El superclásico represivo de cada miércoles
El Superclásico represivo de cada miércoles tiene lugar en Congreso desde que Patricia Bullrich anunció su protocolo antipiquetes. Las fuerzas de seguridad despliegan toda su crueldad y reparten palos y balas contra jubiladas y jubilados que reclaman una jubilación digna.
Unos mil efectivos (entre Policía Federal, Gendarmería, Prefectura y Policía de Seguridad Aeroportuaria) se desplegaron hoy, un miércoles cualquiera, en los alrededores del Congreso de la Nación. El miércoles es el día en que jubilados y jubiladas ocupan los vacíos que deja la política institucional: ponen el cuerpo para reclamar al Gobierno que el país no funciona.
La misma cantidad de efectivos prestaron servicio en el Superclásico reciente jugado en el Monumental. La diferencia es que River-Boca convocó a más de 80 mil personas, mientras que en Congreso había (con margen de error) tantos uniformados dispuestos a reprimir como personas en situación de protesta.
El espectáculo de cada miércoles es tan siniestro como gastado: discrecionalidad en el accionar de las fuerzas que, según el humor de las jerarquías represivas, puede mantenerse en gaseo y palazos o bien derivar en despliegue de motos e hidrantes y detenciones (siempre) arbitrarias.
Algo es claro a esta altura del Gobierno de la libertad represiva. Aunque las protestas de los miércoles sean marginales en la agenda de la política insitucional, las fuerzas uniformadas se multiplican en plan disciplinador. Con el agravante nada democrático de que el objetivo predilecto es la prensa. Mejor que no se muestre la cara real de la política ajustadora.
Entre las personas heridas hoy está Antonio Becerra, el fotógrafo de Tiempo Argentino que incomodó al “monje negro” Santiago Caputo, que lo “marcó” en la previa al debate por las elecciones porteñas disgustado por tantas fotos recibidas.
Ni el registro periodístico claro de la alevosía con que Pablo Grillo fue herido en su cabeza por el gendarme Héctor Guerrero. Ni las frases colectivistas que el furor por “El Eternauta” desperdigó en las charlas cotidianas. Ni las señales de la economía precarizada que cada semana deja a más compatriotas fuera de juego.
No hay freno para la motosierra de Milei que sigue acelerando a fondo. El Superclásico de los miércoles en el Congreso es apenas la cara visible que se ha vuelto paisaje común de la Argentina liberal.