemplos que marcó la AAPM en su trabajo fue el oncológico Erbitux (cetuximab) de la farmacéutica Merk Serono. En Argentina se vendía en 2016 a 67.482,89 pesos en su presentación de 5 mg x 100 ml, mientras que en Reino Unido la seguridad social lo paga 890,50 libras, es decir, 17.596,28 pesos de ese año. La diferencia es de 283,51 por ciento.
Avastin (bevacizumab), oncológico “estrella” de la multinacional Roche, se conseguía en Argentina a 60.250 pesos a las obras sociales y las prepagas en su presentación de 400mg 16 ml ampx1. En Reino Unido su precio autorizado para la seguridad social fue ese año de 924,42 libras (18.266,54 pesos) con una diferencia de 204,98 por ciento. En España, la misma presentación de Avastin tiene un precio de 1.381,95 euros (23.078,57 pesos), similar al Reino Unido y alrededor de la mitad de Argentina.
Los pacientes se ven obligados a recurrir a los amparos como forma de hacerse de los tratamientos, ya que por lo general la seguridad social niega la cobertura.
El monopolio que ejercen estos grandes laboratorios, más el esquema de patentes que rige en la actualidad, reforzado por el acuerdo firmado por el país y la agencia de patentes de Estados Unidos en 2015 que reconoce más derechos a las farmacéuticas, generan estos esquemas abusivos, que atentan contra el acceso a un igualitarios tratamiento contra el cáncer.
Con estos valores, los pacientes se ven obligados a recurrir a los amparos como forma de hacerse de los tratamientos, ya que por lo general la seguridad social niega la cobertura. Para salvar esta situación, el gobierno de Macri presiona en el Senado para aprobar la Agencia Nacional de Evaluación de Tecnología de Salud (AGNET), una iniciativa que busca ponerle límite a los fallos judiciales contra obras sociales y prepagas.
En el país, se detectan cada día unos 315 nuevos casos de cáncer.
Acordada con los principales gremios –que aseguran que pagar el costo de algunos tratamientos de termina desfinanciando al sistema –es considerada por sus detractores, como la federación médica FESPROSA, un instrumento para terminar con la salud pública, ya que las prácticas e insumos que no sean autorizados por la AGNET quedarán fuera de la seguridad social, y por ende ser absorbidos por los pacientes.
En el país, se detectan cada día unos 315 nuevos casos de cáncer. Si entendemos que el 35 por ciento de la población argentina (unos 15 millones de personas) está fuera de la seguridad, de esos nuevos pacientes oncológicos diarios 65 deberán afrontar la batalla sin mayores recursos. Si sumamos los problemas de obra sociales estatales como el IOMA, el panorama es muy desalentador.
Recientes casos como el de Lidia Inés Cajal, con cáncer de colon que se atiende en el hospital Gandulfo de Lomas de Zamora y que viene reclamando por los medicamentos que el Estado provincial ni nacional le entregan, marcan las diferencias que existe en un mismo sistema a la hora de afrontar un momento dramático como el cáncer. Una diferencia que puede significar la vida o la muerte.
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